SALUD
Los argentinos y el consumo desmedido de azúcar agregado
Los adolescentes y los grupos socialmente vulnerables son quienes presentan un mayor consumo. En el país, el 78,8% de la población no cumple con la recomendación de la OMS de no exceder el 10% de la ingesta calórica con azúcares libres.
Recibí las noticias en tu email
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la ingesta de azúcares libres sea menor al 10% de la ingesta calórica total (50 gramos de azúcares para una ingesta diaria de 2000 Kcal). También señala que habría un beneficio adicional sobre la salud si este consumo fuera menor al 5% de la ingesta calórica total.
No obstante, el consumo de azúcares añadidos en Argentina es el más alto de la región, con una ingesta promedio de 90,4 g/día, lo que contribuye con el 15,9% de la ingesta calórica total. Es decir, en el país se consume cerca de un 60% más de azúcares añadidos que lo recomendado, de acuerdo con lo relevado por el Estudio Latino Americano de Nutrición y Salud (Elans). Los adolescentes y los grupos socialmente vulnerables son quienes presentan un mayor consumo.
En cuanto a las fuentes de azúcares añadidos, el 26,9% lo aportan las gaseosas y el 23,8% las infusiones (principalmente el mate dulce). El tercer lugar (15,4%) proviene de los panificados (pan, galletitas, facturas) y el cuarto (12%), de los jugos listos para preparar.
Resulta preocupante que en Argentina el 78,8% de la población no cumpla con la recomendación de la OMS (no exceder el 10% de la ingesta calórica con azúcares libres) y que el 94,4% de la población no cumpla con la recomendación condicional de no exceder el 5%.
Para Brian Cavagnari, Doctor en Ciencias Biológicas, “reducir el consumo de azúcares añadidos en la dieta parecería ser una buena estrategia para colaborar con la lucha contra las enfermedades crónicas no transmisibles. Lo que dificulta cumplir con estas recomendaciones de salud es que los consumidores prefieren y eligen los sabores dulces.”
Diferencia entre azúcares
Los azúcares están presentes de forma natural en frutas, verduras y productos lácteos. Además, se añaden habitualmente azúcares a los alimentos, tanto por su poder endulzante como por sus otras funciones, como la de dar textura a un bizcochuelo o la de actuar como conservante natural en una mermelada.
Por lo tanto, se puede distinguir entre “azúcares intrínsecos”, aquellos incorporados en la estructura de frutas y verduras enteras, y “azúcares libres”, los presentes naturalmente en la miel y en los jugos de frutas. Dentro de los azúcares libres, a su vez, están los llamados “azúcares añadidos”, que son los que se agregan a los alimentos y bebidas por el fabricante, el cocinero o el consumidor como azúcar de mesa, azúcar moreno y jarabe de maíz, entre otros.
Hasta la fecha, no hay evidencia de que el consumo de azúcares intrínsecos tenga algún efecto adverso sobre la salud. De hecho, se recomienda incrementar la ingesta de frutas y verduras frescas enteras. “Como contrapartida, un consumo excesivo de azúcares libres aumenta la densidad calórica e incrementa el riesgo de obesidad y de enfermedades cardiometabólicas. Un alto consumo de azúcares libres también se asocia con una menor calidad de dieta y con un mayor riesgo de caries”, agregó Cavagnari, quien es investigador de la Red Latinoamericana de Investigación en Alimentación y Nutrición (RedLIAN).
El rol de los edulcorantes no calóricos
Los edulcorantes no calóricos son una alternativa al azúcar para quienes prefieren los alimentos y bebidas dulces, ya que se pueden agregar a los mismos -en reemplazo de los azúcares- permitiendo así una reducción calórica y una disminución del contenido de azúcares añadidos conservando el dulzor.
En Argentina, el 41,7% de la población (entre 15 y 65 años) consume edulcorantes. En forma opuesta a lo que ocurre con el consumo de azúcares, la proporción de consumidores de edulcorantes aumenta con la edad. Los refrescos constituyen la principal fuente de consumo.
Es importante aclarar que el beneficio potencial de los edulcorantes no calóricos sobre la salud no radica en el consumo de edulcorantes per se, sino en la sustitución de las calorías que aportan los azúcares añadidos y que no son consumidas al ser reemplazadas.
Sin embargo, el consumo de edulcorantes no calóricos no debe superar la ingesta diaria admisible (IDA). La IDA se define como la cantidad de un aditivo alimentario que se puede consumir diariamente -incluso durante toda la vida- sin llegar a representar un riesgo para la salud.
En Argentina, el consumo promedio de cada uno de los edulcorantes más utilizados, está muy por debajo de su respectiva IDA: 8,4% de la IDA de sacarina, 3,2% de la IDA de aspartamo, 2% de la IDA de acesulfame-K y 0,3% de la IDA de sucralosa.
“Si se toma en conjunto el excesivo consumo de azúcares añadidos y lo lejos de la IDA que está el consumo de edulcorantes en el país, se puede inferir que existe una ventana de oportunidad para la reformulación de productos azucarados con el fin de disminuir el consumo de azúcares libres en la población, mientras acostumbramos el paladar a sabores menos dulces”, concluyó el especialista. (Fuente: DIB).