Este domingo
Inaugurarán un mural en homenaje a Eduardo Olivero
El Museo de Bellas Artes presenta una variada oferta.
Hoy a las 15 inaugurarán un mural realizado en honor a Eduardo Olivero, el niño de La Movediza que soñaba con volar. El mismo estará ubicado en la esquina de Misiones y La Pastora, sede la Sociedad de Fomento que lleva su nombre.
Recibí las noticias en tu email
Al acto han sido invitadas las instituciones de la ciudad que llevan el nombre Eduardo Olivero, y también las organizaciones barriales, tandilenses y visitantes.
Se espera que acompañen esta actividad todas las personas interesadas en conocer más de Olivero y en compartir una tarde de reconocimiento y celebración de nuestra identidad cultural.
Entre otras propuestas, habrá palabras de las distintas instituciones de Tandil que llevan el nombre de Eduardo Olivero, Malu López, artista y docente coordinadora de la obra se referirá al proceso comunitario de construcción del mural, integrantes de la Sociedad de Fomento harán referencia a los distintos momentos de la vida de Eduardo Olivero reflejados en el relato visual, la Asamblea Barrios de Piedra hará referencia al proyecto en el cual se enmarca el mural y el Circuito cultural Eduardo Olivero, y finalmente se interpretará en vivo un tango que fuera compuesto en su honor.
Puede interesarte
Eduardo Olivero, el hijo de La Movediza que quería volar…
Eduardo Olivero nació en 1896 en la cañada, cerca de La Movediza. Hijo de italianos, Giovanni Olivero, picapedrero, y Margarita Galfre.
Cuando su maestro le dijo que un cóndor podía volar a ocho mil metros se preguntó cómo podría hacer un ser humano para volar. Apenas adolescente se fue solo a Villa Lugano, donde se entrenaban los primeros aviadores y en 1914 fue el primer tandilense en ver su lugar desde el cielo.
Lo hizo con una mujer, María Larroudé, quien fue expulsada de la escuela secundaria por la intrepidez de estar a solas con un hombre en aquel vuelo.
Aún menor de edad, cuando su padre fue convocado a la guerra, Eduardo tomó su lugar, constituyéndose en un héroe de la aviación italiana como integrante de la escuadrilla de Baraca.
Regresó con grandes honores y se dedicó a la aviación civil. En un vuelo sufrió un accidente que transfiguró su apariencia y dejó fuertes secuelas, por lo que estudió bandoneón para recuperar el movimiento que precisaba en las manos.
Batió récords, realizó la primera transmisión de radio en vuelo, y en 1921 llegó a los 8.000 metros de altura. Pero entre todas sus hazañas, la que le valió la máxima popularidad fue la protagonizada junto a Duggan y Campanelli, a bordo de un hidroavión que unió por primera vez Nueva York y Buenos Aires.
Eduardo, el niño que andaba con su petiso y su perro por La Movediza soñando con volar, dedicó su vida entera a la aviación, enseñando y proponiendo nuevos desafíos. Austero y apasionado. Celebró los 50 años de su primer vuelo sobre Tandil volviendo a pilotear sobre su barrio, y dos años después falleció.
En Tandil, una asociación, una escuela, el club de planeadores y la sociedad de fomento de La Movediza llevan su nombre. El Museo cuenta con una sala en su memoria y existe un premio con su nombre para destacar la obra de instituciones de Tandil. Sin embargo: ¿conocemos lo suficiente los tandilenses a este hijo extraordinario de La Movediza?
Con esta obra se pretende contribuir al conocimiento sobre Eduardo Olivero, el hijo de Giovanni y Margarita, cuya historia de vida es maravillosa y es necesario que las presentes generaciones conozcan. Es parte de la memoria y la identidad de los Barrios de Piedra y de Tandil.