Universidad
Puebladas el cincuentenario
Por Alejandro Latorre
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“Tenemos que presentar el proyecto para que una calle se llame 5 de septiembre”, dice Néstor Dipaola, tras obtener el dato por parte de otro de los historiadores de Tandil, Daniel Pérez, quien ese día de 1975 formaba parte de la delegación local que gestionaba en Buenos Aires por la Universidad, mientras miles de obreros y estudiantes defendían -como el miércoles pasado- la gesta de Osvaldo Zarini.
Aquella como la reciente, son puebladas que nutren la historia que se volverá a recorrer durante estos meses con motivo de celebrarse el medio siglo de la casa de estudios, institución que es parte del corazón de la amada educación nacional, abraza más que nunca hoy por la comunidad.
“El otro día sentí lo mismo que cuando era muchacho y vi llegar la columna de trabajadores con el respaldo de empresarios como Selvetti y Brutti. En aquella oportunidad se enfrentó el deseo de Fortabat, quien motorizaba la idea de trasladar el Rectorado a la ciudad del cemento y se apoyaba a las autoridades tandilenses para mantener y fortalecer la institución en manos de la gente”, recuerda el autor de La Ciudad de las Sierras.
Los procesos históricos, sus continuidades, sus rupturas, sus avances y retrocesos, sus recovecos por donde se puede espiar las pasiones que van de a pie. Ahí están los hermanos Becchi, registrándolo todo para que cualquier vecino pueda echar un vistazo a la historia de la patria grande y el pago chico gracias a sus cámaras mágicas y ojos atentos. Horacio dio a la portada de Nueva Era esa imagen de la multitud que solo se diferencia de la registrada recientemente por su hermano Rody en El Eco por la ausencia de algunos colores.
“Es verdad que parece destinado a la derrota quien se enfrente a esa vaca sagrada de los argentinos que es la enseñanza pública; pero también habría que convencer a los ateos”, le dice el autor de esta nota a Gastón Cabrera, uno de los periodistas con más ingenio para analizar la política, que responde: “No hay problema. Será la hora de reflotar aquella melodía de los 70, pero con nueva letra: ´ni ausente ni presente; Estado inteligente´”, mientras el resto de la mesa del Club Defensa ríe con él, sabiendo que no hay mejor digestivo para los conflictos que unas gotitas de buen humor.
Sin lugar a dudas los decretos populares que, como la canción de Zitarrosa, crecen desde el pie, parecen inapelables, aunque siempre es sano cultivar el arte de escuchar. Mientras el debate se sigue abriendo parece deber y placer mirar por el espejo retrovisor para avanzar con claridad hacia el país de la libertad.