Padece de Distrofia Muscular y quedó sin asistencia desde que su papá fue despedido de Loimar
Franco es un joven de 22 años con debilidad muscular progresiva y necesita de una constante atención domiciliaria para mejorar su calidad de vida. Las prestaciones en salud se interrumpieron al perder la obra social tras el conflicto en la empresa ceramista, que derivó en el cese de varios trabajadores que hasta el día de la fecha no han resuelto su situación.
Franco Acosta tiene 22 años y convive con una enfermedad llamada Distrofia Muscular de Duchenne, un trastorno hereditario caracterizado por la debilidad muscular progresiva que, generalmente, se manifiesta en los varones.
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Él es hijo de un trabajador despedido de la exLoimar, que al ser cesado de su puesto perdió, además del ingreso mensual, la obra social que sostenía el tratamiento del joven y el desamparo se apoderó de la familia. De este modo, queda expuesta la otra cara de un conflicto que ya lleva demasiado tiempo y que ha dejado un tendal de personas por fuera del tejido laboral, con todo lo que eso implica.
Mariela, su hermana, conversó vía telefónica con el ciclo “Cosas que pasan” (104.1 Tandil FM, la radio de El Eco) para contar la compleja situación que atraviesan por no contar con las prestaciones básicas en salud.
Es que la patología que sufre Franco –quien también presenta un retraso madurativo- necesita de atención domiciliaria y de diversas terapias que ayuden a mejorar su calidad de vida. En este sentido, su hermana expresó que “desde que papá dejó de trabajar se frenó la atención domiciliaria porque quedó sin obra social. Además no cobra nada y no puede solventar los gastos para abonarlo de forma particular”.
Asimismo, el joven es beneficiario de una pensión no retributiva por discapacidad que no alcanza para bancar todos los gastos originados y garantizar la atención necesaria en enfermería, kinesiología, terapia ocupacional, insumos y medicamentos.
Prestaciones básicas
Pero la falta de tratamiento no es el único escollo que deben enfrentar. Según describió Mariela, la alimentación es un problema, porque la debilidad muscular dificulta la deglución de la comida, que debe ingerir triturada y preparada de manera especial. “Está dejando de comer, solamente come de noche lo que mi papá le puede triturar. Está muy flaquito”, graficó.
Mientras el padre desempeñaba funciones en la fábrica de ladrillos y cerámicos, la obra social Ospim se hacía cargo de las prestaciones, pero al cesar la producción, luego de los tres meses de gracia, los beneficios se interrumpieron. Así, Franco perdió hasta la cama ortopédica, que pudo ser reemplazada por otra que les consiguió un familiar y por un colchón antiescaras que les proveyó Estado municipal.
Al respecto, Mariela reseñó que solicitó ayuda en el Municipio e incluso dialogó con una asistente social, pero que no se avanzó con ningún otro tipo de ayuda o prestación.
Pedido de ayuda
Sin cobertura en salud, ni recursos para pagar una atención privada, y sin ni siquiera los medios para trasladarlo al Hospital Santamarina para ser entendido por profesionales médicos -Franco no tiene movilidad propia y se desplaza en sillas de ruedas-, la familia se halla desorientada en torno a cómo proceder para lograr gestionar los cuidados pertinentes.
Durante la charla en el aire radial, la mujer compartió su contacto para ver si alguien puede ayudarlos con alimentos frescos como frutas y verduras, fundamentales para la dieta especial del joven. Para la magra economía familiar es difícil comprar todos los días este tipo de productos, entonces apelaron a la solidaridad de los vecinos hasta tanto puedan encaminar la situación que les toca vivir en este momento.
Quien pueda y quiera dar una mano puede comunicarse con Mariela Acosta al 249-154 643227.