A seis días del desastre, comenzaron las tareas de reconstrucción en Brasil
La situación de emergencia se mantiene, mientras muchas familias que debieron irse de sus casas empujados por el agua y el barro, comenzaron a realizar tareas de reconstrucción de lo perdido.
Un incesante movimiento de helicópteros de la Fuerza Aerea, Bomberos y de la Policía que salían y llegaban a la base aérea del municipio de Petrópolis, a 54 kilómetros de Río de Janeiro, continuaban la búsqueda de personas que aún permanecen desaparecidas.
“En Petrópolis murieron 56 personas, según los registros que tenemos hasta ahora y hay 6.500 evacuados y autoevacuados”, aseguró a Télam Denise, asesora del Departamento de Comunicación del municipio, aunque las cifras extraoficiales hablan de más de 100 fallecidos.
“No hay cifras de desaparecidos”, anadió, aunque también en este caso se maneja un número que oscila entre 30 y 100 personas que aún no fueron halladas.
Los helicópteros llevaban también en cada viaje alimentos, agua, medicamentos, productos de higiene, ropa y personal médico para asistir a la población de las zonas más críticas y distantes como el barrio de Vale do Cuiabá, donde el acceso por tierra, en medio de una exhuberante vegetación, está inhabilitado y muy riesgoso en algunos tramos.
En los barrios más castigados por el desastre, ubicados en la periferia de Petrópolis, donde habitan pobladores de diferentes condiciones sociales, el panorama es desolador.
Muchos de los habitantes perideron todo y sus casas fueron directamente arrasadas; ellos permanecen en escuelas, iglesias y clubes convertidos en centros de evacuados, donde se concentra un importante número de voluntarios y donaciones.
Otros pobladores que lograron salvar sus vidas en medio de la noche frente a la avalancha de agua y barro que bajó de los morros el martes pasado, continuaban hoy tratando de recuperar y reconstruir sus viviendas que quedaron bajo el lodo.
A la vera del camino que recorre estos barrios, en dirección a Teresópolis, otra de las ciudades más afectadas junto con Nova Friburgo, cuadrillas de empleados municipales y máquinas topadoras continuaban despejando la ruta.
En Benfica, un barrio de sectores medios, las casas quedaron bajo el agua, destruyendo paredes, artefactos, autos y “cubiertas por lodo hasta el techo”, contó Sebastián Alvez, empleado de una panadería del barrio, que el día de la tragedia pudo escapar “en la oscuridad y con el barro hasta las rodillas, haciendo fuerza para no quedar atrapado”.
En la casa de al lado, una mujer permanecía sentada en la puerta con sus artefactos domésticos mientras detrás sólo paredes derruidas en una vivienda que quedó inhabilitada.
Su rostro de resignación y sufrimiento no pudo ocultar el llanto al relatar su desgracia.
Hombres con pala y carretilla, gente cargando cocinas, heladeras, bolsas con ropa y otros elementos, es la imagen que se repetía hoy a cada paso en las afueras de Petrópolis, y en todo el área de desastre.
“Dos metros de lodo tuvimos en mi casa”, dijo Eliana, otra mujer que también estaba con sus pertenencias en las puertas de su casa y secando al sol, que salió por la mañana, colchones y muebles, y limpiando pisos en un intento por volver a la normalidad.
“Hace 40 anos que vivimos acá y nunca pasó nada; en un segundo se nos vino todo encima”, se lamentó.
Otro vecino, que tiene un criadero de aves, no sólo expresaba su angustia por tener la casa destruida sino también por haber perdido “41 pájaros” que murieron en el desastre.
Otro local que funcionaba como taller mecánico, parecía exponer autos vueltos de una guerra.
En tanto en el centro de Itaipava, en el distrito de Petrópolis, donde la dimensión de la tragedia se agranda, se concentra la coordinación de la ayuda para toda la zona, se habilitó un hospital de campaña y se abrieron gran cantidad de centros para albergar a los miles de evacuados.
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