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Anohmia: desde Tandil, 20 años junto al heavy metal
Mientras preparan su nuevo material, recibieron a El Eco de Tandil para charlar sobre su historia y su activo presente.
Pasaron casi 20 años desde que Anohmia se presentó por primera vez en un escenario local. Fue en la madrugada de un 11 de septiembre, sobre la avenida Colón, en un local que ya no existe. El cantante y el bajista ya tenían su recorrido en el heavy metal, pero el baterista y el guitarrista apenas si habían cumplido 14 años.
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Dos décadas, decenas de recitales, un disco de estudio y la participación en algunos compilados después, los mismos se reunieron como cada semana en otro reducto perdido en los márgenes de Villa Italia, ahí donde se terminan el asfalto y el alumbrado público. Fue para recibir a El Eco de Tandil y charlar sobre la historia de la banda y su activo presente.
Después de presentarse este sábado 11 en la Incubadora de Arte, como parte del festival Remera con Mostaza 2, se dedicarán a terminar un álbum -sucesor de “De principios y finales”- que preparan desde la pandemia, cuando –sin la posibilidad de reunirse-comenzaron a intercambiarse archivos de temas nuevos y algunos que habían quedado sin grabar.
“No le ponemos fecha porque lo estamos haciendo a pulmón y tranquilos”, contó Alejandro Gabriele, cantante y guitarrista. Fue él quien dio el primer paso para formar la banda. Nacido en Tandil, recaló durante su niñez en Derqui donde –tren de por medio- conoció la “movida heavy metal” del Gran Buenos Aires de finales de los 90’.
A su regreso a la ciudad pasó por una banda pionera del género a nivel local, Ácrata. Tras la disolución del grupo reclutó primero a René y después a Daniel, un chico al que habían visto tocando un tema de Metallica en una audición de la Escuela Municipal de Música Popular. Sumaron a “Beto”, otro adolescente que daba sus primeros pasos en la música, pero que ya entonces le sacaba chispas a su Ibanez violeta.
Para nombrar al nuevo proyecto, Alejandro recordó una palabra que había anotado en una cartuchera durante una clase de educación cívica en el secundario, anomia. Le recordaba a algunas bandas que le gustaban de “compases irregulares y estructuras complejas de canciones”.
De hecho Anohmia tiene mucho de eso. Los temas son extensos, se transforman, progresan mientras las guitarras trazan a toda velocidad dibujos angulosos, filosos, cortantes.
“El metal es lo que me conecta con lo más esencial. Con eso que viene de cuando yo era chiquitito y soñaba con tener una banda”, contó Beto, en una frase que podría representar a todos los integrantes de la banda.
Entre el despliegue técnico y el sonido crudo, Anohmia atravesó dos décadas no tanto en un estudio de grabación como tocando en vivo. Así, recorrieron la ciudad y las localidades de la región. “Nos hemos pasado la vida yendo a tocar a todos lados”, dijo Alejandro. Más motivados por su activo presente que por su historia, junto a René López, Daniel Salicce y Leandro “Beto” Daddasio cruzaron la puerta negra de la sala de ensayo y dialogaron con El Eco de Tandil.
“No se explica”
-Están por cumplir 20 años con Anohmia. Si miran para atrás en ese recorrido, ¿Qué ven?
-Daniel: Veo más de la mitad de mi vida. Porque empezamos desde chicos con este, y pasó el tiempo, y es más el tiempo que estuve en actividad con la banda que no. Así que también es el lugar donde crecimos.
-¿Y cómo empezó el proyecto?
-Alejandro: Yo tocaba anteriormente en otra banda, que duró unos 5 años, se llamaba Ácrata. Tocaba la guitarra. Cuando se separó esa banda lo fui a buscar a René. Siempre nos cruzábamos en la calle y decíamos de hacer algo. Pero un día me fui hasta la casa. Y ahí nomás lo llamamos a Dani, porque estaba audicionando en la Escuela de Música y era tremendo. Tocó un tema de Metallica y era re chiquito. Esa es la historia.
-Estás en el metal desde hace mucho tiempo, ¿había movida en la ciudad entonces?
- Alejandro: Yo venía de Buenos Aires donde había mucha movida. Nací en Tandil y de chico me fui a Buenos Aires. En ese lapso alcancé a conocer recitales de death metal, punk, hardcore punk, había mucha movida en la calle, era tremendo. Fue a finales de los 90, en el Gran Buenos Aires, San Martín, José C. Paz, San Miguel, Pilar. Yo vivía en Derqui, tomaba un tren y me iba a ver bandas.
Y cuando vine acá no casi había nada. Estaba Scarface en su último momento. Pero bueno, eso es historia del pasado. Estamos con un presente bastante activo.
-¿Estuvieron grabando un disco nuevo?
- Daniel: Estuvimos grabando, sí. Tenemos un montón de temas que van a salir en nuestro segundo disco. Es una producción que hacemos nosotros y luego enviamos para mezclar, en este caso a Polito, que es un chico que graba acá en Tandil.
Aprendimos mucho con el tema de grabación. Es una necesidad para el músico, para poder plasmar lo que hace con los menores recursos posibles, por el tema económico también.
-¿Lo grabaron ustedes?
-Alejandro: Lo grabamos todo casero. La grabación la hicimos nosotros, en un home studio. Es lo que nos dio el cuero y aprendimos un montón. Tuvimos que aprender porque pasamos la pandemia. Cuando no podíamos salir, nos poníamos a grabar y nos mandábamos las cosas. Lo editamos un poco nosotros y ahora ya se lo pasamos a un productor que está haciendo un buen trabajo.
-¿Qué pueden contar de ese disco? ¿Cómo lo definirían?
-Daniel: Tenemos canciones nuevas pero siempre tenemos alguna que no grabamos o que queremos volver a grabar. Entonces el disco se compone de canciones nuevas y canciones viejas que vamos tratando de sacar. No le ponemos fecha porque lo estamos haciendo a pulmón y tranquilos
-Beto: Sí, hay canciones que fueron compuestas hace 20 años casi, y canciones que fueron compuestas hace 1 o 2 años en el mismo disco. Hay como mucha variedad.
-¿Son una banda más del show en vivo que del disco de estudio?
-Alejandro: Sí, nos hemos pasado toda la vida yendo a tocar a todos lados. Aunque nunca lo planificamos. Yo supongo que algunos deben tener una agenda en la que entran a grabar, después salen a tocar y así.
Nosotros salíamos a tocar todo el tiempo. Estuvimos como 15 años para hacer un disco. Pero nos tocamos todo, por todos lados acá en la región nos conocen.
-Después de 20 años o más tocando ¿Qué es el metal para ustedes?
- Alejandro: Creo que 80% de mi vida. Una exageración, una enfermedad,¿No? Porque no se explica. Bueno, en el caso de ellos no, tienen muchos proyectos, las cosas que hacen son infinitas.
-Daniel: Yo estoy en Anohmia y estoy tocando en otras bandas, con mucha actividad en la batería. Me propuse hacer diversas cosas, pero seguir siempre de la mano de Anohmia, que es donde aprendí.
Me gustan todos los estilos musicales. Pero hay mucho cariño con el metal. Entonces ahí comparto un poco eso de que es una parte muy grande de la vida. Y también una muestra de qué tan grande puede ser la cultura como herramienta. Ahora que soy profe, con chicos jóvenes o adolescentes, veo la emoción que tienen. Es un poco la que tenía yo a su edad. Entonces se convierte en algo que trasciende a uno. Y contagia a los demás para algo bueno. Eso para mía está muy ligado al metal.
-Leandro: En mi caso, la música para mí es mi vida. En el sentido de que yo decidí hacer todo en mi vida a través de la música. Dedicarme a trabajar en la música y dedicarme a tener una banda. Pero el metal es lo que por ahí me conecta con lo más esencial, lo más emocional. Con eso que viene de cuando yo era chiquitito y soñaba con tener la banda, y sacaba mis canciones.
Si bien toco otros estilos de música, y la guitarra criolla, el metal es lo que me hace sentir casi casi como un niño de vuelta. Afrontando sus canciones y queriendo sonar cada vez mejor, con un sentimiento muy fuerte que se disfruta mucho.