Recuerdo de un pogo de verano
Cierro los ojos. La imagen me lleva a enero de 2002. Mar del Plata. Sábado de temporada.
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En el barrio de Villa Primera, dónde viví toda mi infancia y adolescencia, esperábamos junto a mi hermano menor Pablo, a nuestro primo Joaquín. La aventura era grande nuevamente. Se trataba de un ritual que ya veníamos haciendo.
Teníamos que recorrer a pie las más de 80 cuadras que separaban casa al Estadio Patinodromo. Quiénes alguna vez estuvieron por la ciudad balnearia, sabrán el lugar del que les hablo. Se presentaba una vez más Los Piojos, que hacía varios años era una de las bandas convocantes de la Argentina.
Teníamos la bandera lista. El atuendo de verano era simple. Bermuda, una remera y unas topper de lona viejas. Cuando nos íbamos por calle Uruguay, frente a la Escuela Piloto, una foto tomada con una cámara digital que perpetuaba el momento.
Varias paradas técnicas para descansar y calmar la sed. Charlas eternas. Ideas y sentimientos.
Llegando, la zona estaba colmada de personas que asistían al recital y esperaban por la presentación de la banda.
Seguramente todas las bandas tengan sus particularidades, en este caso, los recitales de Los Piojos estaban repletos de banderas y, en la Argentina pre-Cromañón, de muchas luces producto de las bengalas que prendían una tras otra sus simpatizantes.
Al calor del verano se le sumaba el calor de la gente. Ese que se siente cuando no hay distancia entre dos personas y están todos apretados. Mala suerte si te tocaba alguien adelante que tenía el pelo muy largo y te lo pasaba por toda tu cara. O si también, esa persona que tenías adelante, había decido sacarse la remera y chocar cuerpo a cuerpo con otros.
Tres horas seguidos de baile, cantos y pogo. Los recitales duraban bastante antes. Tras la lectura obligada de todas las banderas por parte del líder de la banda, Andrés Ciro Martínez, era momento de retomar. Las piernas agotadas no daban para las 80 cuadras de vuelta, quizás alguna combinación de colectivos sería la solución.
Abro los ojos. Agosto de 2020. Qué lejos que quedó ese recuerdo. ¿Nos servirá este tiempo de angustia producto de la pandemia para re-significar los momentos? ¿Seremos capaces de parar la pelota, dejar de lado lo material y accesorio y disfrutar los pequeños momentos de la vida? Ojala que sea así.