El transporte urbano pasó de facturar 13 millones de pesos a 700 mil y faltan fondos estatales
La escasa demanda de pasajeros golpeó severamente a las líneas urbanas, que no alcanzan a cubrir los gastos. Los viajes se redujeron de 620 mil en febrero a 32 mil en mayo. Se canalizaron subsidios nacionales y provinciales para contener la situación, pero el retraso del fondo compensador dejó a la mitad los sueldos de los choferes, que fueron a plantearle su problema al Municipio.
El transporte urbano de pasajeros atraviesa una situación delicada ante la retracción de la demanda y el atraso en los pagos del fondo compensador de Nación, que sirve para cubrir los gastos de las empresas en medio de la pandemia.
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En este contexto, los choferes de las seis líneas urbanas han percibido sólo la mitad de sus haberes, abonado por las compañías transportistas, pero no se alcanzaron a completar los sueldos con los subsidios y fondos nacionales y provinciales.
Ante este escenario y la falta de precisiones sobre el tema, se reunieron los representantes sindicales de la UTA (Unión Tranviarios Automotor) con el secretario de Gobierno, Miguel Lunghi (hijo), y con la presidenta de la Cámara de Transporte del Concejo Deliberante, Marcela Vairo, para evaluar la posibilidad de algún “salvataje económico” que permita afrontar los salarios adeudados hasta que se normalice el flujo de recursos.
Distintas circunstancias envuelven a los trabajadores de las firmas de larga distancia, que al llevar tres meses completamente parados, cobran un monto fijo de 32 mil pesos por parte del privado y perciben el programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) del Gobierno nacional.
La recaudación, al subsuelo
Por otro lado, Juan Antonio Bilbao, asesor de la Cámara de Transporte de Tandil, en diálogo con el ciclo “Cosas que pasan” (104.1 Tandil FM) aventuró que ya se están planteando graves problemas en la estructura de costos y mantenimiento del servicio.
“En el caso de Tandil la situación financiera de las empresarias es gravísima”, sostuvo, y evaluó que el transporte es un sector al que se maneja de manera errónea. “Es un servicio esencial y se le debe prestar atención no sólo en la pandemia, sino en la continuidad”, consideró.
Como es sabido, con la cuarentena, el poder público dictó normas regulatorias respecto del transporte para limitar la accesibilidad a muchos tipos de usuarios, lo que resintió duramente la actividad, cuyas cifras disminuyeron drásticamente. Según los datos de la cámara, a nivel local en febrero se registraron 620 mil viajes en todo el sistema de transporte urbano. En marzo bajó a 458 mil –vale recordar que el aislamiento se decretó el 20 de marzo-, y en abril y mayo los cálculos evidencian 32 mil boletos.
En tanto que el sustento de las empresas se produce a partir de los ingresos generados por los boletos, “si no hay pasajeros, no hay recaudación”, definió Bilbao. En estos meses, previsiblemente, la recaudación cayó a su mínima expresión, ya que pasó de 13 millones de pesos en febrero a 700 mil pesos en abril y 716 mil pesos en mayo.
Gastos fijos
Con el ingreso genuino de la tarifa, afirmó que no se cubren los gastos directos de los servicios. Pese a haber menos coches en la calle por la reducción de frecuencias y a recorrerse una menor cantidad de kilómetros diarios, el especialista en ingeniería de tránsito y planeamiento urbano aseveró que “no hay menos costo, los salarios y cargas sociales no se recortan, los gastos son proporcionales a los kilómetros recorridos, pero a los gastos fijos no hay forma de escaparles”.
Además, indicó que en el caso de Tandil, los subsidios constituyen una porción cuasi irrelevante de los ingresos de las empresas, a diferencia del conurbano. “El caudal de ingresos es por el corte de boletos y no alcanza a cubrir los gastos directos ni los salarios”, objetó.
“En estos días va a haber un conflicto porque el personal quiere cobrar y la empresa no tiene ingreso genuino ni financiamiento, y no han pagado las compensaciones tarifarias. A fines de mayo se cumplió otro mes que se arrastra el déficit, eso es endeudamiento y pérdida de patrimonio, que puede llevar a una crisis y convocatoria de acreedores”, advirtió.
El vector de contagio
El gran problema del transporte público es su enorme potencial como vector de contagio y su situación será de las últimas en normalizarse. De hecho, en la zona metropolitana y la Capital Federal, el presidente Alberto Fernández anunció que caducaron todos los permisos vigentes de usuarios del transporte público para garantizar que sólo viajen los trabajadores esenciales, y abogó por restringir la circulación en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) ante el aumento de casos de coronavirus.
Si bien esta medida ya estaba en vigencia, el Gobierno decidió que todos los usuarios que sean trabajadores esenciales vuelvan a tramitar sus permisos, para un mayor control debido al incremento de la circulación entre el conurbano y la ciudad de Buenos Aires.
En el caso de Tandil, al hallarse en la Fase 5, no rigen tales restricciones pero las frecuencias y horarios continúan acotados, y no se brinda el servicio ni los domingos ni los feriados. En este punto, Bilbao expuso que los colectivos son un espacio propicio para el contagio porque en condiciones normales no se pueden respetar las distancias aconsejadas. En la actualidad, además de las medidas de higiene y desinfección y el uso de tapabocas, las unidades tienen que ir ocupadas al 60 por ciento de la capacidad de asientos, muy lejos de las imágenes habituales en horas pico, con decenas de personas apretadas y encimadas, un cuadro difícil de pensar hoy.
Asimismo, destacó que en los grandes centros urbanos se podría a largo plazo efectuar un control de infectados y limitar la posibilidad de que viajen en un servicio público, pero esa premisa podría generar roces con los principios básicos de un servicio público, que debe ser garantizado para todos.