Alice Munro: mucho más que historias cotidianas
Tengo los libros de Alice Munro hace tiempo en mi biblioteca. Me la habían recomendado mucho. Además, es una de las pocas mujeres ganadoras del Premio Nobel de Literatura (nota importante: desde 1901, año en que se entregó este premio por primera vez, solo quince mujeres han recibido el premio, 13% del total). También esto me motivaba a leerla, en apoyo a las escritoras mujeres que, al parecer, deben probar más su talento que los hombres. En 2013, Alice Munro se convirtió en la primera canadiense y la decimotercera mujer en recibir el Premio Nobel de Literatura. La nombraron “Maestra de la historia corta contemporánea”. Todo indicaba que mi encuentro con ella sería un éxito. Pero no sucedió de esa manera, por lo menos no enseguida.
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Una amiga me había regalado una de sus antologías, otra me lo compré yo. Me sentaba a leer a Munro, pero no me enganchaba. Cada vez que empezaba un relato, lo dejaba. A qué viene esta anécdota, se preguntarán. Por qué esta mujer escribe sobre Alice Munro pero nos dice que en realidad no se entusiasmó con ella al principio. Sí, es eso exactamente. Quiero contar mi experiencia como forma de desmitificar la idea de que los lectores somos voraces consumidores de cualquier libro, en cualquier momento. No sucede así. Leer es un acto de voluntad y de decisión buscando el disfrute, aunque no siempre todo esto va de la mano. A veces, simplemente y sin ninguna razón aparente, no nos “enganchamos” con un libro o con un autor/a, y no significa que más tarde, en otras circunstancias, no le encontraremos la vuelta. Borges lo decía: a veces uno no está preparado para ese libro. Decía que si un libro aburre, si resulta tedioso para nosotros, tenemos que dejarlo. Ese libro quizás no fue escrito para nosotros en ese momento.
Pero las personas cambiamos. Aprendemos. Nos pasan cosas. Sufrimos distintas experiencias que nos hacen, de pronto, ver el mundo de otra manera. Entonces tiene lógica pensar que un libro que en principio no nos interesaba o no lográbamos entender del todo, de pronto resulte exactamente lo que necesitábamos leer. Algo así me sucedió cuando al azar (porque la vida también es eso: en cierto punto buscamos que algo nos suceda -como comprarte el libro, pensar qué autora te interesaría leer, preguntar por ella- pero también hay algo de casualidad) el libro estaba abierto en este cuento maravilloso que se titula “La mendiga”, y mientras me había el café a la mañana lo empecé a leer. Ahí sucedió eso mágico, inexplicable, que es el encuentro entre autor y el lector. Sentí que ese cuento estaba escrito para mí. Como me pasó tantas veces con tantos otros cuentos, como seguramente sucede a todos los lectores en algún momento de su recorrido. Luego leí “Providencia” y los demás relatos de la antología “¿Quién te crees que eres?”. Desde ese momento no he podido soltar a Alice Munro.
La llaman “la Chéjov canadiense” por sus cuentos largos, centrados más que nada en historias de vida cotidiana en pequeños pueblos de Canadá, mujeres que atraviesan divorcios, relaciones familiares, historias de trabajo y de vida: todo eso y más nos cuenta Munro, con su ojo observador agudo y su forma de hacer evaluaciones sin juzgar ni presumir. Es la vida, dice Munro, es el mundo, desde lo más pequeño que en realidad muestra algo más grande. Podemos a simple vista ver que en los cuentos no pasa nada realmente. Porque lo que sucede es lo cotidiano, lo simple y a la vez tan complejo, que nos conecta a todos. Es el alma humana, los momentos en que entendemos cosas sobre la vida como pequeños instantes de iluminación. Ahora sabemos algo que antes no sabíamos, como respirar la verdad, aunque sea por un instante.
Además, muchas de sus historias funcionan como cuentos autónomos aunque a la vez se conectan unas con otras. Hay personajes que se repiten, aparecen y desaparecen, y podemos seguirlos, sus anécdotas y recuerdos. Esto permite que los cuentos también sean leídos como una novela completa, diferente, en un giro audaz para pensar el acto del relato.
Si tenés algunos días de descanso ya sabés: quizás sea tu momento de conocer a ALICE MUNRO, mucho más que una autora de historias cotidianas.
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