La necesidad de un cambio de paradigma en la forma de producir alimentos cada vez gana más espacio
En el marco de una clase abierta y gratuita ofrecida ayer por el área de recursos naturales y sostenibilidad de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Unicen, se abordaron conceptos que buscaron demostrar que es posible hacer agricultura de otra manera, rompiendo el paradigma actual. El objetivo es lograr una actividad que sea sostenible en el tiempo, cuidando los recursos naturales.
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Los docentes universitarios también se abocaron al paro general nacional. Sin embargo, a pesar de decidir no registrar asistencia se reunieron para compartir saberes con estudiantes e interesados en mejorar los ambientes productivos. En ese contexto fue invitado el ingeniero agrónomo Santiago Sarandón, que compartió su análisis sobre los llamados agroecosistemas, con bases conceptuales para evaluar la sostenibilidad.
“El hecho de que haya que agregar un adjetivo a la palabra agricultura para explicar que es sustentable es un reconocimiento de que hay otra que puede no serlo”, explicó simplemente el experto a El Eco de Tandil. En esta línea, agregó que lo que está ocurriendo en los últimos tiempos es que se está percibiendo que hay una forma de hacer agronomía que no tiene futuro, y por el contrario, se necesita que sea sustentable, que se pueda mantener en el tiempo.
Los importantes problemas ambientales y sociales de la agricultura moderna señalan la necesidad de lograr un cambio hacia sistemas más sostenibles. Así, la agroecología viene emergiendo con gran fuerza en los últimos tiempos, como un nuevo enfoque científico que pretende encarar este desafío desde otro paradigma.
Sarandón cursó agronomía en la Universidad Nacional de La Plata y se recibió en 1980 y por aquellos tiempos no existía el concepto de agricultura sustentable. Hoy es una cátedra inevitable en la UNLP, que ha sido una de las pioneras en incorporar la agroecología como una materia de grado obligatoria e integradora.
Hacia los agroecosistemas
Por distintas razones, ya sea la degradación de los recursos, por el indiscriminado uso de pesticidas, por el deterioro de los suelos o por la pérdida de diversidad es que el método “tradicional” no se puede sostener por un período prolongado.
Como la agricultura como acción no se puede dejar de hacer porque es una de las pocas actividades del ser humano necesarias para la vida, debe continuar, es necesario afrontarla desde una perspectiva diferente.
Ya que el hombre no puede vivir sin los llamados “agroecosistemas”, porque necesita comer, vestirse, fibras y otros productos, incluso combustible, debe poder permanecer en el tiempo y la única forma de hacerlo es cuidando los recursos. En este sentido el especialista enfatizó que la agronomía es algo que se puede hacer indefinidamente, ya que consiste en un proceso que transforma la energía del sol mediante la fotosíntesis, más el dióxido de carbono, en un componente químico que se pueda comer. “Pero para hacer eso se necesita un suelo y nutrientes, que son capitales que sí se pueden deteriorar si no se cuidan, entonces la manera en que se usan puede afectar esos recursos productivos”, explicó el ingeniero agrónomo.
Aquí, además, entra en juego la biodiversidad, que es tan fundamental como la semilla misma. Por ejemplo, para cosechar el girasol se necesitan polinizadores, que uno espera naturalmente que se acerquen simplemente porque siempre ha sido así. Sin embargo, cuando la agricultura avanza, ese hábitat que necesitan para polinizar se ve cada vez más reducido, entonces va a llegar un momento en que ese girasol ya no va rendir como antes porque el proceso de polinización no está funcionando. “La forma en que se hace agronomía está deteriorando la biodiversidad, que a su vez perjudica a la propia actividad agrícola”, concluyó.
Transición
agroecológica
La agroecología aprovecha los procesos naturales de las interacciones que se producen en los campos con el fin de reducir el uso de insumos externos y mejorar la eficiencia biológica de los sistemas de cultivo. Esto se logra mediante la ampliación de la biodiversidad funcional de los agroecosistemas, condición esencial para el mantenimiento de los procesos inmunes, metabólicos y reguladores en el funcionamiento del método.
La actividad resulta ser el campo de conocimiento que tiene el fin de rediseñar los agroecosistemas para volverlos más sustentables, en un proceso designado como “transición agroecológica”. En este sentido, se vuelve necesaria la construcción del saber agroecológico con base en la articulación de apreciaciones locales y académicos, con la “efectiva e imprescindible participación de la sociedad”.
Las nuevas tecnologías diseñadas para responder a un gigantismo financiero y tecnológico están facilitando un proceso expansivo que demanda recursos naturales de base, como son tierras, agua, biodiversidad, y necesita sistemáticamente menos personas trabajando y familias en el sector rural.
“Es cierto que la tecnificación de la agricultura ha incrementado, a través de un mayor rendimiento (por unidad de área) de los cultivos, la producción de alimentos en el mundo, pero no es menos cierto también, que esto ha estado basado en el uso de dosis masivas de insumos costosos y/o escasos”, advirtió en su mensaje el especialista.
A su vez, este modelo de agricultura tampoco ha logrado solucionar el problema del hambre en la población mundial que actualmente denota que hay 1.200 millones de personas desnutridas, con dietas que no cumplen el mínimo necesario de calorías.
Otro modelo
es posible
Para Sarandón, el rinde es un concepto que queda un poco primitivo, ya que es solamente una medida de eficiencia que determina kilos por superficie, que se hace así porque por mucho tiempo la disponibilidad de tierra limitaba la capacidad productiva. Hoy hay que agregar la cantidad de energía, de agua y nutrientes, porque son recursos necesarios pero escasos a la vez. “Entonces, medir solamente rendimiento es algo fuera de lugar”, afirmó.
Por otro lado, la idea de que una producción rinda mucho a cualquier precio no tiene sentido, porque los números se van en costos como el fertilizante y la máquina que lo aplica, semilla de alta genética y pesticidas para las plagas. En este sentido lo que promueve la agroecología es que la agricultura baje los costos. Propone reemplazar esos insumos por procesos ecológicos, mejorando los mecanismos naturales para controlar plagas, que a su vez requieren de otros conocimientos.
El experto contó que la pregunta que surge inmediatamente es si realmente resulta posible. “Claro que sí”, afirmó y reconoció que hay ejemplos que lo demuestran, pero no se hace porque hay un paradigma que es un “corsé conceptual” que hace que no se crea en algo. “Hay campos que se manejan sin aplicar pesticidas y rinden muy bien y ganan mucho más dinero al disminuir enormemente los costos”, aseveró.
Apuntó a que existe un “fatalismo paradigmático” que no permite ver que hay otras formas posibles de llevar adelante una producción agrícola. “Ya nos hemos olvidado de que hubo una época en que no eran necesarios los pesticidas”, remarcó.
El caso de La Aurora
Santiago Sarandón presentó el ejemplo de un campo ubicado al sudeste de la provincia de Buenos Aires, en Benito Juárez.
Se trata de un establecimiento de tipo familiar que tiene una superficie de 650 hectáreas totales, de las cuales 186 corresponden a “bajos”.
Las conclusiones, luego de la transición de un sistema moderno a la aplicación del enfoque de la agroecología, denotan que se generó un manejo totalmente diferente al convencional llevado adelante en la zona.
La puesta en práctica de los principios teóricos de la agroecología permitió fortalecer los procesos naturales, estabilizar costos y rendimientos, disminuyendo el riesgo para el productor y brindándole la tranquilidad que él buscaba.
Es importante tomar conciencia de que muchos insumos se pueden reemplazar con procesos naturales mediante estrategias como las de incluir en la rotación aquellos cultivos que más se adapten a la zona, que permitan fijar la mayor cantidad de nutrientes en forma natural, como el carbono y el nitrógeno, y mantener la biodiversidad evitando la aplicación de productos de síntesis química que puedan alterar el natural funcionamiento del sistema.
El reemplazo de tecnologías de insumos por tecnologías de procesos llevó a disminuir el uso de energía y de dinero sin comprometer la satisfacción del productor. Los resultados obtenidos en La Aurora muestran las potencialidades de este enfoque para ser aplicado en sistemas extensivos de clima templado como los de la Región Pampeana Argentina.
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