Ante la imposibilidad de retirar los adoquines del centro, apuestan a evitar el tránsito pesado
Luego de que un colectivo pisara un adoquín suelto y lo enviara contra la vidriera de un bar, las opiniones encontradas sobre las calles con pavimento de adoquín resurgieron. Muchas personas creen que hay que mantenerlas y otras tantas que deben ser modificadas. Sin embargo, hay una ordenanza que prohíbe retirar los adoquines, motivo por el cual el arquitecto Guadagna señaló que lo que debe modificarse son los recorridos del transporte público.
El estado de las calles de la ciudad y las arterias con adoquines son algunos de los temas que más preocupan a los tandilenses a la hora de circular en automóvil, ya que los hundimientos y los pozos pueden llegar a causar severos daños en el carro.
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De hecho, recientemente ocurrió un hecho que despertó las críticas de muchos vecinos y que, afortunadamente, no terminó con ningún herido. El martes pasado, un colectivo que circulaba por Pinto y que dobló hacia Yrigoyen pisó un adoquín suelto, el cual salió volando para un costado e impactó contra la vidriera de un bar ubicado en aquella esquina. En ese momento, una persona salía justo del espacio gastronómico pero por suerte no fue golpeada.
Al tomar conocimiento público este caso, las comentarios negativos comenzaron a resurgir, por lo que desde este medio se realizó una encuesta entre los lectores. Si bien un alto porcentaje estuvo de acuerdo con mantener las calles de granitullo y las empedradas, la mayoría señaló que no le parecía correcto. “Rompemos todos los autos” o “es estético para la ciudad, pero ya no va”, fueron algunos de los comentarios realizados por los entrevistados.
Sin embargo, Roberto Guadagna, secretario de Planeamiento y Obras Públicas, informó que “las cuadras céntricas tienen protección patrimonial”, razón por la cual no puede ser modificado el pavimento.
En diálogo con El Eco de Tandil, Guadagna distinguió lo que es el granitullo del empedrado: “Hay diferencias. El del centro es granitullo, son piedras más chicas; el de Sarmiento entre Santamarina y 4 de Abril, por ejemplo, es empedrado”.
Por otra parte, contó que al estar declarado como patrimonio, sólo se puede hacer mantenimiento y explicó que para realizarlo, desde la Dirección de Vialidad dividieron la ciudad en dos cuadrillas. “Más que de mantenimiento, en realidad ahora es de reparación”, aclaró.
El grave problema que presenta el trabajo con adoquín es que es completamente manual, motivo por el cual “no hay manera de calcular el tiempo” puesto que se debe evaluar cómo está el soporte del suelo, ver de qué forma está abajo y pensar qué es lo que se debe rehacer.
“Está llevando más o menos un mes, o a veces dos, reparar una cuadra. Y no es un tema de que a la gente hay que apurarla más. No, es el ritmo de ese tipo de oficio”, enfatizó el arquitecto. En el reciente caso acontecido en la intersección de Pinto e Yrigoyen trabajaron cinco personas y se demoró dos días en reparar lo dañado.
Situaciones como la mencionada hay varias en la ciudad. De hecho, sin ir más lejos, en Belgrano y Chacabuco las condiciones de las piedras sueltas son similares. Además, en varias cuadras más parecieran haber pozos en las calles. Empero, según indicó el secretario de Planeamiento y Obras Públicas “en realidad son hundimientos que presenta el pavimento de granitullo”.
“Si me preguntan a mí, creo que ni habría que revisar la ordenanza, me parece que es parte del patrimonio y no deberían cambiarse”, evaluó respecto a la postura de muchos tandilenses que claman por asfalto. No obstante, cabe remarcar que de todas maneras no se pueden reemplazar los adoquines colocados en las calles que se encuentran dentro de las cuatro avenidas (Avellaneda, España, Santamarina y Rivadavia).
Añadió Guadagna que en realidad fueron pensados hace más de 150 años con un costado ecológico. “Las juntas eran para que entrara agua y saliera humedad, de modo que permitiera oxigenar el pavimento ante el calor del verano para así no sufrir un calentamiento del pavimento como el que tenemos hoy, donde rebota y vuelve al ambiente. Tiene un costado de sustentabilidad bastante alto”, detalló
“Hay que modificar los recorridos del transporte público”
Al estar declarado como patrimonio, no pueden ser modificadas las calles. Empero, lo que sí puede cambiarse es la frecuencia y los recorridos de los transportes públicos de pasajeros, que son los que más daño causan en el granitullo.
“Lejos de pensar en pavimentarlo, tenemos que resolver el transporte pesado y el transporte de colectivos; hay que ver cómo sale de esa zona”, sostuvo el arquitecto y agregó que fueron construidas con la expectativa de que pasara el carruaje pero, con el avance de la industria “estamos poniendo vehículos que con gente pesan hasta siete mil kilos, más allá de que tienen ruedas de goma y distribuyen las cargas”.
De hecho, hay estudios, miradas y remiradas sobre este tema, sobre cómo debería ser el flujo vehicular de transporte púbico de pasajeros dentro del área central ampliada (encuadrada dentro de las cuatro avenidas) y sobre qué tipo de unidades deberían circular. El momento de debatirlo, según advirtió Guadagna, será en el próximo proceso de licitación y concesiones. En aquel momento, no sólo se discutirá acerca de lo expuesto sino que también se charlará sobre los recorridos en toda la ciudad y los problemas que se registran con algunas frecuencias.
El adoquín no se usa más
Si bien ya las cuadras que presentan pavimento de adoquín no pueden ser reemplazadas por asfalto, la realidad es que ya tampoco se utilizan este tipo de piedras para repavimentar o pavimentar nuevas calles.
De todas maneras, Vialidad sí posee entre tres mil y cuatro mil adoquines que fueron retirados por diferentes circunstancias y que se emplean para la reparación de ciertos lugares.
“No hay reposición por la cotidianeidad de los tiempos. En primer lugar, a partir de la Ley de Paisaje Protegido y el Plan de Desarrollo Territorial, no tenés lugares de explotación. Segundo, es un trabajo totalmente manual y, de hecho, ya no tenemos picapedreros; en términos sociales es una industria artesanal extinguida y paralelamente altamente costosa”, explicitó Guadagna.
Agregó que lo que hace el Municipio con presupuesto propio al momento de tomar una decisión es apostar por el hormigón armado o por el pavimento de asfalto caliente. “Son las dos líneas con las que trabajamos”, esbozó y finalizó exponiendo: “En una ciudad como Tandil, que hoy tenés alrededor de cuatro mil calles de tierra que cuesta pavimentar, imaginate si hubiera que pensarlo con adoquines”.