¿Por qué insistir con los libros?
Por Margarita Durand (*)
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El 24 de agosto se celebra el Día del Lector en homenaje a Borges. “Siempre imaginé el paraíso como una especie de biblioteca” decía quien además de ser uno de los escritores más importantes de nuestro país (y por qué no, del mundo) era un lector insaciable. En más de una oportunidad, Borges se refirió a los favoritos en su biblioteca, heredada de su abuela inglesa: Woolf, Kafka, Lovecraft, Bradbury además de autores orientales y, por supuesto, los clásicos. Borges amaba leer.
¿Cómo nos volvemos lectores? O mejor, ¿cómo nos volvemos buenos lectores?
Desde Los tres mosqueteros de Dumas hasta El diario de Anna Frank, de chica leía todo lo que encontraba en mi casa. Me encerraba a leer las mil novelas policiales de Agatha Christie y compartir Mujercitas con amigas. Siempre me gustó leer. Me parecía que en esas historias podía encontrar otros mundos, lugares a los que todavía no había llegado y que un libro me permitiría conocer. Porque un lector es, sobre todo, un ser curioso. Cuando una vida no te alcanza para saberlo todo, entonces leer se presenta como un viaje metafórico indispensable y a la vez, posible.
Para algunos, leer surge naturalmente. Otros necesitan fomentar la práctica, buscar el momento, encontrar el libro perfecto. Y entonces, cuando no lo esperamos, aparece el libro que nos da vuelta. Para mí, esa experiencia fue Crimen y castigo, de Dostoievski. La historia del joven ruso Raskonikov que decide enfrentar sus planteos más obscuros, y luego vivir las consecuencias de sus acciones. Descubrí que detrás de un libro hay un mundo, un contexto filosófico, un conjunto de creencias y una voz que nos comparte su visión. Ese momento de encuentro entre el autor y los lectores es uno de los grandes misterios de la vida. Quizás por eso cuando uno lo experimenta alguna vez, se vuelve una necesidad imperiosa, una adicción.
Pero, para no desalentarnos (y volviendo a Borges, que desestimaba el leer por obligación) quizás vale sugerir que existe un momento en la vida para cada libro y su lectura. Me encontré con Don Quijote en la adolescencia y no fue la misma novela la cual retomé años más tarde, cuando elegí leerla. Aun hoy, cuando retomo un capítulo descubro algo más -entre profundo y desopilante- en ese hombre que se creía un caballero andante y que al final, no sin resistencia, terminó convenciendo a los demás de que no existe una única verdad y que la realidad depende de nuestra forma de percibir y actuar.
Para motivarnos, es importante movernos entre libros, ir a las bibliotecas. Conocer y experimentar es el único modo de saber qué cosas nos interesan. Cuando voy a una librería, no puedo dejar de mirar los libros escritos por mujeres Virginia Woolf, Mansfield, Silvina Ocampo. Me llama el mundo de las mujeres, lo que vivieron, lo que las atraviesa. Me interesa descubrir su pulsión, su búsqueda, que quizás se parezca a la mía. Descubrir los temas y las voces que serán nuestra compañía tiene que ver con explorar. Para aprender a ser buen lector es necesario el movimiento.
Pero, ¿de qué sirve plantearnos cómo convertirnos en lectores si no reflexionamos sobre la relevancia de la lectura? ¿Por qué insistir con los libros?
Leemos para saber más sobre el mundo en el que vivimos y sobre nosotros mismos, para reconocer en el otro lo que no sabíamos que teníamos dentro. Los personajes ponen en palabras sentimientos que compartimos y sus experiencias, aunque no idénticas, son nuestras experiencias. Puede que se trate del medio más noble de comunicación: leer, escribir, y reflexionar sobre lo que leemos. Si alguien pudo haber vivido lo que yo estoy viviendo ahora, quizás exista una suerte de alma universal que se revela en los libros y se trasmite de generación en generación, hasta el fin de los tiempos.
Bonus: sugerencias sobre libros NUEVOS
Los colores del incendio, Pierre Lamaitre
Ambientada entre los años 1927 y 1933, la historia comienza con el funeral del pater familias, un banquero de Paris, y el dramático accidente de su nieto. A partir de este hecho, la vida de la familia se complica y queda a suerte de Madeleine, única hija, quien no ha sido educada sino para obedecer. Todos deben reinventarse ante la desgracia: en esta historia los “buenos” se dejan tentar por la ambición y las dormidas se vuelven rapaces. Una mujer recupera el lugar de protagonista y pone a todos en su lugar. Dato extra: es la segunda parte de la novela ganadora del premio Goncourt 2014 “Nos vemos allá arriba”.
Lo estas deseando, Kristen Roupenian
Es una antología de cuentos entre los que se encuentra el relato que se hizo viral, Cat person, que obtuvo el mayor número de comentarios en el New Yorker. El cuento narra el encuentro entre Margot y Robbie, su primera cita después del chateo, el choque entre expectativa y realidad, la violencia en la frustración. “Es muy peligroso ignorar que no controlamos nuestro deseo” dice la autora. Todos los relatos perturban pero atraen, quizás ahí la clave de su gran repercusión.
(*) Licenciada en Letras y profesora de Literatura.