Dos clientes de Castaño que lo habían incriminado ahora negaron los hechos o no los recordaban
En la segunda jornada de debate, los testigos que en el expediente habían admitido que fueron estafados por el abogado entregándole plata para coimear a funcionarios judiciales, ahora se mostraron reticentes a ratificar sus dichos y olvidadizos a la hora de incriminar al letrado. El miércoles será el turno de los alegatos.
Ayer se reanudó el juicio que se lleva adelante en Azul contra el abogado Claudio Castaño, acusado de estafar a sus clientes a los que les pedía dinero para coimear a funcionarios judiciales y policiales, en pos de aliviar su situación procesal.
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La segunda jornada de debate se completó con el comparendo de dos testimonios, cuyas declaraciones merecieron una tensa como extensa mañana hasta llegar al mediodía, tiempo en el que juez Borghi dio por culminada la audiencia hasta hoy, aguardándose por más testigos y a la espera de los alegatos, que se cristalizarían el miércoles.
Si bien se trató de un par de testigos, los mismos llevaron su tiempo, por la trascendencia que tenían a la hora de lo que habían plasmado en el expediente que impulsó la imputación, como el viraje que tuvo el relato una vez sentados frente al magistrado.
En efecto, los testigos resultaron dos de los que oportunamente en la instrucción admitieron haber entregado dinero al abogado, quien le ofrecía aliviar su situación procesal una vez entregado una dádiva a los funcionarios judiciales y/o policiales, según las circunstancias.
Ahora, frente al juez y la acusación y defensa, se mostraron reticentes a la hora de ratificar aquellos dichos. Más bien todo lo contrario. Lo negaron o, en el mejor de los casos, dijeron no recordar aquellas circunstancias, a pesar de la insistencia del fiscal Damián Borean por hacerle recordar sus propias declaraciones.
Las zigzagueantes alocuciones merecieron incluso la intervención del propio magistrado, al inferir que los testigos y otrora clientes del letrado acusado, rectificaban una y otra vez lo que se había expuesto en el expediente.
A partir de dichas contradicciones en los relatos, desde el Ministerio Público se ventilaron mensajes de texto como de audio en los que quedaban en evidencia que aquello que los testigos decían no tener conocimiento en verdad ahora, con el “ayuda memoria”, terminaban de aceptar como cierto.
En la cornisa del falso testimonio, los testigos fueron eludiendo las insistentes preguntas del fiscal por hacer coincidir la versión primera a la que habían expuesto en la instrucción, con una suerte dispar, por lo que quedará a criterio del juez a la hora de dar un veredicto y eventual sentencia.
Cabe consignar que uno de los testigos resultó uno de los clientes de Castaño que había admitido en la causa que efectivamente el abogado lo había engañado, que le había pedido plata para entregar a los actores judiciales y así lograr la libertad, cuando estuvo detenido por un hecho delictivo.
El otro testimonio refería a la entrega de una moto que había sido secuestrada, oportunamente ofrecida por el propio Castaño en el marco de una causa por un intento de homicidio.
Según se plasmó en la instrucción, el también ahora olvidadizo testigo había expuesto que el letrado le pidió dinero para entregarle a un policía y así poder sacar la moto de la comisaría. Circunstancia que el viernes había sido ratificado por el padre de este.
Sin embargo ahora, en el recinto, el deponente se mostró dubitativo, sin ánimo de incriminar al abogado que seguía con extrema atención lo que se exponía desde el banquillo de los acusados.
Sin más, así se cerró la segunda jornada y hoy se retomará con el comparendo de diez testigos, cuatro de la fiscalía y el resto de la defensa, sin descartarse que el propio Castaño haga uso del derecho a prestar declaración y dar su versión de los acontecimientos ventilados.
Una vez finalizada la etapa de prueba, mañana el fiscal Borean y la defensora Hernández serán los protagonistas excluyentes, con sus respectivos alegatos.
Como oportunamente se detalló en estas páginas, el viernes por la mañana, en la sala de audiencias del TOC1 de Azul, el juez Gustavo Borghi dio por iniciado el debate oral y público en el que se resolverá la suerte procesal del abogado Claudio Castaño, quien afronta tres imputaciones por presunta defraudación.
A más precisiones, se lo acusa de pedirle dinero a quienes eran sus clientes para coimear a jueces, fiscales y policías, en pos de un presunto beneficio en la situación procesal. Fueron precisamente sus pupilos y familiares quienes oportunamente declararon en la instrucción confirmando la especie, lo que llevó a las imputaciones al controvertido letrado que, además, aguarda por otro juicio (fue postergado hasta nuevo aviso) con un delito más gravoso: está acusado de abuso sexual contra un joven con problemas psiquiátricos.
El expediente que ahora se ventila se inició en 2011, cuando el letrado quedó comprometido en causas a partir de escuchas telefónicas, primero, y testimonios después, en lo que lo dejaron en una situación por demás incómoda que, según la acusación, derivaron en la imputación de un delito.
Más precisamente se alude a un hecho caratulado “defraudación”. A grandes rasgos se desprende de la acusación que al abogado pidió dinero a sus clientes para destinarlo al pago de jueces y fiscales y así mejorar su situación procesal.
Tal se informó, el caso surgió “por casualidad” en medio de otra investigación en la que se estaban realizando y a partir de escuchas telefónicas se detectó el suceso que mereció la investigación. A la vez, luego devino el comparendo de los involucrados, quienes prestaron declaración. Si bien algunos negaron los hechos, la causa se mantuvo, derivó en la imputación y el consiguiente juicio que primeramente debió atravesar distintas instancias recursivas, entre ellas el pedido de probation (suspensión de juicio a prueba), apelaciones que no corrieron con la suerte deseada para el acusado.