Unas 200 personas participan del cruce cordillerano en mula
La travesía, que concluirá mañana en el hito fronterizo Come Caballos, con un encuentro con una comitiva chilena, es encabezada por el gobernador de La Rioja, Luis Beder Herrera, y recorre senderos bordeados por los paisajes multicolores de las montañas riojanas, con predominio del rojo y el azul del cielo.
El gobernador presidió ayer la ceremonia oficial de partida desde la localidad de Guandacol, de donde el 22 de enero de 1817 salió una columna de 350 milicianos al mando de Zelaya y Dávila, para tomar las ciudades de Copiapó y Huasco, que estaban en manos de españoles.
La denominada “Expedición Zelada Dávila”, que se recuerda con este cruce, se realizó a pedido del General San Martín, con la intención de debilitar a las fuerzas colonialistas y asegurar su triunfo en la Batalla de Chacabuco al mes siguiente, tras cruzar por San Juan con el Ejército Libertador.
Esa epopeya se emula de manera simbólica, ya que el trayecto de unos 270 kilómetros entre Guandacol y Barrancas Blancas se realiza en vehículos a motor.
Los choferes que guían en ese tramo son especializados en montaña y deben guiar por cuestas, barrancas, caracoles de los sinuosos y polvorientos caminos de ripio rojizo, siempre en ascenso, también enmarcados por la policromía de los cerros, a partir de la localidad de Vinchina.
Después de este pueblo, que tiene sólo una calle que lo atraviesa trasversalmente, el camino entra en su etapa más entretenida al internarse en la Quebrada de la Troya y bordea el río del mismo nombre, que en esta época es un hilo de agua que baja de varios nevados, alimentado por numerosos afluentes.
A ambos lados del camino surgen curiosas formas naturales, producto de la erosión causada por las aguas, el viento y la lluvia durante millones de años.
Entre ellas se destaca La Pirámide, una figura rojo ladrillo, cerca de la cual también hay un alero con huellas de manos precolombinas y, no muy lejos de la ruta, restos de un bosque petrificado.
Más arriba, sobre la derecha surge una amplia y verde vega, por la que corren hilos de agua salada, y se ven las cumbres nevadas de Pissis, el Bonete Chico y el Cráter Corona del Inca.
Junto al cauce seco del río que cruza la ruta en Punta Negra, aún se ven las huellas de los vehículos que compitieron en el último Rally Dakar, cuando bajaron de la blancuzca Quebrada del Yeso.
En la Punta del Agua, donde confluyen varios arroyos que desaparecen bajo la tierra, está la gruta de la Virgen de Andacollo.
Otro punto destacado es la Quebrada de las Vacas Secas, que es una base para los montañistas que escalan el Pissis, el Veladero y el Cráter Corona del Inca.
A pocos metros, un sitio histórico lo constituye el Refugio del Peñón, una construcción de adobe y paja, edificada a 3.600 metros en 1873, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento.
Luego de un gran esfuerzo de motores en la Cuesta de la Laguna, se llega al mayor atractivo paisajístico de la zona: Laguna Brava, un sitio Ramsar, como denominó a las estaciones de aves migratorias una convención realizada en la ciudad iraní del mismo nombre, lo que la califica como área protegida internacional.
Esta laguna, habitada por diversas aves zancudas, está compuesta de agua, sal y nieve, sobre las que se ven constantes remolinos de “viento blanco”, con el Pissis al fondo, cuyas laderas azuladas contrastan con el rojo que predomina en la zona y el blanco de sus nieves.
Después de pasar el Refugio El Veladero, se sube a 4.200 metros y un desvío de la ruta lleva al Refugio Barrancas Blancas, unos 400 metros más abajo, protegido del viento por lisos cerros rojos y amarillentos.
La belleza del paisaje va de la mano con las dificultades para recorrerlo, debido al terreno y a la falta de oxígeno en el aire a medida que se asciende.
Prueba de ello lo dieron ayer varias bajas entre los expedicionarios, que afectados por la altura fueron retirados de la expedición por prescripción médica o trasladados a camionetas que acompañarán la expedición hasta donde el camino lo permita.
Otra muestra fue el accidente de un camión que transportaba mulas y volcó poco antes del refugio Barrancas Blancas, y si bien el conductor salió ileso, debieron sacrificar tres animales, en tanto otros seis sufrieron lesiones y tampoco seguirán en la expedición.
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