El autosecuestro de Vizcay, entre la privación de la libertad de un niño de ocho años y el engaño a su propia familia
A poco más de un mes del resonante suceso que puso en vilo a la seguridad local, este Diario tuvo acceso exclusivo a pormenores del caso. Cómo se pergeñó el autosecuestro, las horas desesperadas de la familia. El niño maniatado en la casilla y la participación de terceros.
El resonante suceso que puso en vilo a la seguridad local hace poco más de un mes, aún mantiene interrogantes procesales que no permitieron avanzar en la pesquisa para esclarecer lo ocurrido. Se trata del escabroso como delicado hecho denunciado por la familia Vizcay, que en la noche del 18 de enero las fuerzas de seguridad lo tomaron como un secuestro extorsivo –así fue la Policía alertada- y con el correr de las horas, los días, desde la fiscalía Federal se concluyó en que todo había sido una farsa. El presunto raptado había montado un autosecuestro por causas que aún se desconocen.
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He aquí el interrogante que aún sigue abierta en la causa, ya que el expediente aún naufraga entre las dependencias judiciales que debaten razones de jurisdicción. Más precisamente de competencia.
Como oportunamente se informó, el juez azuleño Martín Bava tomó vista de la instrucción que llevó adelante la fiscalía federal y coincidió en que al descartarse que se trató de un secuestro extorsivo e expediente debía remitirse al fuero provincial, para que la justicia ordinaria investigue los posibles delitos cometidos por el falso secuestrado, Mariano Vizcay, quien a priori podría endilgársele responsabilidades penales tales como la privación ilegítima de la libertad y/o sustracción de un menor de edad, y hasta la extorsión promovida a su propia familia.
Empero, el ministerio público fiscal bonaerense al tomar nota del incidente procesal arribado a la ciudad consideró que hasta aquí las constancias resultan insuficientes para emprender la pesquisa contra el presunto falso raptado.
A más precisiones, de lo que trascendió del expediente al que este Diario tuvo acceso en exclusiva, el fiscal consideró que la hipótesis fáctica de secuestro extorsivo que diera inicio a la instrucción, originada en la acreditada participación de tres personas cuya descripción fuera aportada por el menor de edad involucrado, y que admite en principio un condicionamiento intimidatorio producido incluso desde dentro del propio vehículo de las víctimas, sólo puede descartarse con el grado de convencimiento apropiado a la incidencia, en la medida en que se tenga por establecida la confesión de Vizcay y/o la certeza de que la persona observada caminando por calle Fugl en dirección al lugar del pago del rescate resulta ser efectivamente la propia víctima, circunstancias respecto de las cuales el fiscal dijo que no puede expedirse atento a desconocer en qué carácter se produjeron los dichos de Mariano Vizcay aludidos, como así tampoco cuáles fueron las características de fisonomía y vestimenta que llevaron a concluir que era el propio Vizcay quien camina por las arterias citadas, atento que no se tuvo vista de las constancias completas de la causa.
Llevado al llano, lo que pidió el fiscal y tuvo la venia del juzgado de Garantías local, versa sobre la escasa prueba material aportada para efectivamente echar por tierra que fue un secuestro extorsivo y, a partir de allí, comenzar a investigar la posible comisión de otros delitos de competencia provincial. Así entonces, ahora se deberá aguardar para que el Juzgado Federal remita el expediente completo con todas las actuaciones para así desandar las actuaciones.
El llamado del secuestro
De las actuaciones a las que tuvo acceso este Diario, se logran confirmar parte de los trascendidos que oportunamente se informaron en medio de una pesquisa extremadamente hermética.
Se detalla que el policía Emilio Pehuen Geneux recibió alrededor de la 1.20 del 18 de enero un llamado del oficial Gutman de la Seccional Primera, quien lo pone en conocimiento que se estaba produciendo un secuestro extorsivo.
Refirió que arribados a Colectora Sur y Caseros, en el comercio de venta de casillas rurales El Yunque, se entrevistó con Esteban Vizcay, titular de la firma, quien dio cuenta que instantes previos había recibido un mensaje vía whatsapp desde el teléfono de su hermano Mariano, desde donde le decían que su hermano había sido secuestrado y que le reclamaban la suma de 50 mil dólares para liberarlo.
El policía narró que Vizcay, habiendo escuchado gritos provenientes de una casilla, halló en el interior de la misma a su sobrino de 8 años, quien al rescatarlo de las ataduras contó que habían sido abordados a la salida del cine por tres personas, los llevaron hasta la colectora y lo dejaron atado en la casilla, yéndose del lugar con su tío Mariano.
La pesquisa
De las investigaciones llevadas a cabo ya por la fiscalía federal que había sido anoticiada del delicado suceso, se corroboró que en la noche del 17 de enero Mariano Vizcay junto a su sobrino concurrieron al cine de Caseros y Portugal. Al salir del cine, siendo los primeros minutos del 18, yéndose en el auto, Mariano se detiene a unas cuadras y desciende el coche porque siente que tenía una goma pinchada. En ese instante es abordado por tres hombres armados.
De allí, Mariano y el niño fueron trasladados en el mismo automóvil al local comercial de los Vizcay, donde maniataron con precintos plásticos y encierran en una casilla al niño, sustraen una suma de dinero y se llevan a Mariano en el propio auto.
A las 0.50 del viernes 18, Esteban Vizcay recibe aquel llamado telefónico del celular de su propio hermano, quien el mismo Mariano le dijo que concurra a El Yunque que estaba el sobrino encerrado en una casilla y que no llame a la policía.
Inmediatamente Esteban comienza a recibir mensajes vía whatsapp desde el mismo teléfono de su hermano exigiéndole 50 mil dólares por la liberación de su hermano e indicándole que no de aviso a la policía.
Esteban llamó igualmente al 101 dando cuenta del terrible suceso. Cuando él junto a la policía ingresan al local comercial, se advierte que la puerta de la oficina estaba abierta y la luz encendida. Al subir a la oficina, Esteban vio un mueble corrido detrás del cual solían ocultad dinero y al descender de dicha oficina le dijo a los policías “me robaron”.
Allí fue que Esteban empezó a llamar en alta voz a su sobrino y hermano y fue cuando respondió el niño, que estaba dentro de una de las casillas, y allí el menor contaría lo padecido.
En esos instantes del relato del sobrino, Esteban recibió otros mensajes, entre ellos recibió una foto de Mariano con un gorro o capucha sobre los ojos. Allí siguieron las negociaciones por el mismo canal hasta que Esteban informó el dinero que podía entregar, respondiendo desde el celular de Mariano que a las 4.30 enviarían una ubicación para hacer el pago.
La entrega del dinero y Mariano “a salvo”
A las 4.45, Esteban recibió la ubicación donde debía efectivizar el pago. La misma era en la ladera del Parque Independencia, hacia la calle Rondeau, a la altura de calle Fugl. Allí esteban da cuenta de la cantidad de dinero que había logrado juntar y preguntó a donde liberaría a su hermano, tras lo cual le responden que le plata se la daría al propio hermano, quien luego el mismo se lo llevaría a los captores, no sin antes le envían un mensaje de voz de Mariano como prueba de vida.
Inmediatamente Esteban se dirigió al lugar convenido, dejó la plata en la vereda y se retiró unos metros. Mariano se acercó y le dijo que le alcanzara el dinero más, por lo que Esteban lo volvió a recoger y lo llevó unos metros más hacia los pastizales, no alcanzando a la senda aeróbica existente en el lugar.
En ese momento Mariano le dijo que retrocediera, volviendo hasta el auto. Mariano empezó a bajar, pasando la senda aeróbica, tomó el paquete (la bolsa con dinero) volviendo hacia los pastos donde había salido al principio. Esteban perdió de vista a su hermano unos segundos y luego vio como este empezaba a bajar con la luz del teléfono para orientarse.
Aproximadamente a diez metros del auto de Mariano comenzó a descender más rápidamente y se metió en el vehículo de Esteban, para partir del lugar raudamente, dirigiéndose a la sede de la fiscalía para dar cuenta de que Mariano estaba a salvo, pero que no quería hablar con nadie ni someterse a revisión médica, atento al estado de shock que presentaba.
Después devendría la investigación del tenso y delicado suceso ventilado y nada de lo descripto se condijo con buena parte de la realidad, al decir de los investigadores.
Conclusiones
Al decir de la fiscalía, se pudo determinar que Mariano Vizcay no fue víctima de un secuestro real, y que nunca estuvo cautivo.
Para los actores judiciales federales, los elementos reunidos permitieron contar con pruebas independientes que permitieron arriba a la conclusión de que fue un autosecuestro, probablemente con la asistencia de terceras personas.
En efecto, de las imágenes aportadas por el Centro de Monitoreo municipal (11 cámaras con 33 horas de filmación) como así también ocho cámaras privadas que suman otras cuatro horas de filmaciones, se determinó que Mariano Vizcay, a bordo de su auto, no fue monitoreado en ningún momento por vehículo alguno durante su tránsito, no observándose tampoco personas a pie que realicen vigilancia alguna sobre él o sobre su coche.
Asimismo, se advirtió que a las 4.03 se aprecia a una persona de fisonomía y vestimenta conteste a la víctima, dirigiéndose de a pie por calle Fugl en dirección a Rondeau, continuando ese trayecto durante dos minutos rumbo a la zona del pago del “rescate”, con aparente despreocupación caminando por la calle, no siendo seguido por terceras personas y /o vehículo alguno.
A la vez, quedó constancia en el relato del menor, que cuando fueron abordados por los tres sujetos estos en dos o tres oportunidades llamaron a su tío por su nombre. También sostiene el fiscal que Mariano nunca estuvo privado de su libertad habiendo dispuesto y manipulado él su teléfono celular.
Así y en tren de conclusiones que derivaron en declarar la falta de competencia federal, se indica que la justicia ordinaria deberá investigar la posible comisión del delito por la privación de la libertad sufrida por el menor de edad, la sustracción de dinero del local, lesión a la libertad de autodeterminación y a la propiedad de Esteban Vizcay, como la posterior disposición patrimonial realizada por la familia.