La Movediza
Una vecina explotó de bronca tras un hecho de violencia y crece la tensión en la toma
Una nueva situación de tirantez se volvió a presentar en los alrededores del macizo ubicado en calle Piccirilli al 1000 luego de que una vecina denunciara que quince personas abordaron y golpearon a su esposo. Las quejas de los propietarios se suman y, a falta de una resolución del conflicto, se sienten desamparados desde el sector judicial y político.
La toma en el Barrio de La Movediza vuelve a estar en el centro de la escena luego de que Analia, una vecina del barrio, denunciará un hecho de violencia que le tocó pasar a su esposo. Según afirmó, un grupo numeroso de personas intentó ingresar a su propiedad privada y para lograr el cometido golpeó a su marido. La mujer en cuestión explotó: “Esta gente está robando, cuando vos te quedás con algo que no es tuyo sos ladrón”.
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Analia expuso toda su bronca por la situación con la que convive en un diálogo con el ciclo radial “La Mañana de El Eco” (104.1 Tandil FM y Eco TV). Tras coexistir por más de un año y medio con la toma, la propietaria de una de las viviendas del barrio dejó en claro su intranquilidad por las situaciones cotidianas con las que tienen que transitar los vecinos del macizo. Una agresión a su marido fue la gota que colmó el vaso.
“Están las denuncias en la Fiscalía”, relató y luego desarrolló: “A mí marido lo encerraron entre quince personas y le pegaron. Le pegaron porque se quisieron meter en el terreno nuestro”. Según afirmó, la convivencia se hace imposible y la llena de intranquilidad.
Ese sentimiento se potencia ante, lo que ella entiende, un aval de la justicia por las últimas medidas que se tomaron. “Quiero que la ciudad de Tandil nos apoye porque hoy es nuestro problema pero esto va a pasar en otro lugar”, agregó.
La historia de vida de la mujer en cuestión indica que habita en ese lugar hace casi tres décadas. Incluso destacó que conoció a la familia de Daniel Moauro, dueño de los terrenos usurpados. “No había nadie, estaba el abuelo de Moauro. Ellos siempre vivieron ahí”, explicó.
Por esta permanencia como vecina del macizo es que se diferenció de muchas de las versiones que se hablan desde distintos lados sobre el terreno en cuestión. Por un lado, señaló que “es mentira que había mugre. Está bien que no se cortaba el pasto, pero nunca hubo un yuyal”. Luego agregó que “nunca hubo ratas y ahora se me murió una perra de leptospirosis de las ratas que hay”.
Hace algunas semanas, en estas páginas también se había reflejado la versión de otros de vecinos de la toma. Por ese entonces, Juan y Atilio habían afirmado en El Eco Multimedios su cansancio ante la poca solución de la problemática. También habían dado su punto de vista sobre la desvalorización de las propiedades aledaña al terreno.
En sintonía, Analia afirmó que hay gente que tiene cabañas, que antes alquilaban y que ahora no las pueden arrendar a nadie porque están al lado de una toma. A su vez indicó que “¿Vender? No vendés. El valor de la propiedad ha bajado un 50 por ciento. Con esta gente atrás, quién va a ir a vivir ahí”.
Otra de las coincidencias de los relatos entre los vecinos tiene que ver con la convivencia durante el fin de semana. Todos los citados concuerdan en que el número de gente aumenta entre sábado y domingo y que con ello también el sonido de la música, entre otras dificultades. La vecina agregó: “No podés tender la ropa porque es un olor a goma quemada tremendo. Donde era todo tranquilo, ahora es un caos”.
Acerca de la difícil convivencia, Analia comentó que creció exponencialmente la cantidad de perros en el barrio a partir desde febrero del 2023. Esto tiene una consecuencia para los que tienen mascotas ya que tienen que tener el doble de cuidado para evitar la pelea entre los canes o incluso para no lamentar una agresión a un nene. “Tenés que tener cuidado de todo, que no vayan a lastimar a un chico porque no sabés con qué te van a salir. Es todo un caos, vivís con una presión terrible”, indicó.
Respuesta política
Al igual que muchos de los protagonistas de este conflicto, en su charla con este medio, Analia contó que pudo llevar a cabo diálogos con dos representantes locales de fuerzas políticos de peso, tanto a nivel local como nacional.
Por un lado habló con Gonzalo Santamarina, quien le expuso su indignación. Y también pudo entablar una charla con Miguel Lunghi, a quien le confesó: “Contéstame esta pregunta: ¿Esta gente que suma a la ciudad? Ellos no pagan impuestos, no pagan luz, no pagan agua, no pagan nada. ¿Por qué no se van allá por la Base Aérea, que hay un montón de terrenos? Porque no tienen los servicios”.
Ante este contexto, la pregunta que se hacen los propietarios es quién va a tener la responsabilidad de encontrarle una solución al conflicto. “Los vecinos nos hemos juntado un montón de veces, el tema es quien nos ayuda a nosotros”, aseguró al mismo tiempo que indicó: “Esto es todo político, el tema es ¿qué hacemos con esta gente? ¿Quién nos soluciona el problema éste a nosotros?”.
Toda esta situación pone a la relación entre los vecinos y la gente que están viviendo en la toma en un punto de mucha tensión. En ocasiones anteriores, alertaron que iban a defender sus propiedades privadas hasta las últimas consecuencias. En ese sentido, la señora aseguró a este medio: “No queremos ser cavernícolas”.
Por último, la señora defendió la legitimidad de Daniel Moauro como dueño del macizo, sin importar si sus terrenos fueron heredados o los compró, por eso indicó que “lo importante es que los papeles están a su nombre. Cuando vos te quedás con algo que no es tuyo, sos un ladrón. No hay otro nombre. Si no te gusta que te digan así, ganátelo, compralo y tené tus papeles”.