CONFLICTO EN LOIMAR
Los trabajadores de Loimar trasladaron su lucha a las puertas de la Municipalidad
Mientras la producción continúa parada, los empleados siguen resistiendo en medio de la incertidumbre de un conflicto que lleva casi cuatro meses. Ayer volvieron a visibilizar la situación en la explanada municipal, con una colecta de firmas. No descartan medidas de fuerza si no hay definiciones.
“No vamos ni para atrás ni para adelante”. La frase pronunciada por uno de los delegados de la fábrica ladrillera Loimar cuadró a la perfección para describir una situación que lleva casi cuatro meses de conflicto.
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En esa línea, los trabajadores se apostaron ayer, de forma pacífica, en la explanada del Municipio, para recolectar firmas y adhesiones, como una más de las estrategias de visibilización de la problemática, que aún no tiene definiciones.
La planta está parada desde mediados de octubre, cuando la patronal decidió echar a diez empleados y suspender a más de treinta, alegando una caída en las ventas y severos incrementos tarifarios, lo que desencadenó el prolongado conflicto.
En enero, visualizaron una señal de esperanza, cuando los representantes sindicales se reunieron con Juan Loitegui, titular de la firma, para comenzar a negociar una salida y retomar la producción, pero desde entonces no tuvieron más novedades ni certezas.
La negociación abierta en ese entonces permitió a los dos frentes reencontrarse después de mucho tiempo y conversar sobre el futuro de la fábrica. Pero la encrucijada que traba cualquier tipo de avance son los diez despidos que el empresario se empeña en sostener y los operarios rechazan porque los obreros en cuestión tienen legajos “impecables”.
Volver al trabajo
Durante la mañana de ayer, el grupo se apostó frente a la sede del Poder Ejecutivo comunal con una bandera que resume el motivo de su lucha: “Queremos trabajar”. Además, se dedicó a juntar firmas y repartir panfletos que explican las razones que los movilizan.
Funcionarios y concejales del oficialismo y la oposición se acercaron a conversar con ellos, también integrantes de la Mesa Intersindical y la gente que pasaba por el lugar y se detenía a preguntar qué sucedía.
En esta especie de “limbo”, desde hace meses los 81 empleados no perciben sus haberes, lo que obligó a algunos de ellos a recibir ayuda municipal para afrontar los gastos de alquiler y tarifa eléctrica. También han encarado días pasados una colecta de alimentos en mercados y comercios locales, para aliviar la situación, y han recibido el apoyo de comedores y organizaciones sociales.
“Nos deben mucho dinero. Al sindicato hace más de un año que no se le abonan los aportes descontados a los empleados, se han efectuado las retenciones pero nunca llegaron a la Federación (Federación Obrera Ceramista de la República Argentina)”, detalló Alberto Algañaraz, delegado gremial, quien resaltó el agradecimiento a la Municipalidad y la entidad sindical por el apoyo y acompañamiento ejercidos.
Las medidas
El Ministerio de Trabajo de la Nación hace 15 días pidió una reunión, pero el empresario informó que iba a estar de viaje, así que esa propuesta quedó en suspenso. Las carteras laborales de Nación y Provincia intervinieron en el conflicto dictando conciliaciones obligatorias e intentando acercar a las partes a dialogar, y agotaron diversas instancias de mediación.
Frente a este escenario sin solución, los operarios no descartan tomar medidas más drásticas para obtener algún tipo de respuesta. Vale reseñar que en noviembre hubo una medida de fuerza llevada adelante por los obreros, que levantaron un campamento en el acceso a la fábrica para rechazar la decisión de la patronal.
“Las medidas son analizadas constantemente, hasta ahora hemos sido cautos de todos los movimientos, manejamos el termómetro de situación pero tenemos que sí o sí salir a hacer más ruido para que alguien pongan un correctivo para que esto se regularice”, consideró José Goñi, otro de los referentes sindicales.
“Loitegui defraudó a sus trabajadores”
La planta está paralizada pero nunca se produjo el cierre de la firma. Hay una lógica, en cierta forma, de vender sin producir ni comercializar desde el espacio físico en cuestión.
En ese sentido, Goñi aseveró que se comercializa el producto de otra fábrica con el logo de la empresa y que el dueño aprovechó la tregua brindada por las conciliaciones, para sacar el stock de material que permanecía en la planta y almacenarlo con el propósito de poder seguir vendiéndolo a sus clientes. “Genera un gasto sin producir pero igual tiene ganancias”, afirmó. “Una empresa fundida es otra cosa y más si es la única, pero acá es diferente”, evaluó por su lado Algañaraz.
“Decía en todos lados con orgullo era que éramos una familia, pero defraudó a sus trabajadores. Se considera que un laburante no tiene otra vida que el trabajo, pero a través de ese trabajo tiene vida. Lo que debe entender el dueño es que hay familias, personas, negocios que viven de esto”, expresó Goñi.