Vino a Tandil a cuidar a su madre enferma y terminó robando porque no tenía para pagar la medicación
El detenido por el intento de asalto al comerciante Francisco Perrotta terminó confesando el hecho, tras conocer el cúmulo de pruebas que pesaban en su contra y merecieron su aprehensión. La Justicia dictó la prisión preventiva y seguirá preso hasta un futuro juicio.
Poco antes del mediodía del pasado 4 de junio, Francisco Emilio Perrotta sería protagonista de un hecho de inseguridad que se ganó las tapas de los diarios. Sufrió un particular asalto que terminó en una tentativa porque el propio damnificado se resistió en medio de una violenta escena que, afortunadamente no padeció mayores consecuencias físicas.
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Con el correr de los días y el aporte de las cámaras privadas más las imágenes del Centro de Monitoreo, la policía dio con el solitario delincuente que, a la postre sería detenido. El proceso judicial continuó y en las últimas horas se decretó su prisión preventiva.
Se trata de Claudio Fabián Galeazzi, a quien se le achaca el reproche penal calificado como “Robo agravado por el uso de arma en grado de tentativa”.
En virtud de lo normado en el Código de Procedimiento Penal y según la escala punitiva prevista para el delito señalado (de 2 años y medio a 10 años de prisión), el juez de Garantías José Alberto Moragas aceptó la prisión preventiva solicitada por el fiscal Marcos Eguzquiza, rechazando así la posibilidad de una excarcelación ordinaria ya que, en caso de recaer condena, la misma no podrá ser de ejecución condicional en tanto que de las constancias obrantes surge que el nombrado registra una condena anterior por delito doloso sin que, a la fecha, haya transcurrido el término previsto.
El hecho
Surge de la resolución judicial que el 4 de junio de 2020, siendo alrededor de las 12.30, el acusado se hizo presente en el domicilio de calle Paz 1012, donde vive Francisco Emiliano Perrota y su grupo familiar.
El imputado luego de llamar en el domicilio y ser atendido por Perrota, simuló ser un carpintero expresándole al morador de la vivienda “…vengo por el presupuesto de carpintería…”, razón por la cual la víctima permitió su ingreso a su domicilio, momento en que el delincuente sacó de entre sus prendas un arma blanca tipo cuchillo de monte de color negro, la cual colocó en el cuello de Perrota a la vez que le exigió que le entregara dinero, diciéndole “dame lo que tengas o te mato, callate o te mato”.
Lejos de atemorizarse, Perrota reaccionó tomando con su mano izquierda el arma con el cual lo amedrentaba, comenzando así un forcejeo entre ambos, en el que Perrota logró sacar a empujones al intruso de su domicilio, y una vez en el exterior ambos cayeron al piso, momento en que Perrota logró sacarle el cuchillo, incorporándose este último, dándose a la fuga, dejando en la escena del frustrado asalto varios elementos que luego servirían para identificarlo.
Por caso, en una mochila se encontró un papel con la firma y sello del excomisario Félix Silva.
Al ser indagado el testigo, recordó que tiempo atrás, en momento en que se encontraba como comisario de la Seccional Segunda de Tandil, se hizo presente un ciudadano ente 30 y 35 años de edad, el cual pidió hablar con él. Lo observó nervioso y angustiado, manifestándole que no tenía trabajo, que quería desempeñarse como chofer de remis, pero no lo podía hacer debido a que no tenía licencia de conducir. Asimismo le relataría que dicho registro lo tenía en trámite en el Juzgado, pero se le estaba complicando para que se lo entregaran, debido a que había estado preso.
Recordó también que esta persona se encontraba desesperado y repetía que quería trabajar y que no tenía para comer y por ese motivo escuchó al sujeto y le aconsejó que se dirigiera a Asistencia Social de la Municipalidad para que lo ayudaran, pero que no podía ayudarlo con el tema del carnet.
Empero, el hombre desesperado insistió en que lo ayudara y le solicitó que le firmara un papel donde constaba supuestamente las categorías de licencia de conducir que le habían dado en el juzgado, como constancia de que se había presentado en la comisaría y que tenía en trámite el carnet de conducir, por lo que el testigo accedió a firmarlo y sellarlo.
Dado lo trascendente de su testimonio, se practicó respecto del sospechado un reconocimiento fotográfico, en el que se corroboró que Silva sin lugar a dudas reconoció a Claudio Fabián Galeazzi como la persona que le solicitó el papel que contenía la firma y sello del testigo, y el cual fuera encontrado dentro de la mochila que llevaba el autor del atraco a Perrota.
Otras pruebas incriminantes que pesaron para dictar su prisión versaron sobre las imágenes capturadas en distintas cámaras de negocios de la zona y del Centro de Monitoreo, que permitieron reconstruir el recorrido que hizo el sospechoso en su huida.
A más pruebas, la policía luego hurgó en la red social Facebook y verificó que el imputado poseía un buzo igual al que llevaba colocado al momento del hecho que se investigaba.
Como perro asustado
Para cerrar la pesquisa y ante el caudal probatorio, el propio Galeazzi prestaría declaración en que terminaría confesando su autoría, no sin antes insistir sobre su arrepentimiento por lo protagonizado, insistiendo en que se encontraba desesperado por falta de trabajo y dinero para solventar los medicamentos de su madre, a quien había arribado a la ciudad para cuidarla.
Efectivamente, frente a los operadores judiciales el acusado dijo que se encontraba “re arrepentido” (sic) de lo que hizo. Para luego brindar detalles del delito cometido.
En su relato, confió que no quiso agredir a la víctima y que tras la resistencia desistió del atraco, yéndose asustado “como perro que le pegaron” (sic).
“Estoy arrepentido, lo hice, si tengo que pagar la condena lo pago, el que se mandó la cag… fui yo”, confesó.
Agregó a su relato que vino de Capital Federal el 19 de mayo del corriente año, con autorización para cuidar a su madre ya que tiene problemas por ser diabética, hipertensa, tiene tiroides, está casi ciega. A la vez, él también posee problemas serios de salud y que precisamente el hecho lo intentó cometer para conseguir los remedios que no tenía, “ya que son carísimos…”.