Hoy se cumplen cinco años de la muerte del mágico René Lavand
El ilusionista de fama mundial había adoptado a Tandil como su ciudad. Falleció a los 86 años, el 7 de febrero de 2015. Logró reponerse a la adversidad para convertirse en un artista exitoso y reconocido. Todavía se extraña su presencia, sus caminatas por el centro y su estadía en los bares.
El 7 de febrero de 2015, hace cinco años, murió el ilusionista de fama internacional René Lavand, a los 86 años. Su fallecimiento causó gran consternación en Tandil, ciudad que adoptó de chico y en la dejó su huella indeleble.
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A días de su partida, el Senado de la Nación, a través de un proyecto que impulsó Eugenio “Nito” Artaza, donde se declaró el profundo pesar por el fallecimiento del ilusionista argentino de fama mundial Héctor René Lavandera, conocido artísticamente como René Lavand.
Había nacido en Buenos Aires, el 24 de septiembre de 1928. Hijo único, luego de un breve paso por Coronel Suárez, su familia se instaló Tandil, tierra que adoptó como propia y a la que siempre volvía con placer.
Cuando tenía 7 años, una tía lo llevó a ver al mago “Chang” y quedó asombrado con su destreza. Tiempo después, un amigo de su familia le enseñó a jugar a las cartas y le regaló el primer mazo que tuvo.
Un hito importante en la vida de René Lavand ocurrió en 1937, cuando tenía 9 años y vivía en Coronel Suárez. Durante los festejos de Carnaval, cuando cruzaba la calle con sus amigos, fue atropellado por un auto que le aplastó el brazo derecho. Como consecuencia, sufrió una amputación a la altura del codo y le quedó un muñón.
A pesar de la adversidad, no se dejó derrotar por el accidente y se dedicó a practicar, de manera obsesiva, la cartomagia, como autodidacta. Él contaba que no le quedó más opción, teniendo en cuenta que “todos los libros y técnicas son para magos de dos manos”, indicó.
La atracción de su espectáculo radicaba en dos cosas: la forma de superar su discapacidad y las historias, escritas mayoritariamente por sus amigos Rolando Chirico y Ricardo Martín, que contaba en sus presentaciones, donde manejaba expresivamente la pausa y el silencio como recursos.
“No se puede hacer más lento”
Trabajó como empleado del Banco Nación hasta los 32 años, hasta que en 1961 ganó una competencia en la especialidad llamada manipulación y entonces, se lanzó como profesional, actuando en televisión y en los teatros Maipo, Nacional y Tabarís.
En 1983, viajó y obtuvo reconocimiento a su labor en Estados Unidos, Europa y Japón, llegando a dar conferencias para sus colegas.
Desafiaba a sus espectadores a descubrir sus trucos con una frase recurrente, la célebre “no se puede hacer más lento”. Y en la televisión solía decir: “La cámara implacable no me deja mentir”.
Y en contraposición con “prestidigitación”, el gran René acuñó el término “lentidigitación”.
En el año 2002, interpretó a un veterano dueño de un bar y villano de barrio en el film policial “Un oso rojo”, dirigido por Adrián Caetano, y fue nominado al premio Cóndor de Plata de la Asociación de Críticos Cinematográficos de Argentina, como Revelación Masculina.
En el Festival Bacifi del año 2013, Néstor Frenkel presentó la película documental “El gran simulador”, que retrata su vida.
René Lavand fue un artista increíble, de los grandes. La ciudad le ha rendido muchos homenajes y en vida, colocó una estatua suya de cuerpo entero, que lo muestra sentado en los jardines de la Municipalidad de Tandil.
A cinco años de esta pérdida irreparable para los serranos, la magia y el misterio siguen flotando en el ambiente, como si al hablar de René una nueva ilusión fuera a deslumbrar a sus vecinos. Qué siga vivo el recuerdo de un grande que ya forma parte de la historia.