Una cita por sexo y drogas que terminó con el crimen brutal de Jorge Bustamante
La investigación por el homicidio de Jorge Bustamante, ocurrido en octubre de 2018 concluyó y aguarda por definiciones procesales para que la Justicia fije fecha de juicio contra los dos acusados. Este Diario accedió en exclusiva a una pesquisa que guarda una escalofriante historia criminal, en la que la marginalidad, el sexo a cambio de droga formaron parte de un coctel mortal. En el medio, el accionar inescrupuloso de un abogado que por boca de su defendido introdujo a un inocente como sospechoso.
Durante octubre de 2018, la ciudad se conmovía por la desesperada búsqueda de un joven tandilense que a la postre sería encontrado en una macabra escena. Su cuerpo flotando en las turbias aguas de un arroyo vecinal. Se trató de uno de los homicidios más cruentos que recuerde la historia contemporánea local, a partir de un brutal accionar de los hoy detenidos que mereció la repercusión más allá de las fronteras serranas.
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La investigación por el crimen de Jorge Bustamante ya concluyó y actualmente aguarda en el Juzgado de Garantías 2 para dirimir representaciones defensistas para con uno de los implicados y así trasladar el voluminoso expediente al Tribunal Oral Criminal 1, donde oportunamente se desarrollará el juicio contra los dos partícipes confesos del atroz asesinato, Nahuel Morales y Ángel Tami.
En exclusiva, este Diario accedió a los pormenores de una sórdida historia criminal en la que sobran condimentos escabrosos. Marginalidad, clandestinidad, consumo de droga a cambio de sexo y, en el medio, un abogado inescrupuloso que persuadió a su defendido para que introduzca en la macabra escena a un inocente que purgó por varios días prisión.
El crimen
En horas de la madrugada del 24 de octubre de 2018, al menos dos personas que habían pergeñado robarle a Jorge Adrián Bustamante, con quien mantuvieron variadas comunicaciones previas durante la madrugada vía chats, hasta concertar un encuentro que iba a terminal mal, muy mal.
Alrededor de las 2, Bustamante salió de su casa de calle Mosconi al 600 con su Fiat Palio rumbo al barrio La Movediza, concretamente a inmediaciones de calles Alvarado y Santa Cruz. Allí y a partir de ese entonces, Nahuel Morales y Ángel Tami comenzaron a ejecutar su plan previamente concertado, entre lo que se contaba con la eliminación de Bustamante para facilitarles la sustracción de los bienes, apenas unos gramos de cocaína, un celular que luego descartaron y una zapatillas que tendría luego calzadas uno de los asesinos al momento de ser detenido.
Una vez concretado el encuentro, la pareja de maleantes empezó a golpearlo hasta dejarlo inmovilizado. Uno tomó el comando del auto de la víctima y el otro se ubicó en el asiento trasero junto a Bustamante, quien seguía privado de su libertad.
Emprendieron la marcha del lugar, recorrieron distintas calles de la zona hasta tomar un camino de tierra vecinal donde luego de varios kilómetros detuvieron la marcha y descendieron a Jorge Adrián Bustamante. Lo obligaron a arrodillarse y ya con la finalidad de ultimarlo, uno de ellos le aplicó un golpe de puño que lo derribó al piso para inmediatamente el otro arrojarle sobre la cabeza la rueda de auxilio del automotor en repetidas ocasiones, hasta ocasionarle heridas tales que lo dejaron moribundo.
Posteriormente, una vez que subieron el cuerpo de Bustamante en el interior del baúl del automotor, lo trasladaron hasta el camino vecinal “La Argentina” y por este recorrieron unos 5 kilómetros de distancia desde la ruta provincial 30 hasta el cruce del arroyo Langueyú, donde lo descendieron del auto para inmediatamente colocarle el cinturón de cuero con hebilla metálica de uno del agresores, utilizándolo como lazo para llevar a cabo su estrangulamiento hasta alcanzar su asfixia.
Una vez que lo ultimaron, los violentos asaltantes se apoderaron del automotor, de un par de zapatillas y del teléfono celular.
Para asegurarse del deceso y el ocultamiento del cuerpo, lo lanzaron al curso del agua del arroyo. Tras realizar el macabro accionar, los asesinos, a bordo del vehículo sustraído, regresaron a cercanías del domicilio de Piccirilli esquina Santa Cruz, donde uno de ellos tomó un bidón con líquido combustible y la motocicleta del restante. Se dirigieron hasta calles Azucena y Galicia, donde habían abandonado el auto y lo prendieron fuego con la finalidad de suprimir sus posibles huellas o rastros para lograr su impunidad.
Las horas previas
y el testigo clave
La noche previa al suceso, Angel Nahuel Tami y Sergio Nahuel Morales compartieron la cena en casa de Iván Andrés Nieves, donde también estuvieron Ariel Morales y su pareja, y a poco de retirarse estos últimos fue que Tami y Nahuel Morales comenzaron a encaminar su plan. Ambos comenzaron una comunicación vía mensajes con Bustamante a quien desde el inicio de esos contactos tenían la finalidad de asaltar, según ellos solamente para quitarle la cocaína que aquel llevaba a los encuentros.
Esa decisión común fue presenciada por el dueño de casa -Iván Nieves- quien no solamente escuchó alguna de esas conversaciones sino que al preguntar sobre lo que estaban haciendo recibió como respuesta que todo era para darle “un susto”, circunstancia que al testigo le dio la impresión de ser algo más serio.
Desde ese mismo momento y sin lugar a dudas el destino de Bustamante ya estaba señalado. Si el objetivo del asalto hubiese sido únicamente la cocaína que llevaba, el hecho se acotaba a muy escasas secuencias: la programación del encuentro, la actuación del sujeto de confianza -Morales- y luego la aparición en sorpresa del restante -Tami- para entre ambos reducir y desapoderar la sustancia ilegal; de ese modo, aún pese a ser conocidos de la víctima, se podrían asegurar que este no denunciaría un hecho en franca ilegalidad.
Lo cierto es que allí, cuando Bustamante fue abordado, para lo que se debe considerar su contextura física fornida y atlética, fue necesario además del factor sorpresa, forcejear y tomarlo a golpes de puño para poder inmovilizarlo.
La continuidad de los actos, como los llevados a cabo hasta ese momento fueron desarrollados con una clara división de tareas en la que la falta del aporte de alguno de ellos lo hubiese transformado en irrealizable. Así fue que Morales tomó la conducción del auto y Tami en el asiento posterior custodiando a Bustamante, a quien trasladaron hacia una zona alejada y luego allí una vez descendido del automotor fue que Tami le aplicó al menos un golpe de puño que lo derribó al piso, dejándolo sin articular maniobra defensiva alguna; ésta última condición fue necesaria para la continuidad del acto que se dio con Morales aplicándole los golpes en la cabeza con un objeto duro y romo que le provocaron aquellas heridas que lo dejaron moribundo y sin defensa alguna camino al arroyo y a la muerte.
Las confesiones
Al decir de la acusación, acerca de la confesión de los autores del asesinato, presentaron similar modo de exponer los hechos, en lo que si bien existe un primer reconocimiento cuyo hilo conductor era convocar a Bustamante para asaltarlo, los actos posteriores, al menos los que han considerado más gravosos, los narraron como espectadores de lo realizado por otro u otros, y así de tal modo responder hasta lo acordado.
Morales descargó en la figura de Ramírez (ver aparte) y Tami la realización global del hecho; en cambio Tami desligó a Ramírez del suceso e indicó que fue Morales el ejecutor del crimen.
Los dichos de Morales
Con respecto a la declaración de Morales, el acusador sostuvo que si bien resultó parcializado en un claro intento de mejorar su situación procesal al mencionar que no participó en los golpes que terminaron con la vida de Bustamante, sí reconoció que fue la persona que concertó la cita y lo hizo ir al encuentro donde luego fue abordado y trasladado hacia el lugar donde fue ultimado, brindando detalles precisos y concretos acerca del hecho que concuerdan en gran parte con lo acreditado a través de las restantes probanzas colectadas en la instrucción.
Morales contó que aproximadamente un mes atrás había conocido a Bustamante, a través de la red social Facebook, ya que Bustamante se encontraba registrado como “Lucas Pardo” (Paredes) como alternativo.
Por esa vía coordinaron una noche en encontrarse, por ello Bustamante lo pasó a buscar por las calles Rosales e Ijurco, en horas de la noche en el Fiat Palio color gris.
Reseñó que en los encuentros previos se estacionaban en calles de tierra sin mucho movimiento y con poca luz, y en ese lugar las dos primeras veces mantuvieron relaciones sexuales en el interior del rodado.
Agregó que tenía sexo a cambio de cocaína, bolsitas de aproximadamente 4 gramos cada una de ellas y a su vez consumían en el rodado, ya que colocaban en el celular unas líneas y aspiraban.
Tras relatar otros varios encuentros con el mismo tenor y fin, brindó detalles de lo que sería la última cita, con Tami presente, para terminar en el cruento desenlace.
Contó que tras intercambiarse mensajes e imágenes de sus partes íntimas a través del chats de la red social volvieron a acordar verse.
Luego de concertar la cita, Morales dijo que se subió al asiento del acompañante del auto de Bustamante, quien emprendió la marcha hasta calle Chaperrouge. De ahí dobló a la izquierda hasta hacer varias cuadras en un recorrido que no supo precisar, hasta que se detuvieron en una esquina, en una zona media descampada.
Allí –recordó Morales- Bustamante detuvo el motor. Empezaron a mantener sexo y consumir cocaína hasta que al no poder consumar el acto íntimo Morales se bajó del auto y quedó parado al lado del asiento del acompañante. Allí aparecieron en escena –según Morales- Tami y Ramírez y éste último fue que sin mediar palabra empezó a pegarle piñas.
Describió que Tami luego también se sumó a los golpes contra Bustamante, quien les decía “que era el hermano del `Picu´ López de Las Tunas, que si querían droga o plata tenía en la casa lo que quieran”.
Es ahí –dijo Morales- cuando Tami le agarró el buzo a Bustamante y se lo levantó por la cabeza hasta cubrírsela, ocasión en que Tami y Ramírez le siguieron pegando trompadas a la vez que le decían que dejara de gritar como un “pu…, como si fuera una mina”.
Relató que luego Tami y Ramírez lo metieron dentro del auto, por la puerta trasera izquierda, donde se ubicó también Tami. En tanto Ramírez se subió al puesto del conductor, lo puso en marcha y lo sacó escarbando y se fueron.
Morales relató el recorrido previo del cual él participó hasta que luego los dos nombrados se llevaron a Bustamante con rumbo desconocido para él.
En efecto, aludió a que tomaron por Ruta 30 en dirección hacia la escuela Granja, donde luego de pasar por la misma bajaron en un camino de tierra que esta sobre mano derecha. Hicieron más de 15 o 20 kilómetros, pasando por la entrada al Haras General Lavalle. Allí, luego de pasar la entrada del Haras, antes de llegar a las vías, Ramírez detuvo el vehículo. Tami bajó a Bustamante del coche y ahí Bustamante preguntaba si le iban a matar, si le iban a pegar una puñalada.
Tami le ordenó que se arrodille y lo dejó por unos segundos en esa posición hasta que le volvió a pegar una trompada en la cabeza que provocó el desmayo de Bustamante que cayó al piso; ahí entre los dos lo agarraron el cuello y se lo doblaban hacia atrás. Lo llevaron al medio de la calle, donde Ramírez sacó la rueda de auxilio del auto y se la tiró en la cabeza. Acto que repitió cuatro o cinco veces.
Morales dijo que para él ahí aun Bustamante estaba con vida por que emitía un sonido. Que en ese momento él estaba shockeado, no sabía cómo reaccionar porque nunca había visto algo así.
Ya camino de regreso, Morales les dijo que él no quería saber nada con lo que estaban realizando por lo que Tami y Ramírez lo invitaron a bajarse del auto. Cosa que hizo y regresó a la casa de Nieves.
Al rato regresó Tami, quien le contó que habían arrojado el cuerpo en el arroyo que conocían como “el canalcito”, lugar que Morales conocía por ir a pescar y cazar.
En su confesión, el imputado también señaló que Tami le había descripto sobre el incendio del auto, aunque no sabía dónde había sido.
Morales en su testimonio no dejó de señalar que él pactó el encuentro con el fin de consumir droga, pero la intención no era asaltarlo.
La versión de Tami
La confesión de Angel Nahuel Tami tuvo muchas coincidencias con su cómplice, con un detalle nada menor, lo sacó de la escena a Ramírez y direccionó gran parte de la brutal violencia y conducción del plan en Morales, quien lo invitó a participar del encuentro con el fin de protagonizar el asalto y darle un susto a Bustamante.
Tami relataría cómo se desencadenó lo que se suponía que era un robo, en el cual lo iban a despojar de sus pertenencias e incluso le sacarían el auto con la promesa de dejárselo en un par de cuadras. Pero que se toparon con la resistencia de Bustamante que se subió por las suyas al auto por el asiento trasero, mientras que Morales ya había emprendido la marcha del vehículo.
El imputado replicó prácticamente el mismo recorrido trazado por Morales, con la salvedad que según él nunca lo agredió a Bustamante en el trayecto dentro del auto.
Volviendo al relato, ya en el camino de tierra por la escuela Granja, Tami describiría otra escena. Dijo que Morales paró la marcha del auto y le dijo a él que bajara a Bustamante. Cuando lo baja, Bustamante le tiró una trompada que él logró esquivar y él reaccionó propinándole una piña en la cara de la víctima. Allí Tami dice que le dijo a Bustamante que se quede tranquilo. Lo sentó en la calle y es donde apareció Morales, quien le tiró con la rueda de auxilio en la cabeza, pensando que con dicho golpe lo había desmayado.
Morales le pidió que lo ayude a meterlo al baúl. Subieron al coche y Morales manejó hacia el arroyo, para dejar a la víctima por esa zona, cosa que una vez que despertara tardara en volver y denunciarlos.
Una vez en el puente -siguió relatando Tami-, Morales le solicitó que le ayude a bajar a Bustamante del baúl y lo apoyaron sobre el piso. Allí Morales le pidió su cinturón, el que utilizó para ahorcarlo y arrastrarlo al arroyo, mientras que él se ponía al mando del auto para dar vuelta en U y emprender el regreso.
En su declaración, Tami dijo sentirse arrepentido del hecho y que nunca creyó que Bustamante estaba muerto. De hecho, al segundo día que se entera que estaban buscándolo y no lo encontraban, se asustó.
Con relación al conocimiento sobre el hallazgo del cuerpo de Bustamante lo hizo cuando ingreso a la seccional tercera en calidad de detenido.
Sobreseimiento de Ramírez
y la intervención de Castaño
Cabe consignar que el curso de la pesquisa derivó en la imputación y consiguiente detención de Javier Emanuel Ramírez, quien a la postre sería sobreseído tras conocerse una sórdida y deleznable actitud de uno de los implicados y su abogado, según la confesión de uno de los acusados.
Como oportunamente se informó, a Ramírez se lo ubicó en el suceso criminal por los dichos de Morales, quien lo citó junto a Tami como los responsables del asesinato.
Al respecto, una vez indagado Ramírez, negó categóricamente esa versión, ya que no conocía ni a la víctima ni a los victimarios y que su relación tenía que ver con un antecedente violento con el abogado de Morales, el doctor hoy suspendido en su matrícula Claudio Castaño.
Al respecto, fue el propio Tami quien confió en que no conocía a Ramírez y que no había estado esa noche con ellos. Que una vez detenido fue que se topó en la comisaría con él y se anotició que también estaba detenido por el mismo hecho.
Al decir de la acusación del fiscal, surgió un cuadro probatorio que desvinculaba a Javier Emanuel Ramirez del hecho oportunamente endilgado, como así también que su mención en la causa surgió como consecuencia de “la deleznable maniobra puesta en escena por el defensor particular de Sergio Nahuel Morales, Claudio Castaño”, quien por intermedio de su defendido descargó con cierta malicia en Ramírez un claro acto de revancha de aquel que, previamente, habían protagonizado un incidente que derivó en una denuncia oportunamente detallada en estas páginas, incluso por el propio Ramírez.
Viaje a Mar del Plata
En este apartado de la causa, se transcribió los dichos de Tami respecto a los contactos con el abogado Castaño, con quien días posteriores al fatal suceso organizaron un fin de semana en Mar del Plata, junto con los dos hermanos Morales.
Castaño alquiló dos habitaciones de un hotel, período del fin de semana durante las cuales él y Nahuel Morales salieron a bailar y también fueron a la playa. Durante esa estadía, Castaño les decía que había que encontrar un culpable, que había que poner a alguien en la causa tirando varios nombres entre los que se mencionó a policías, prestamistas y un director de Anses y un abogado también.
Recordó sobre la intervención de Castaño que inicialmente asumió su defensa y le aconsejo no declarar y cuando lo llevaron a la comisaria de las Flores tuvo una comunicación telefónica con el letrado y con el papá de los Morales, mediante lo que le reforzaron una sugerencia que le había hecho el abogado previamente, acerca de que declare en el mismo sentido que Nahuel a cambio de una casa.
En uno de los traslados a las dependencias judiciales, Tami fue testigo cuando
Castaño le dijo a Emanuel Ramírez: “viste que no hace falta hacer una denuncia”.