Ecología y medio ambiente
La Paloma creó un biofertilizante natural y continúa desarrollando productos orgánicos
En los inicios de la pandemia surgió esta iniciativa como una forma de aprovechar el estiércol de los caballos de la Asociación Tandilense de Equinoterapia. Luego, surgió el emprendimiento de las biobriquetas, elaboradas con la misma materia prima y ahora están trabajando en nuevo productos que siguen la misma línea de cuidado del medio ambiente.
La Asociación Tandilense de Equinoterapia La Paloma desarrolló un biofertilizante natural en pleno contexto de pandemia y luego lanzó también unas biobriquetas, siempre en el marco de reciclar desechos y del cuidado del medio ambiente.
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A su vez, ahora están trabajando en dos proyectos nuevos, que son el cultivo de hongos y girgolas y la elaboración de biomacetas.
Mariana Galufa, la veterinaria holística de la institución, explicó a El Eco de Tandil que “esto nace en La Paloma bajo el concepto de economía circular. Nuestros caballos están alimentados con alfalfa, y no reciben medicamentos, entonces a partir de una intervención que tuvimos con la Facultad de Ciencias Veterinarias y el Municipio, que conseguimos un subsidio para el packaging, se generó un biofertilizante que funciona muy bien”.
“Ya lo han probado en muchos lugares. Está en puntos de venta de Tandil y otras ciudades, en Bahía Blanca y Mendoza también. En enero lo lanzamos, de hecho el Municipio aportó a esto. Está en varios viveros, en muchos bioalmacenes”, detalló.
Resaltó que el proyecto fue motorizado por la directora de la institución Laura Malleville y también por Julieta Malleville, la cofundadora.
Biobriquetas
Dos meses atrás en tanto, lanzaron otro producto nuevo que son las biobriquetas, que se hacen con “el mismo estiércol que tiene las mismas características pero se forman unas briquetas que las cocinamos durante 4 meses, que son biodegradables, se colocan, se esperan 15 minutos y se puede prender hasta un quebracho, duran 2 horas y media”.
“El concepto es reciclar los desechos, reutilizarlos y cuidar el medio ambiente”, resaltó.
Por otro lado, contó que ahora están “ensayando cultivos de champignones y girgolas con el sustrato mismo del estiércol. Estamos investigando diferentes métodos para que la gente autocultive sus hongos, y después estamos armando biomacetas con ese mismo sustrato que se le agregan un par de cosas degradables, y esos dos últimos productos no salieron aún, están en proceso”.
El biofertilizante
Respecto al biofertilizante contó que nació en marzo de la cuarentena, y lo lanzaron al mercado en enero.
“Siempre estuvimos metidas nosotras en lo que es cuidado del medio ambiente, con la Facultad de Económicas y demás con el tema de compost, por el desecho de caballo, y esto surge porque siempre tuvimos en la cabeza la idea de hacer algo más”, recordó.
Y continuó explicando que “cuando comenzó la pandemia que no teníamos clase al principio, gastábamos 5 o 6 mil pesos por mes de containers, porque eso da un olor terrible y sabíamos qua la bosta de caballo a diferencia de la de cerdo, de vaca, es oro en polvo, ya nos lo habían dicho en la facultad, y más nuestros caballos que no comen avena, sólo alfalfa, es puro pasto”.
Tras desarrollar el producto consiguieron la habilitación de Senasa y un subsidio de 100 mil pesos del Municipio para el packaging. No obstante, aclaró que el resto del dinero “lo pusimos nosotros, no es fácil instalarlo. Tuvimos muy buena recepción”.
“Parece un tarro de dulce de leche lo abrís y no tiene olor, parece un té en hebras. Es un producto natural, la gente quiere todo rápido y ya pero esto tiene los tiempos naturales, una vez que lo usás el suelo toma ese sustrato y hay un ida y vuelta entre la planta y el biofertilizante, osea empieza a forma parte del suelo”, señaló.
Explicó que de entrada los ayudó a ahorra mucho dinero por mes de container, y después “es salir a vender para sostener, todavía no tenemos un ingreso importante de todo esto”.
Y contó que hoy en día están trabajando con dos alumnos por hora, que es lo que les permiten en el marco de la pandemia.
Recordó que “dos meses sin alumnos estuvimos, marzo y abril que estuvo todo el país frenado, el Municipio que conoce como es este lugar de amplio enseguida nos autorizó bajo un decreto, pero obviamente nos bajó un montón el alumnado, los programas no están más por ahora, solo dos alumnos por hora”.
“Uno se pone con la mente creativa y es educativo, la realidad es que es genial. Y el que lo usa y lo prueba lo vuelve a comprar”, finalizó.