Un joven que se recuperó de las drogas aseguró que el consumo destruyó su vida y la de su familia

Un joven que logró recuperarse de su adicción a las drogas aseguró que el consumo de estupefacientes destruyó su vida y la de su familia. Joaquín decidió contar el calvario que vivió luego de leer la nota en El Eco de Tandil, en la que una madre narraba la situación que atraviesa con su hijo.

“Hasta los 18 nunca tuve la posibilidad de salir a boliches, de joda. Cuando me dejaron hacerlo, yo quise hacer todo lo que nunca había podido, que veía en las películas, en el noticiero”, comenzó relatando.

Así, comenzó a consumir alcohol y luego marihuana. Sus allegados notaron la vida que estaba llevando y trataron de advertirle, pero él negó que fuera una adicción. “Siempre dije que no era nada y que lo podía controlar. Pero la verdad que todo lo que dije que no me iba a hacer me hizo, me llevó a consumir otro tipo de sustancias, LSD, cocaína, éxtasis”, confió.

“Tampoco tenía la plata para poder comprar, entonces lo que hacía era robarle a mi familia para poder comprar y vender, era un círculo vicioso”, expuso.

Y señaló que “muchos de mis amigos me empezaron a dar la espalda, como ellos no consumían, no estaban en mi onda, o ellos se alejaban de mí porque yo estaba haciendo las cosas mal, o yo me alejaba de ellos. Lo mismo me pasó con la familia, como ellos nunca entraron en nada de ese ambiente me empecé a llevar mal”.

“Esta etapa duró un poco más de un año, hasta que un día me detuvo la policía y ahí me di cuenta de que ese juego que para mí era consumo y nada más, se había tornado más pesado y más complicado”, reconoció.

Salir del pozo de la oscuridad

Fue en ese momento cuando recapacitó y, en común acuerdo con su familia, decidió buscar una solución. 

“Yo creo que todo lo que hacía en silencio era pedir ayuda, todas las cosas malas que hice durante el tiempo que duró el consumo eran todas formas de pedir ayuda y no lo sabía expresar. El adicto es adicto porque no habla, porque no se expresa”, manifestó. 

Y contó que “llegar a la decisión de un cambio tiene que ser personal, y es muy difícil de un día para otro dejar todo, yo hice todo lo que mis papás me decían y seguí todos sus consejos. Entre todas las opciones, encontraron un lugar en Carhué con un año de duración y los primeros 3 meses iba a estar lejos de mi familia como función de desapego, e iba a tener que trabajar pero estaba al aire libre. Yo les di el okey, que cualquier cosa que me sacara de ese pozo de oscuridad la aceptaba”.

“Ahí empecé la campaña de ponerse con todos los estudios y exámenes para poder ingresar. Por la situación judicial en la que yo estaba, el proceso es de un año, un nene recién nacido tarda un año en aprender a caminar, el adicto que se interna tarda un año en volver a levantarse, los primeros tres meses son de desapego, y todos los otros 9 meses son empezar a caminar despacito y reinsertarse, encontrar la forma para salir adelante y encontrar un por qué”, sostuvo.  

“Es una lucha diaria, es la voluntad de uno, yo en la calle sé por dónde caminar y por dónde no, a quién puedo saludar y a quién no. Es decidir todos los días ‘quiero ser mejor que ayer’”, indicó.

Admitió que “la droga me arruinó mucho la vida y yo creo que a mi familia la destruyó. A mí me destruyó desde que arranqué, lo que hizo esta institución en mí fue un cambio enorme y en mi familia también porque ellos vieron mi cambio y cambiaron también conmigo. Todo lo que destruyó la droga ahora está diez veces mejor”. 

“Ahora la verdad que tengo ganas de hacer de todo porque yo siempre fui de no querer estudiar ni trabajar, de mirar tele todo el día y ahora me inscribí hace poco en la universidad para estudiar. Estoy buscando trabajo, limpiando una parte de la casa que no se usa para tener un espacio para mí para estudiar. A futuro no busco muchas cosas, intento vivir hoy”, afirmó.