Italia: “alcaldes-shérifs” multiplican prohibiciones que caen en el ridículo
El decreto -firmado el 5 ade agosto por el ministro del Interior, Roberto Maroni- ha llevado a la prensa a hablar de “alcaldes-sherifs” y se inscribe en unas medidas del gobierno de derecha de Silvio Berlusconi, que juega la baza de impulsor de la seguridad ciudadana.
El miércoles, el municipio de San Remo (noroeste) prohibió mendigar, sentados o de pie, en lugares públicos, en compañía de animales o menores. También prohibió entrar en contacto y pedir información a personas que “ejercen la actividad de la prostitución en la calle” o “cuya actitud, forma de vestir o comportamiento manifiestan una intención de poder conceder prestaciones sexuales”.
Siempre el miércoles, la alcaldía de Qualiano, cerca de Nápoles (sur), decidió prohibir a partir del 29 de agosto la venta de alcohol a partir de las diez de la noche en los locales los viernes, sábados y domingos. Asimismo, también prohibió en todos los días de la semana “pasearse por el territorio municipal o estacionarse en los lugares públicos consumiendo alcohol”.
Las prohibiciones más absurdas se multiplicaron en las últimas dos semanas en toda Italia. En Voghera (norte) no es posible que más de tres personas se sienten en el mismo banco público a partir de las 23H00 locales. El motivo: es una medida para luchar contra el tráfico de droga y el escándalo callejero.
Florencia (centro) decidió por su parte tolerar la mendicidad cuando el mendigo esté de pie o sentado, pero ha prohibido pedir limosna tumbado o en compañía de perros, so pena de multas. Esta ciudad, cuya alcaldía es de izquierdas, también ha prohibido colgar la colada en ventanas que den a la calle o limpiar los cristales fuera de ciertos horarios.
También prevé multas a las prostitutas que ejercen su trabajo “cerca de viviendas, con comportamientos y vestidos que no corresponden a las normas de la decencia pública”. Pasearse por Génova (norte) con una botella de vino o una lata de cerveza en la mano se puede castigar ahora con multas de 25 a 500 euros.
Verona, también en el norte y en manos de la Liga Norte, el partido que arremete contra la inmigración en Italia, prevé las mismas multas para quienes se suban a muros o a monumentos. También ha establecido otra penalidad de 100 euros para quien pida limosna, mientras que en Vicenza (norte) se castiga con multas de 500 euros a los clientes de las prostitutas. Antes del decreto de Maroni, ya el alcalde de Roma, el conservador Gianni Alemanno, prohibió los almuerzos y meriendas en calles y plazas cercanas a monumentos del centro histórico de la ciudad. Asimismo, el primer ciudadano de Venecia (noreste), el conocido intelectual de izquierdas Massimo Cacciari, prohibió tirar pan a las palomas.
Llevados por un afán de ser “más papistas que el papa” en el terreno del humo, Nápoles y Verona también prohibieron fumar en los parques públicos. Pero la palma de las prohibiciones se la lleva la isla de Capri, uno de los destinos turísticos más exclusivos de Europa, frente a Nápoles, donde desde 1960 está prohibido ir con zuecos de madera o escuchar la radio en lugares públicos (esto último desde 1963). En Capri, la bicicleta también está prohibida desde 1977 y, desde 1999 el empleo durante agosto -mes de vacaciones por excelencia- de martillos, taladradoras y sierras eléctricas.
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