Se presentó en Tandil el libro “Escritos desobedientes”, recopilación de textos de hijos de genocidas
Se presentó en la Unicen el libro del Colectivo Historias Desobedientes, que reúne relatos de los familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Sus integrantes narraron cómo fue el rompimiento vincular con su propia historia y la necesidad de encontrarse para constituirse colectivamente como actores políticos y sociales en el entramado de la reconstrucción de la memoria.
Escritos Desobedientes es una recopilación de textos redactados antes y durante la creación del colectivo Historias Desobedientes y con Faltas de Ortografía, que reúne a familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia. El jueves, Analía Kalinec, Gonzalo Fichera y Néstor Rojo, integrantes del colectivo, presentaron formalmente el libro en la Facultad de Arte de la Unicen, como cierre de lo que fueron las actividades enmarcadas dentro del ciclo Marzo por la Memoria.
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Adoptando diversos lenguajes −desde el ensayo a la novela, del manifiesto a la poesía, de la dramaturgia al posteo en redes sociales−, las y los autores de este libro se confrontan con la dificultad de expresar los sutiles y perversos vínculos entre el genocidio y la familia como núcleo de silenciamiento, sumisión y violencia patriarcal. Estos escritos señalan la dimensión privada y humana de quienes perpetraron los crímenes más atroces en la historia social.
En diálogo con El Eco de Tandil, los tres integrantes del movimiento fueron más allá de sus historias personales y profundizaron en la potencia de la fuerza colectiva como eje para la reconstitución de la memoria.
Se definen como un colectivo con injerencia en lo político-social con un marcado perfil orientado a la defensa de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia y dirigido a coadyuvar a que nunca más las fuerzas armadas y de seguridad se utilicen como brazo armado y represor hacia la sociedad.
La palabra que brota
En agosto de 2005 el padre de Analía Kalinec, Eduardo Kalinec, un policía retirado de las fuerzas federales, fue detenido y acusado de crímenes de lesa humanidad. Años después fue declarado culpable y condenado a cadena perpetua. Cumple su condena en el penal de Marcos Paz.
Analía tuvo un vínculo amoroso con su padre hasta que, luego de años de elaboración y gracias a la reapertura de los juicios, rompió con él. Ahora, su progenitor junto a sus dos hermanas menores (ambas integrantes de la Policía Federal) la demandaron bajo la figura de “indignidad” contemplada en el Código Civil y Comercial, con la finalidad quitarle la herencia de su madre, fallecida en el año 2015.
Con sus ojos claros vívidos, Analía contó la génesis del grupo que le permitió poner de manifiesto su subjetividad y encontrarse con otras personas que pasaban por lo mismo.
“Este el primer libro curado del colectivo, y también es la demostración concreta de la necesidad de palabra que tenemos. Encontrarnos, empezar a socializar y comenzar a ver que muchos usamos la palabra escrita como medio de tramitación de nuestra historia en la intimidad. La palabra oprimida brota en nuestras historias que se materializan en este libro”, afirmó.
Sobre el inicio de colectivo, relató que se encontró con Liliana Furio (quien tiene a su padre condenado por delitos de lesa humanidad en Mendoza) a partir de que ella leyera un testimonio que Analía publicó en el volumen “Hijos de los 70’s”. El contacto se hizo a través de las redes sociales y ambas mujeres concurrieron juntas a la marcha que se realizó el 10 de mayo de 2017 contra el beneficio del 2×1 que la Corte había firmado a favor de los genocidas condenados, que finalmente fue anulado debido a la presión pública.
Seguidamente, la hija del represor Miguel Etchecolatz, Mariana Dopazo, concedió una nota a un medio nacional bajo el título “Marché contra mi padre genocida”.
“Luego de la nota de Mariana empezamos a ver muchos comentarios en las redes y detectar que había otros familiares de genocidas. Hicimos una primera reunión el 25 de mayo éramos seis personas. Los medios comenzaron a interesarse, yo tenía el blog y di esa dirección de esa mail. Decidimos usar esa página como referencia, nos pusimos todos de administradores y al otro día ya teníamos 7 mil seguidores en Facebook. Nuestra primera salida de acción política fue participar en la marcha Ni Una Menos del 3 de junio”, prosiguió.
“Nos paramos desde ese lugar que es el que nos toca, tener un vínculo filiatorio con los genocidas y usar esa palabra, en vez de represores y en el marco de un gobierno represor como el actual que reprime la protesta social, nos pareció un gesto político denominarlos así porque lo que hubo en Argentina fue un genocidio”, aseveró.
Elegir un camino distinto
A partir de la vinculación y gracias a compartir sus historias, comenzaron a planificar de qué manera organizarse, posicionarse políticamente y construir un discurso. Los integrantes del colectivo no se definen como víctimas, pero anhelan poder aportar la pata que falta para ayudar a la reconstrucción de la memoria.
Gonzalo Fichera es de Olavarría y es el hijo del Teniente Coronel Antonio Fichera quien durante 1977 y 1978 tuvo bajo su responsabilidad los C.C.D. “Banco”, “Brigada de Investigaciones de San Justo”, “Sheraton” y “Vesubio”. Quedó impune por la Ley de Punto Final y falleció sin ser juzgado.
En la conversación, Gonzalo refirió que mantiene vínculo con su familia y que su proceso de ruptura empezó alrededor de 1995, en su vida adulta.
“No encontré un espacio donde insertarme, mi apellido era pesado, participé en obras de teatro sobre el tema y quedé latente hasta que se armó esto. Siempre tuve la inquietud pero no sabía cómo, fue un disparador que apareciera y también los juicios; se encendió un fósforo y se prendió fuego todo, seguimos creciendo desde ese lugar”, explicó.
Desde su lugar, precisó que les gustaría aportar una visión distinta: “Venimos de quienes no sufrieron las desapariciones, pero sí de quienes las provocaron y mostrar que también desde ese lugar había gente que no estaba de acuerdo, repudiando todo lo que fue el genocidio, la tortura. Y también dar espacio, porque creemos que hay muchos otros que necesitan un espacio para expresarse y decir nunca más, sino uno queda muy solo”.
Escribir contra el padre
El Colectivo Historias Desobedientes es el último eslabón en sumarse a la cadena de organismos y agrupaciones que militan por la verdad y la justicia desde hace décadas. Los procesos personales de elaboración y el corrimiento de los mandatos de lealtad familiar -además de la ruptura vincular- tuvo y tiene un costo emocional muy alto para cada uno de ellos. Un perverso sistema de silencio que amenazó con devorarse todo, pero que no pudo frente al estallido reivindicatorio de los procesos de memoria.
Un punto de inflexión muy claro para ellos fue la reapertura de los juicios por delitos de lesa humanidad en el año 2005, hecho que marcó un reposicionamiento subjetivo en relación a que sabían que sus padres participaron de ese aparato represor y genocida.
“A la misión de memoria la asumieron primero los organismos de derechos humanos y luego este deber lo asumimos todos socialmente, el nuestro es un espacio todavía no explorado, que es cómo afectan los crímenes de lesa humanidad a los propios familiares del círculo íntimo de los perpetrados, somos parte de la sociedad y queremos una sociedad mejor”, manifestó Analía.
Acerca de la demora en reconocerse como actores políticos y sociales desde su posición, cuestionamiento que a la mayoría le llegó en la vida adulta, Kalinec observó que “eran temas que no se abordaban a nivel familiar y los círculos sociales eran muy restringidos, de eso no se hablaba o se reivindicaba, no teníamos herramientas conceptuales, teóricas o históricas para poder pararnos”.
Vencer la derrota del silencio
Néstor Rojo es oriundo de Azul e hijo de un exagente de la Policía Bonaerense que falleció hace poco y tuvo participación activa en el circuito represivo de la zona. Néstor contó que en su casa se torturaba gente y que su madre presenciaba con anuencia esos actos de terror. Además, en su historia particular aparece también el fantasma del ocultamiento de identidad, ya que se enteró siendo adulto que su padre de crianza no era su padre biológico. Su progenitor resultó ser su padrino.
En la entrevista, evaluó que pesaba mucho el silencio sobre sus espaldas y que vivir inmerso dentro de un asfixiante régimen patriarcal dilató estas formas de resistencia y memoria que se inauguraron a partir de la creación del colectivo del cual orgulloso forma parte.
“No nos vamos a reconciliar con nuestros familiares, no tenemos nada que ver con ellos. No somos ellos. Está muy presente el patriarcado en cada una de nuestras familias. Yo recibí mucho amor, lo que pedía lo tenía, pero cuando descubrí las miserias humanas de mi familia dije ‘hasta acá llegué’, quise desmarcarme de mis familiares, todo los que estamos en el colectivo sabemos que fueron parte de un aparato de genocidio”, detalló.
Néstor leyó el mencionado artículo que salió en la revista Anfibia, en el que la “exhija” de Etchecolatz brindó su testimonio, y no se sintió tan solo en el mundo.
Quiso contactar a Mariana y, en una visita a la Plaza de Mayo, en la que se encontró con una Madre, la mujer le dijo que ubicara a Liliana Furio, de Historias Desobedientes, que ahí iba a encontrar respuestas.
“Comenzamos a conocernos y encontrarnos. Las emociones afloraron en la necesidad de encontramos. Ellos son ahora mi familia”, cerró, emocionado.
Modificación de la ley
Los familiares de genocidas agrupados en el colectivo Historias Desobedientes piden modificar el Código Procesal Penal para de esa manera evitar “todo tipo de impedimento” y prestar testimonio en los juicios por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura en los que sus familiares se encuentran sospechados y/o imputados.
El colectivo pide la modificación de dos artículos del Código Procesal Penal de la Nación, el 178 que establece que “nadie podrá denunciar a su cónyuge, ascendiente, descendiente o hermano” y el 242 que indica que “no podrán testificar en contra del imputado bajo pena de nulidad”.
Explicaron que las modificaciones permitirán a muchas más hijas, hijos y familiares aportar a la justicia para garantizar a la sociedad el derecho a la verdad.