La salud mental de las mujeres está vinculada a efectivizar el derecho sexual y reproductivo
Cuando se revisa de qué se trata el ejercicio de los derechos, se hace presente que la posibilidad de decidir está relacionada con la salud mental.
Si una persona puede entender, adquirir y ejercer los derechos y para eso goza de autonomía, independencia, libertad y del raciocinio necesario para tomar conciencia de lo que decide, se puede hablar de salud mental.
Hay cuestiones que la gente maneja su salud mental sin recurrir a un profesional. Hoy, el tema reside en que se le haga pensar a las personas que sólo los profesionales de la salud mental saben sobre el tema y, en ese sentido, se reciben cada vez más consultas de mujeres que concurren ?a validar lo que de hecho venían haciendo o para encontrar la posibilidad de decir así no puedo seguir viviendo?, explica Berkunsky.
Es favorable que otro asista, pero pensar que éste es el único que sabe hacer es como evaluar la situación de parto: un buen obstetra tiene que estar acompañando el parto y no dirigirlo.
En la biblioteca sus integrantes han comprendido que la salud mental no sólo debe ser llevada adelante por profesionales. Hay un aprendizaje de dos verbos fundamentales que son escuchar y repensar, que emplean permanentemente en la tarea con quienes se acercan al lugar y eso es una práctica cabal de salud mental.
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Llamada de atención
La salud mental de la mujer está cruzada por las cuestiones de la sexualidad y por el trabajo de la crianza de los hijos, que está adjudicado a ellas y muchas veces pareciera que es privativo del género.
La mujer está pendiente de numerosos asuntos a la vez, y en términos socioculturales, está atravesada por cuestiones de sexualidad, reproducción y crianza de hijos más que el hombre.
Por otra parte, el estilo de competencia de ella es otro, porque muchas piensan en colectivos de trabajo, en compartir las tareas, y no pueden disputar un lugar al varón que tiene un respaldo histórico. Sin embargo, la tendencia actual es que la mujer comparte casi las mismas cifras de infarto y accidentes cerebrovasculares que el hombre.
Medicación
Una de las observaciones que actualmente se realiza es el uso cada vez más frecuente de psicofármacos. Efectivamente, éstos sirven para poder pensar y escuchar, pero el debate reside en cómo se los usa.
Son sustancias biológicas que acomodan un exceso que no permite escuchar, pensar o hacer. Si se usan así, son nobles en su relación con la persona, porque habilitan seguir desarrollándose como sujeto. El problema está en que no se empleen así.
Hace veinte años se creía que los psicofármacos sólo debían manejarlos los psiquiatras, pero hoy, debido al aumento de los trastornos anímicos y de ansiedad que existen en el mundo y cómo ha empeorado la calidad de vida, todos los médicos tienen que saber prescribirlos bien.
En la contracara están aquellos que se automedican o se autoprescriben. En esos casos, el psicofármaco se usa ?para apagar un fuego, para aplacar y no pensar en el problema y no es así, hay que elaborar posibles soluciones. Si la idea es apagar el fuego sin pensar qué produjo el incendio, no sirve?, indica Berkunsky.
Mujeres en actividad
Otro de los temas que hacen a la mujer tiene que ver con la llegada a la adultez, que hoy se entiende de una manera completamente diferente. En este sentido, hay que poner en la balanza aspectos ventajosos y desventajosos de la edad.
Por ejemplo, la figura del nido vacío cuestionado por las feministas, y renombrado como síndrome posmaterno es uno de los puntos de discusión, porque la mujer debe seguir adelante sin los hijos después que ocuparon tanto lugar en su vida.
Hoy la sociedad estimula a ocuparse, a tener otras actividades que no sólo hacen bien, sino que están bien vistas y eso es una ventaja porque antes, cuando partían los hijos, la mujer quedaba sola en la casa.
Actualmente, vemos cómo a partir de los 50 años las mujeres se adueñan del mundo y generan cambios, a pesar que la cultura sigue desestimando a la mujer posmenopáusica y ensalsando la figura siempre joven y erótica.
Además, las mujeres de esta edad comprueban que pueden romper el famoso techo de cristal que encuentran tempranamente en el trabajo o en la política.
Desafíos en salud mental
Los trayectos a recorrer en este terreno están relacionados con la posibilidad de ganar los derechos sexuales y reproductivos y ello implica una comprensión social del tema, que las mujeres puedan decidir si tener hijos, cuántos tener, optar por la sexualidad que les interese, y por supuesto, seguir equiparando las tareas de la casa.
En este sentido, cuando varones y mujeres se ocupen de manera pareja de los hijos y la gente pueda ser cada vez más ser libre de lo que hace respecto a la sexualidad y su cuerpo, donde la humanidad se ocupe de la humanidad y se pueda vivir comunitariamente, mejorará considerablemente la salud mental.
Es necesario promover que quienes van llevando adelante el discurso de la salud mental, hablen de salud reproductiva y sexual, lo que garantizará la fortaleza mental de la mitad de la humanidad, una cuenta que aún está pendiente y un área que tiene mucho camino por transitar.
En este contexto es fundamental lograr un acompañamiento y garantizar políticas públicas de salud mental, que empleen el personal adecuado y suficiente para escuchar y ayudar a pensar.
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