ARTE
La complejidad de la sencillez de Lorena Brutti
Nueva muestra de pintura en Diagnóstico Médico de Martino
No todos pueden identificar esos pasajes de la vida que marcan un antes y un después. Lorena Brutti sí. Ese puente se llama Emilio Pettoruti.
Una de sus obras, que se puede ver por estos días -y hasta el 31 de julio- en las sedes de Diagnóstico Médico de Martino le rinde homenaje. La muestra no se agota ahí ni mucho menos, pero volvamos al gran artista argentino para entender un poco más de la obra de Brutti.
El asunto es que un libro, grueso y pesado, editado por el Banco Velox en la década del 90, le dedicaba sus páginas a Pettoruti. El libro llegó a manos de Lorena y ella quedó fascinada por ese mundo de luces, sombras y geometrías. “Sobre todo por una obra que se llama Contraluz”, recuerda y asegura que la “marcó y mucho”.
Por entonces, Lorena alternaba pintura y música en Tandil y creía que había un fuerte vínculo entre ellas. Por entonces, también, pensaba que la primera disciplina exigía sólo práctica y la segunda, estudio. Por eso, cuando ingresó en Polivalente, eligió Música y no Bellas Artes. Luego, se daría cuenta del error y le terminaría dedicando muchas horas de lectura a la pintura y hasta una carrera completa en el Instituto Provincial de Arte Tandil (IPAT).
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Más allá de la enorme evolución de su obra –desarrollo que es posible ver y analizar en las obras elegidas por la artista y por las responsables de Espacio Nido para esta muestra- subyace todavía esa construcción de planos, colores, luces y sombras con las que Pettorutti iba a sacudir la ortodoxia artística nacional, allá por los años 20. Los cuadros de Brutti, de 2011, expuestos en de Martino tienen mucho de ese universo.
Hoy, a los 37 años, Brutti recuerda sus comienzos con el dibujo, la exploración de materiales durante los primeros talleres, la investigación ya algo más madura; luego, los tropiezos y los logros que le darían forma a un estilo de colores plenos y líneas marcadas. Finalmente, en los últimos años, los trazos de grafito que vienen a dar complejidad a su sintaxis. Más “barroquismo” dirá ella.
“Creo que a partir de los cuadros que traje a de Martino se pueden ver bien todas las etapas: desde los planos de color y las líneas puras a un diálogo más complejo entre las figuras y el fondo”, explica. “Creo que el camino de todo artista es encontrar un punto de partida, avanzar, explorar y luego: ver a dónde lleva ese camino”.
Lorena sabe que con la última pincelada a un cuadro termina su parte. Luego, viene la del espectador, quien debe tener su propia experiencia frente a la obra, su propio diálogo y en donde poco importan los propósitos del artista.
Por estos días, hay una serie que está en pleno desarrollo y tiene que ver “con la tierra”. Los cultivos, las recolecciones y los frutos de la naturaleza. Y esta serie coincide con su propia experiencia, con las horas pasada en su huerta. Estos cuadros son parte de la nueva propuesta de Diagnóstico Médico de Martino, el espacio alternativo de arte que crece de la mano de Nido y está ganando un lugar destacado en el universo cultural de la ciudad.
Advertencia. No esperen de Brutti una proclama intelectual acerca de sus series y sus obras. Ella busca las formas en su vida cotidiana, las figuras que finalmente serán abordadas en un lienzo, casi como una excusa, una excusa para pintar. Su investigación no es conceptual. Es, más bien, técnica. Hasta el cordel de la ropa usado por su madre puede ser un motivo, una pista de despegue. Luego, seguirá siendo sólo un cordel.
“Tiene que tener un vínculo con mi vida, con lo que hago. Cuando empiezo una obra de gente cosechando lechuga, por ejemplo, no estoy pensando en la militancia del medioambiente o de lo autosustentable. Lo hago porque es parte de mi vida cotidiana. De hecho, en el medio de este tipo de obras, otra cosa me puede llamar la atención y me dedico inmediatamente a ella. Creo, que cualquier cosa podría servirme: una escena de una película, por ejemplo, una foto. Me interesa más la cuestión pictórica que el tema. Siempre. Ese es el punto”.
Por estos días impera, además, una decisión de dedicarle más tiempo a la producción de obra. “Estoy atravesando una etapa de hacer más obra”, admite. “Desde hace unos meses empecé a pintar más, a dedicarle más tiempo”.
Y junto a esa decisión, también está creciendo la voluntad de mostrar sus trabajos. “Creo que recién ahora estoy siendo lo suficientemente prolífica para mostrar, para encarar una muestra. Tenía poca obra y ahora siento que estoy renaciendo. La felicidad de pintar empieza a imponerse a la necesidad del trabajo”.
La frase despojada de todo dramatismo es un preludio inmejorable para entrar en su obra. Hay extrema belleza también en la sencillez y en los duros camastros que ofrece el oficio: “Vivir de la pintura es como un sueño para mí”, admite.
Ya sobre el final de la entrevista dará una pauta de cómo adentrase en su obra: “Me gusta más que me digan pintora que artista. Pintora es como algo de todos los días y artista es algo como para el momento de la muestra. Y yo siempre elijo el oficio, siempre”.
En este tenor, ella misma ofrece una manera de leer la muestra que aguarda en avenida España 82: “Hacerlo con la intención de ser testigos de una evolución. No una evolución en los temas, sino en los trazos. Pero mejor, incluso, es enfrentarla como una manera de atestiguar el recorrido de una artista: cómo empezó, dónde está llegando y cómo se va perfeccionado en ese proceso de desafiar el lenguaje de la pintura”.