TANDIL BRILLA
Las mil vidas de Darío Volonté, el cantante lírico que cree en el arte como herramienta de transformación
El tenor de fama mundial desempeñó varios oficios antes de dedicarse de lleno a la música. Además, es un veterano de Malvinas que vivió para contarlo. Humilde y expresivo, lleva su arte -que combina lo clásico y lo popular- a todos los rincones del país, y se mostró muy agradecido por poder formar parte del postergado Tandil Brilla, un encuentro muy especial para todos los tandilenses.
La figura central del Tandil Brilla será este hombre de voz estentórea, gran complexión física homologable a su enorme humildad y una simpatía arrolladora que lo han llevado a la plana mayor de la música lírica mundial. Oriundo de Buenos Aires, el intérprete se propuso combinar la ópera con la música popular y democratizar su arte visitando todos los rincones del país.
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Pero antes de cantar profesionalmente y poder vivir de eso, Volonté fue fletero, costurero y cuenta en su biografía con un detalle muy particular: es uno de los 770 sobrevivientes del hundimiento del ARA General Belgrano en el contexto del conflicto bélico del Atlántico sur. Cuando estalló la guerra de Malvinas entre Argentina y el Reino Unido tenía apenas 18 años. Recién egresado de la Escuela de Mecánica de la Armada, fue destinado a la sala de máquinas de la embarcación. El hundimiento de esta nave -que se encontraba en la zona de exclusión-, el 2 de mayo de 1982, fue uno de los episodios más sangrientos de la contienda. De los 1.029 tripulantes, fallecieron 323, prácticamente la mitad de las 649 bajas argentinas en toda la guerra.
En su paso por la ciudad, dialogó en exclusiva con El Eco de Tandil sobre su intensa vida signada por los contrastes, la búsqueda espiritual y un denominador que nunca lo abandonó: comunicar a través del arte.
-¿De qué manera se da tu acercamiento a la música lírica considerando que venías de un ambiente opuesto y suele ser un ámbito poco democratizado?
-La ópera siempre estuvo democratizada y siempre fue popular pero la gente no se dio cuenta, hay muchas cosas que suceden y uno no las identifica, pasa hoy con los medios masivos de comunicación. Hay fenómenos, tipos como Andrea Bocelli que hacen música intermedia entre lo popular y la ópera, los grandes tenores del pasado venden todavía millones de discos. Trato de recuperar ese espíritu de cuando Caruso se tomó un tren y se fue a Rosario a cantar una ópera, a Tucumán, no fue solamente al Colón.
Empecé a cantar en los coros de las iglesias nuevas apostólicas a las que yo concurría cuando era chico. La voz llamaba la atención y me pedían que cantara solista, hay unas partes de la liturgia en las que canta un barítono o tenor y me permitían cantar. Conocí a José Crea, gran solista del teatro Colón que me enseñó los primeros pasos de la lírica a nivel de técnica vocal y foco de la voz. Todo se fue dando paso a paso y me fue llevando. Cuando llegué a los 30 años pensé que tenía que resolver algunas cosas y me vino una desesperación. Empecé a cantar de grande porque yo laburaba de otras cosas, hace 25 años que canto profesionalmente pero antes trabajé 11 años de fletero entre otros oficios, y cuando pensé en eso empecé a probarme y a audicionar. La primera fue en la reapertura del teatro Avenida en la que actuó Plácido Domingo y necesitaban tenores. Yo estaba trabajando en unas mudanzas, llegué con mugre hasta la cabeza, canté el aria, me tomaron y me dieron una oportunidad muy grande. A los 34 años me fui a Europa y siguió todo. Al venir de otros trabajos nunca se me subieron los privilegios a la cabeza, sé lo que es levantarse a las 4 de la mañana para laburar. El canto es un trabajo privilegiado, puedo lograr lo que más quiero que es comunicarme con la gente
-¿Cómo te marcó ser un sobreviviente de guerra y sobreponer lo sublime de la música a la tragedia más espantosa que pueda experimentar un ser humano?
-Me marcó en varias etapas, al principio era chico y no me daba cuenta. Con la madurez te das cuenta de que es una segunda oportunidad, me dio un cierto interés en lo espiritual, como en toda tragedia hay vencedores y vencidos, gente que sobrevive y gente que se muere. Yo me salvé pero otros murieron, entonces ¿dónde está Dios? Busqué en las culturas orientales, si bien tengo una base cristiana. La guerra te muestra todas las cosas más sublimes y las más miserables. Es tremendamente trágico y fuerte que un ser humano liquide a otros por intereses. Podríamos vivir en paz pero hay algo que nos impide eso. No encontré la solución, pero en lo cotidiano busco eso y pienso que hay algo más allá del bien o del mal. En el medio hay guerras hay amores, desamores, encuentros, desencuentros, magia, ilusiones. Digamos que sobrevivir me dio una segunda oportunidad, un interés espiritual y lo más importante es la percepción de que todo es efímero. Como dice el tango “la fama es puro cuento”, vivamos, pero todo es una ilusión, no hay que creérsela, volar lo más alto posible con la patas en la tierra. Tengo una gran conciencia de ello.
Cantar para vivir
Su corazón y su oído quedaron pegados a la música que escuchó de chico, donde el tango tiene un lugar preponderante y funciona como una caja de resonancia que enriquece a todo lo demás. La plasticidad de su voz le permite jugar con los géneros y adaptar su sonido a diferentes ritmos y necesidades; juega con eso, con el público y con el variado repertorio que reúne piezas del rock nacional, el folclore, la música melódica, el bolero, la música latinoamericana y la de los arrabales porteños.
-¿Es el arte un fin en sí mismo o funciona como una herramienta para generar algún tipo de cambio en los demás?
-Mi acercamiento a este arte es una herramienta para mí y para los demás. Esa calma que tengo en mi vida cotidiana, el espíritu, trato de transmitirlo al público a través de una pieza de cualquier índole. Al alma hay que flexibilizarla para conectar con el público y que se vaya distinto a cómo llegó. El que emite el mensaje y el receptor, pero hay terceras y cuartas posiciones, qué mensaje transmitís. El arte como herramienta es movilizar el alma hacia algo mejor, por eso los países que más atención le prestan a la cultura son los que social y económicamente están más adelantados, no es una causalidad porque hace al desarrollo integral de las personas. El arte debería es un plan de Estado, es transformación, hace al movimiento natural del espíritu. No tiene que molestar, puede inquietar hacia lo positivo, a cambiar un status quo que haya que cambiar, la contemplación tienen que llevar a otro movimiento.
El resultado que va a dar en mí como artista para comunicar y que los que escucharon sean interpelados y hagan algo con eso, que sigan escuchando música, despierten su curiosidad, quieran aprender algo. Estuviste todo el día trabajando, uno que es de Tandil sale del comercio, sale del trabajo y viene a escuchar, todos se van a llevar una comunicación distinta, me importa de dónde viene cada uno, me lo imagino y me inspira cómo comunicar. Hace a la vida misma, a la esencia y que el otro haga lo que le guste con eso.
-¿El trabajo de qué artistas te ha guiado y acompañado a lo largo de tu carrera?
-Un espíritu de comunicación demoledor es un Roberto Goyeneche. Para vocalidad tanguera, Héctor Mauré. Algo mítico, Gardel. En el folclore una de las vocalidades más completa era Cafrune, todo lo que cantó lo cantó bien. En la ópera Caruso, Di Stéfano, Carreras, Pavarotti, Plácido Domingo, me voy a quedar corto. Una soprano como María Callas. Contemporáneo Leonard Warren. En la música de centroamérica Buena vista social club. Boleros, Trío Los Panchos y Los tres reyes, son referencias que uno tiene. Son trabajos muy finos y delicados, en una melodía simple hay algo especial. Goyeneche le daba bolilla a los puntos y comas, un gran fraseo. Cambalache es una ópera condensada en tres minutos, es una biblia. Los mismos temas de la humanidad aparecen en todas las culturas, todos hablamos de lo mismo. “Muchachos, acá pasa esto, el barro”. Eso es arte. Una pintura, un libro, un buen spot, un diseño. Yo no soy compositor y me parece impresionante cuando alguien compone una melodía, Gabo Ferro es espectacular. El arte es la vida. Lo del Tandil brilla va a ser más festivo pero siempre se puede meter algo reflexivo, incluso con un tono jocoso.
Se despide cantando un fragmento del tango Desencuentro, de Castillo y Troilo. “Estás desorientado y no sabés qué ‘trole’ hay que tomar para seguir. Y en este desencuentro con la fe, querés cruzar el mar y no podés. Por eso en tu total fracaso de vivir, ni el tiro del final te va a salir”. Desgarrador. Intenso. El sonido de su voz inunda la habitación. Para cantar hay que hacerlo con convicción. A Volonté le sobra. Y lo transmite cada vez que se comunica con el público, ya sea en el teatro Colón, en la Scala de Milán o como hará próximamente en el emblemático murallón del Dique. Pasen y escuchen, no se arrepentirán.