Una Cámara Gesell inédita para una joven que expuso su poder de resiliencia
A cinco años de ventilarse el delicado caso del presunto abuso sufrido por una menor tras participar de una fiesta en una casaquinta de La Blanqueada, sobre el cual se vertieron un sinfín de conjeturas interesadas y una exposición mediática escandalosa de la víctima, se pudo concretar el comparendo de la joven que contó su verdad, en medio de sus difusos recuerdos tras padecer las secuelas de las graves lesiones por el accidente en la Ruta 226.
Y un día habló. Contó lo que pudo, lo que recuerda. Sin contaminaciones ni guiones. Fue genuina y denota una resiliencia que reconforta a propios y extraños. Genera alivio para aquellos que a pesar de los inconfesables intereses revictimizaron a una menor adolescente que ahora se presenta como mujer y que pide a gritos que no la expongan más. Que el proceso, la causa judicial, concluya en lo que tenga que terminar, con o sin culpables del delito que se desprenda de sus dichos como del caudal probatorio que oportunamente se volcó al expediente. Quiere seguir con su vida, cargando con las secuelas que le dejó aquel confuso episodio con connotaciones sexuales que terminó con una internación tras ser embestida por una Trafic en plena Ruta 226. Desde allí, todo el derrotero judicial y escandalosa mediatización mediante que la colocaron en un lugar donde nunca quiso estar y quiere olvidar.
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Por eso, incluso, pidió a los actores que intervinieron en su testimonio que no trascienda, que no se difunda más sobre los pormenores de las actuaciones concretadas antes de que inicie la feria judicial. Respetando ese espíritu, ninguno habló, incluso aquellos letrados que desde la tribuna mediática quisieron imponer una verdad que poco y nada se condijo con lo que se probó primero en la instrucción penal y ahora queda ratificado por los dichos de la joven.
A pesar del hermetismo acordado, este Diario pudo corroborar la diligencia concretada que permite especular en lo que será un desenlace de un singular derrotero procesal que llevó al caso por obra y gracia de aquel letrado particular hoy callado y, de alguna manera frustrados por el devenir de la causa tras los dichos de la víctima, a una exposición inaudita para con una menor que, mientras luchaba por su vida y su integridad, era nombrada como víctima de una violación en manada que a la luz de sus recuerdos y lo que consta en el expediente, no se pudo acreditar.
Correrá entonces el tiempo de aguardar por una nueva conclusión de la fiscalía que no haría más que ratificar el delito que oportunamente se señaló –estupro- y mereció la apelación del particular damnificado y consecuente decisión camarista para que se prosiga con la instrucción hasta que la joven de su testimonio.
Ahora ella habló. El final de la causa parece que será el mismo que ayer, mal que le pese a aquel abogado y sus colaboradores (entre ellos la procesada y condenada psicóloga Daniela Lezcano) que querían más, incluso y a pesar de quien decían defender.
Lo que declaró
De lo que trascendió del testimonio registrado en una Cámara Gesell (ver aparte) resultó que la joven confió en que era muy poco lo que recordaba de aquella noche que acudió a una fiesta en la quinta por la zona de La Blanqueada. Se mostró muy espontánea a la hora de reseñar lo que tenía en su memoria, sobre algunos pasajes aislados. Por caso, soltó sobre recordar sobre personas que la rodeaban y sostenían de las muñecas y sí sobre la figura de un hombre encima de ella.
Este pasaje de su relato podría tener que ver con la hipótesis que insistió el abogado que se presentó como particular damnificado, acerca del abuso sexual entre varios. Empero, para la defensa del acusado, se trataría de una escena confusa, incluso que la joven podría relacionarlo (aquello de que la sostenían de las muñecas) cuando la socorrieron en el accidente rutero.
Sí reconoció que sobre la connotación sexual devenida en delito ella supo –sabe- por lo que escuchó de otros, leyó en los medios y redes sociales. De hecho no tuvo empacho en reseñar que su intento de suicidio, cuando estaba internada en Mar del Plata fue cuando supo que ella era noticia por todos lados, que todas la identificaban y reconocían sin ningún tapujo. Dicha escena se trata de la dramática situación en la cual quien dijo defender los intereses de la menor había manifestado que de despertó de la internación al grito desesperado de que “me violaron todos”, desesperada exclamación que nunca fue corroborada por ningún personal sanitario que la atendían en el centro asistencial.
Sin entrar en mayores detalles de lo que deparó dicha instancia procesal, las partes se mostraron aliviados con la posibilidad de haber escuchado a la joven que a pesar de lo padecido mostró un poder de resiliencia admirable y que en definitiva todos, a sus modos y formas, se supone que buscaban para con ella, más allá de lo que se orquestó desde un sector que a la luz del acontecimiento judicial acaecido, no tendría mayores elementos para sostener lo que enarboló a diestra y siniestra, incluso más allá de las fronteras serranas.
La Cámara Gesell
Como oportunamente se detalló en la sección El Oído agudo de la edición dominical, en medio de restricciones y cambios drásticos en lo que se conoce como la nueva normalidad, también la justicia penal tuvo que aggiornarse a los tiempos de pandemia que corren. En ese tren, luego de un largo proceso de impedimentos a la hora de realizar audiencias presenciales, finalmente se logró hacer una Cámara Gesell, una de las instancias importantes que hacen a las causas de abusos y cuya hasta ayer imposible aplicación generaba un parate en los expedientes que preocupaba y mucho para causas de extrema sensibilidad.
Cerrando el atípico año, entonces, y utilizando las herramientas tecnológicas, los actores judiciales protagonizaron la primera experiencia de Cámara Gesell virtual, una modalidad que no pocos ya asumieron en que el mecanismo vino para quedarse por un largo tiempo, habida cuenta de la realidad sanitaria y el futuro cercano por venir en materia epidemiológica.
Fue así que finalmente se pudo realizar la entrevista entre el perito psicólogo y la víctima cara a cara, justamente por el resonante caso que ahora se ventila y por el cual se intentó poner en jaque a actores judiciales, nuevamente de la mano de los profesionales particulares de siempre.
De manera virtual, las partes, léase juez de Garantías, fiscal, defensor, particular damnificado, acusado, siguieron la entrevista desde un sistema que aportó la Corte, similar al zoom.
El magistrado resultó el que coordinó las acciones a través de un grupo de whatsapp, donde a medida que se desarrollaba el interrogatorio del psicólogo con la joven, recibía las preguntas del acusador y la defensa, las cuales “filtraba” y se las reenvía al entrevistador para que se las reprodujera a la entrevistada.
Si bien, como todo otro tipo de actividad, no es lo mismo que lo presencial, las partes se dijeron conformes con el mecanismo que resultó con cierta fluidez, sobre todo por el buen tino de los actores intervinientes y, en especial, por la experiencia del profesional que debía indagar a la menor y mantener una entrevista lo más amena posible en pos de no quitarle espontaneidad a lo conversado, intercambio de suma importancia como elemento probatorio a la hora de valorar en lo que será el curso del expediente en cuestión.
El caso y sus interpretaciones
A dos años y medio del episodio sexual con ribetes escandalosos que trascendió la frontera mediática local, la Justicia había considerad que no sólo no hubo violación si no tampoco estupro en aquella escena ocurrida en medio de una fiesta nocturna en una casaquinta de La Blanqueada, disponiendo consecuentemente el sobreseimiento del joven que había quedado imputado por el Ministerio Público.
En efecto, la resolución del Juzgado de Garantías 1, a cargo del doctor José Alberto Moragas, no hizo lugar a la requisitoria de elevación a juicio formulada por el fiscal y sobreseyó a Néstor Lucas Nahuel Gómez, el señalado.
El suceso con ribetes delicadamente controvertidos a partir de una embestida mediática nacional comparada a lo que se conoció como el caso Gonzalo, tuvo su desenlace judicial, alejado y mucho a lo que se buscó instalar desde un grupo de allegados a la menor involucrada que había sufrido graves lesiones tras ser atropellada en plena ruta 226, luego de participar de una fiesta nocturna de jóvenes en una casaquinta de la zona de La Blanqueada, donde tras una sospecha médica cuando fue socorrida por aquel accidente, se denunció una violación (incluso se habló de un abuso masivo), grave delito que ni para el fiscal primero y ahora para el juez de Garantías existió.
Reparos
Pero contradiciendo las conclusiones a las que habían arribado los actores judiciales locales, tiempo después tras la apelación del abogado Maximiliano Orsini, la Cámara de Apelaciones de Azul resolvió aceptar parcialmente la apelación realizada por el particular damnificado, revocando el sobreseimiento del único acusado en la causa en que se investigó un presunto abuso sexual a una menor de 13 años.
Como dato relevante de la resolución del tribunal de alzada, los camaristas entendieron que a partir de los planteos del letrado que representa los intereses de la familia de la víctima y al aguardo de oficiar medidas de prueba pendientes, en el expediente se debía incorporar en la imputación el delito de abuso sexual, calificación que había sido descartada por el propio Ministerio Público al considerar que a su criterio se había tratado de relaciones consentidas y, a partir de allí, se tomó la figura del estupro.
El controvertido como delicado expediente, entonces, abrió un nuevo capítulo a partir de la resolución de los jueces Carlos Paulino Pagliere (h) y Damián Pedro Cini, quienes tomaron nota del planteo realizado por el abogado de la familia de la menor y ordenaron evacuar medidas de prueba pendientes, entre ellas el comparendo de nada más y nada menos de la menor, que al decir de los peritos oficiales en su momento no estaba en condiciones de prestar declaración, pero con el paso de los años un nuevo informe de un perito particular del particular damnificado da cuenta de otra realidad.
Así las cosas, el complejo caso investigado recobró vitalidad cuando desde el Juzgado de Garantías se había arribado al criterio de sobreseer al único imputado del suceso, quien ahora, propició finalmente que se realizara la Cámara Gesell, la que efectivamente se concretó con la nueva modalidad remota.