El centro de Atención Temprana del Desarrollo Infantil ofrece una alternativa gratuita en educación especial
El centro de Atención Temprana del Desarrollo Infantil es el único establecimiento de gestión estatal de la ciudad que constituye el primer escalón de la educación especial. Quienes trabajan allí, llevan adelante su tarea con la convicción de ofrecer lo mejor a todos los pequeños que llegan al lugar.
Trabajar de lo que se ama es un privilegio. Y cuando el trabajo que se lleva adelante le mejora la vida a otra persona, es doblemente gratificante. Al menos así piensan Marcela Cuburu, Silvina Izuzquiza y Maricel Dinelli, directora, terapista ocupacional y asistente educacional respectivamente, del centro de Atención Temprana del Desarrollo Infantil (ATDI), sito en Garibaldi 743. Las mujeres se acercaron a conversar con El Eco de Tandil para contar cómo funciona el establecimiento en la ciudad y con qué desafíos se enfrentan a la hora de desempeñar su trabajo.
Recibí las noticias en tu email
El espacio educativo -único de gestión estatal en la ciudad- que depende de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, existe desde 1991 y constituye el primer escalón de la educación especial. La institución recibe bebés a partir de los 45 días de vida y hasta los tres años que tengan algún diagnóstico o derivación profesional, o presenten algún riesgo en el desarrollo, por ejemplo, los niños prematuros.
Ellas y los profesionales que completan el equipo de trabajo, entre los que se encuentran una asistente social, una fonoaudióloga y seis maestros estimuladores, trabajan con pequeños que presentan patologías instaladas, lesiones cerebrales, daño motriz, problemas visuales, auditivos o del lenguaje.
“Observamos signos, hacemos evaluación de desarrollo y vemos si es necesario seguir interviniendo. A veces nos derivan de otros jardines niños con signos de TEA, previo evaluaciones. Observamos signos atípicos en el desarrollo, a veces no hay un diagnóstico certero porque son muy pequeños”, señaló Silvina. En el centro de ATDI comienza una trayectoria educativa que después continúa en el jardín y en la primaria.
El trabajo en red
“Trabajamos en red con el hospital municipal, el Hospital de Niños, jardines maternales, guarderías, concurrimos a los centros de salud de todos los barrios. El contacto es fundamental. Trabajamos con pediatras, trabajadores sociales, para conocer los casos y situaciones, poder acercarnos”, explicó Marcela.
La observación es un pilar fundamental, porque ante algún signo de alerta o riesgo en el desarrollo, los pequeños son derivados al establecimiento. Por eso, una de las áreas del proyecto institucional que siguen es la sociocomunitaria, donde es fundamental el trabajo articulado con los demás actores sociales.
Los técnicos y docentes trabajan en la sede, y concurren a los centros de salud de los barrios una vez por semana. Además, mantienen articulaciones con jardines maternales y guardería.
“Se trabaja con una propuesta educativa de inclusión. Por eso la maestra acompaña esa trayectoria educativa. ¿Qué enseñamos a un bebé? El trabajo se hace con el niño y la familia. Es un trabajo para enseñar contenidos que son del nivel inicial, primer ciclo. Se enseña lo vincular, el apego, la comunicación, el lenguaje, el desarrollo motor. La idea es que todo lo que se hace en la escuela continúe en las casas”, manifestaron las profesionales.
El encuentro con el otro
En la institución educativa, también agrupan a los niños que comparten algún rasgo, para que las madres puedan conocerse y conversar de lo que les sucede. “A veces es necesario encontrarse con el otro, se construye y pueden compartir, es importante que no solo le pasa a uno sino que hay otros a los que les pasa lo mismo”, expresó la directora. Por su parte, Maricel sostuvo que “se sienten contenidas. Es muy favorecedor para su desarrollo y aprendizaje”.
La visita domiciliaria pedagógica, es una instancia en la que no solamente se trabaja en la institución, ya que consideran que es bueno y beneficioso conocer el entorno familiar, para que ellos puedan trabajar con lo que se tiene en el hogar. “Se hace un seguimiento, estamos en continuo diálogo con la familia para ayudar en lo que se necesite”, aclararon.
Actualmente, hay 65 pequeños que concurren al centro de Atención Temprana del Desarrollo Infantil, y las educadoras refirieron que muchas veces llama la atención que sea gratuito y las familias preguntan cuánto tienen que pagar. “Es público y gratuito, para todos”, remarcaron.
Marcela Cuburu destacó el contexto de crisis por el que atraviesa la educación pública en el país y la Provincia.
“La escuela pública está en plena crisis y luchamos para que esto continúe, que sigamos con la mejor fortaleza posible, es una escuela gratuita, en la situación docente compleja que vivimos seguimos apostando a la educación pública porque esto es para todos los niños. Hasta ahora no hemos tenido problemas pero eso no quiere decir que estemos libres de eso. Sabemos que pasa en otros lados y nos solidarizamos. El recorte en educación es algo que se esta viendo y es real”, afirmó.
La importancia de la atención temprana
Contra viento y marea, ellas realizan su trabajo con amor y convicción. Si se les pregunta si volverían a elegir los que hacen, ninguna duda en responder que sí con firmeza y una sonrisa.
Los beneficios que la estimulación temprana brinda a los bebés y niños son múltiples y todo es ganancia en calidad de vida para ellos y sus familias.
“Cuando inician trayectoria en ATDI la familia aprende lo que es una institución, nosotros tenemos un equipo muy fuerte, personal formado y especializado que puede orientar. El jardín ya sabe quién es ese niño que recibe, lo conocemos, sabemos cómo es, cómo es su desarrollo, si habla o no, si camina, conocemos a su familia”, señaló Marcela.
Para Maricel, los avances siempre se notan por mínimos que sean. Y Silvina suscribe a esa idea aportando que en esa etapa del desarrollo, el cerebro es sumamente plástico, “no es lo mismo intervenir en un bebé que en un niño de cinco años, se mejora calidad de vida. Generando modificaciones en el ambiente y el juego es otro niño el que va a llegar al jardín”.
Cada una tiene su historia y formación, pero coinciden en el amor y la dedicación que le imprimen a sus tareas. Juegan, arrancan sonrisas, conectan con su niño interior y saben que lo que hacen genera un impacto positivo en la vida de otras personas. Eso se plasma en la gratitud que reciben a diario, en las palabras y los gestos de los pequeños y sus familias.
Cuando una madre logra conectarse con su hijo, vencer las barreas y los prejuicios, ellas sienten que su esfuerzo tiene sentido. Que las lágrimas de emoción de un padre que logra jugar o cantarle a su hijo son un motor para seguir adelante. “Es gratificante cuando te das cuenta de que sirvió lo que uno ofreció”, indicó la psicopedagoga del grupo.
Al finalizar la conversación, las tres mujeres resumieron su trabajo y lo que significa a través de tres conceptos: construcción, desarrollo y aprendizaje.
Por eso apuestan a seguir construyendo el camino en equipo, ofreciendo lo mejor de cada una de ellas para que el inicio de la vida sea lo mejor posible allí donde su ayuda es requerida.
Este contenido no está abierto a comentarios