Josefina Martínez Gramuglia, la embajadora argentina en Canadá de corazón tandilense
Está entre los tres titulares de embajadas argentinas en el exterior, actualmente en funciones, que tienen fuertes vínculos con Tandil. A poco de haber presentado sus cartas credenciales en el país del norte, dialogó con El Eco sobre su orgullo, responsabilidad y expectativas. Advierte que la industria del conocimiento y el turismo tienen gran potencial para generar vínculos entre la ciudad y su destino diplomático. “Para mí Tandil es el remanso, es lo más lindo que hay”, resumió la embajadora nacida en estas sierras.
Tres embajadores que se encuentran actualmente en funciones en el exterior tienen fuertes vínculos con Tandil. Para una ciudad del interior bonaerense, de unos 150 mil habitantes, el dato resulta trascendente, pero además se suma como otro elemento en el conjunto de esas características que la hacen diferente o, al menos, alimenta esa sensación tan presente en la comunidad serrana.
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Una de las protagonistas es la embajadora argentina en Canadá, Josefina Martínez Gramuglia, nacida en Tandil y quien conserva aquí un nutrido grupo familiar –tíos y primos, además de amigos- a quienes visita, como así también su casa. En sus palabras, es de “corazón tandilense” y disfruta cada venida, donde rememora instantes muy felices.
Los otros dos embajadores son Guillermo Hunt, a cargo de la sede en Japón, y Patricia Beatriz Salas, designada en Turquía. El primero, también nacido en Tandil, estudió en el colegio San José y emigró a Buenos Aires, donde se graduó en Ciencias Políticas. Su par en Ankara es esposa del tandilense Nelson Espada y ya adoptó a la ciudad como propia.
“Tengo una gran vocación por esto. A los 15 años ya sabía que quería representar a mi país, quería ser diplomática. Para mí es un honor enorme, independientemente de la jerarquía y del rango que tenga. No hay otra profesión que te permita hablar en nombre de tu país, defender los intereses y a los argentinos, para mí es un gran honor y una gran responsabilidad”, contó la embajadora desde Canadá, en un extenso diálogo con este Diario.
“Tandil es el remanso”
Josefina Martínez Gramuglia nació en Tandil e integra una familia numerosa. De pequeña, por razones laborales de su padre, se mudó a Buenos Aires. Sin embargo, estas sierras siempre fueron su lugar y de hecho, mantiene su casa acá.
“Tengo mucha conexión con Tandil, pasé todos mis veranos en Tandil, todas mis Semanas Santas. Tengo los mejores recuerdos. El último fin de año, antes de venirnos para acá, estuvimos con la familia festejando Navidad, que para nosotros es una tradición. Amo la ciudad y la encontré hermosa en diciembre pasado, después de un año que no iba por la pandemia”, contó en una extensa entrevista por Zoom.
Su fuerte conexión emocional con la ciudad la atribuye a que fue muy feliz durante sus estadías, sobre todo porque aquí están su familia y amigos. “Para mí Tandil es el remanso, es lo más lindo que hay”, confió.
Una intensa carrera
El 2 de noviembre pasado, fue designada como embajadora de Canadá, donde hoy vive con su esposo y sus dos hijas de 15 y 9 años. Hace 15 días, en una ceremonia virtual, recibió las cartas credenciales y desde entonces, mantiene una nutrida agenda de reuniones, en ese rol de representación que incluye oficiar de puente para potenciar las exportaciones argentinas y atraer inversiones.
Es funcionaria de carrera, es decir, integra el Servicio Exterior de la Nación. Estudió en Buenos Aires y se recibió de abogada. En 1998, tras realizar un concurso público y rendir los exámenes y requerimientos de admisión, ingresó a la carrera de diplomática como aspirante becaria del Instituto de Servicio Exterior de la Nación (ISEN), conocido en el ambiente diplomático como “la escuelita”.
“Durante dos años, el Estado argentino hace una fuerte inversión en todos nosotros, en el sentido que contás con una beca y te tenés que dedicar a estudiar. El ISEN lo que hace es darnos las herramientas, a todos los que queremos ser diplomáticos, para después salir a la cancha y desempeñar nuestras funciones de la mejor manera posible. Te pagan para estudiar, cosa que es maravillosa”, dijo agradecida.
El 1 de enero de 2000, entró a la cancillería como funcionaria del Servicios Exterior. Cumplió con los distintos rangos de la carrera, a la que se ingresa como tercer secretario, segundo secretario, primer secretario, consejero, ministro de segunda, ministro de primera y embajador. Ese camino lleva décadas, en las cuales los diplomáticos alternan sus funciones entre la sede de la cancillería y las embajadas y consulados en otros países.
Su primer destino resultó la Misión Argentina ante Naciones Unidas, en Nueva York. “Fue un comienzo increíble, tocar el cielo con las manos”, afirmó con gran pasión y valoró la posibilidad de foguearse en un organismo multilateral, donde se tratan todos los temas relevantes para el concierto mundial, desde derechos humanos, género, descolonización y Malvinas, acuerdos económicos, desarme, armas nucleares, entre una amplia diversidad.
La diplomática explicó que “a diferencia de una embajada que es bilateral, en un organismo bilateral tenés la exposición con los 194 países del mundo. En uno bilateral, si bien tenés relaciones con la comunidad diplomática de otros países que también están en la misma sede, tu relación primaria siempre es con la cancillería local o con el gobierno”.
En la ONU, en ese proceso que calificó como “muy formativo”, permaneció 5 años, que es el período que establece la cancillería. Luego regresó a Buenos Aires, permaneció tres años trabajando en temas económicos y comerciales, junto a la Secretaría de Comercio Internacional, y fue designada en la Embajada Argentina en Washington, donde estuvo 4 años y medio, y fue jefa de la Sección Política entre 2013 y 2017. “Fue una experiencia increíble”, consideró y destacó que tuvo la posibilidad de vivir un período eleccionario, con la transición entre Barack Obama y Donald Trump.
En el acto en que presentó sus cartas credenciales ante el presidente de la Suprema Corte de Canadá Richard Wagner.
Culminada su segunda salida y otra vez en la sede de cancillería, “se dio una gran oportunidad, porque justo la Argentina presidía en G20 en 2018. Entonces tuve la gran suerte de poder estar en el equipo del Sherpa, que es el asesor personal del presidente, durante toda la presidencia argentina del 2018 del G20”.
Expuso que Argentina había fijado tres prioridades, y una de ellas era educación y futuro del empleo. Le tocó coordinar algunos grupos de trabajo, donde participan los expertos y representantes gubernamentales de los 20 países que integran el foro. Uno de esos espacios fue economía digital, donde trataron el futuro del empleo, es decir, la capacitación de la fuerza laboral para su incorporación a la economía del conocimiento. En paralelo, intervino en los grupos de involucramiento que aportan información a los líderes.
Culminado el G20, el canciller anterior la convocó para trabajar en su gabinete y con la actual administración, a cargo de Felipe Solá, continuó durante el 2019 en esa tarea.
Mujeres al frente
“El año pasado hubo una decisión trascendental, casi un punto de inflexión, de tratar de darle lugar a las mujeres diplomáticas, como representativo de todo lo que es hoy por hoy la política de empoderamiento de la mujer y la reivindicación de los derechos de las mujeres, que en la comunidad diplomática, a veces, no ha sido tan fácil”, explicó en la entrevista.
Y describió que “es una carrera tan tradicional que en el mundo siempre ha sido una suerte de club de caballeros. Las mujeres diplomáticas hace 30 años eran contadas con los dedos de la mano; hace 22, cuando entré a la cancillería, éramos un poquito más, pero diría que no seríamos más de un 20 por ciento, y hoy por hoy, se ven muchas más mujeres y hemos avanzado muchísimo, pero no se las ve tanto en los lugares de toma de decisión, como jefas de embajadas y de consulados importantes”.
Desde esa realidad, destacó que “esta sí es una decisión que quiero destacar de la actual gestión porque además es sostenida en el tiempo. Se decidió el año pasado designar un número importante, fueron siete diplomáticas a cargo de consulados estratégicos y cinco diplomáticas a cargo de embajadas en el exterior. En ese grupo también entré yo. Estamos poniendo en práctica lo que predicamos, lo que decimos que queremos ser, que es darle el lugar a las colegas”.
La embajadora argentina en Canadá consideró que “fue una decisión muy importante para todas las colegas, y digo que es un punto de inflexión porque no hay retorno con esto. De alguna manera es reconocer y validar la contribución que hacemos las diplomáticas a la par de los diplomáticos”.
La embajada
La Embajada está ubicada en Otawa, capital de Canadá, pero además Argentina dispone de consulados en Montreal, Quebec y Toronto. Incluso, es inminente la apertura de otro en Vancouver, ciudad ubicada en la costa oeste, donde hay una comunidad argentina representativa, e interesa por la salida al Pacífico y porque hay industrias muy importantes instaladas con posibilidades de inversiones.
Argentina y Canadá cumplieron 80 años de relaciones bilaterales, con una agenda muy nutrida, variada y rica, y “lo que le llamamos agenda positiva, que está integrada por muchas cuestiones que tienen que ver con visiones y perspectivas hacia el futuro”, aseveró la diplomática nacida en Tandil.
En concreto, mencionó iniciativas vinculadas al empoderamiento de la mujer y temas de género, por ejemplo para promover la participación de la mujer en las fuerzas de paz de Naciones Unidas. También, temas de derechos humanos y diversidad, a partir de que la Argentina fue el décimo país del mundo en reconocer el matrimonio igualitario.
Como otros aspectos importantes, enumeró la lucha contra el cambio climático y las energías renovables, donde “Canadá tiene una experiencia, un camino recorrido muy importante y la Argentina también. Entonces nos podemos beneficiar mucho de aprender de su camino y hacer un per saltum, no tener que hacer el mismo recorrido sino beneficiarnos de lo que ellos nos pueden transmitir en experiencia para todo lo que es renovables”.
Los argentinos
En cuanto a la población argentina radicada en Canadá, contó que “hay una comunidad importante, sobre todo en Toronto y en Quebec, incluso tenemos una red de científicos argentinos que ha sido conformada por gente que ha venido para hacer investigación en universidades o en centros de investigación y que se ha quedado”.
Agregó que muchos de los radicados son profesionales. “Canadá tenía una política de atracción de inmigración muy fuerte, pero siempre apuntando a determinadas profesiones e industrias. Entonces, en todo el sector salud, tenemos argentinos que han venido en esas oleadas inmigratorias con esas profesiones, médicos, enfermeros, también científicos, profesionales de la contabilidad, abogados”, precisó.
Como el registro de los compatriotas en los consulados es voluntario, muchos no cumplen con el trámite. Sin embargo, señaló que se acercan cuando se les presenta algún inconveniente, ya que “nuestra misión también es esa, asistir a los argentinos en el exterior”.
La industria del conocimiento y el
turismo, dos área para potenciar
“Para nosotros es muy importante todo el acuerdo económico comercial. La promoción de las exportaciones argentinas y de inversiones en nuestro país es prioridad absoluta, porque lo que queremos es abrir más mercados para nuestras exportaciones”, precisó la embajadora argentina en Canadá, Josefina Martínez Gramuglia.
-¿Qué exporta la Argentina a Canadá?
-Tenemos superávit comercial con Canadá, y está dado por las exportaciones de oro y plata que explotan las empresas canadienses mineras en las provincias del norte. El 80 por ciento de nuestras exportaciones a Canadá está dado por exportaciones de minerales, principalmente oro y plata. Exportamos también vinos, que es el segundo producto, y después tenemos algunas menores de mosto, o de alguna fruta, como peras frescas y limones.
El 80 por ciento del intercambio con Canadá es minería, y por eso nos interesa tanto la atracción de inversiones en términos de expandir y de diversificar esas exportaciones.
-¿Detecta alguna nueva oportunidad para la Argentina?
-Una de las cosas que creo y quiero potenciar, y ya he estado en alguna conversación sobre todo en Argentina, es la industria del conocimiento.
-En Tandil tenemos…
-Ya lo sé, gran polo tecnológico regional, por supuesto que sí. Y como Tandil, otros tantos que tiene nuestro país. Lo que pasa a veces es que cuando nuestros emprendedores, nuestras empresas que están en un estadío intermedio, que no son los unicornios o las grandes exportadoras pero que ya tienen desarrollos probados miran para buscar financiación, no necesariamente miran a Canadá. Miran Estados Unidos prioritariamente, Silicon Valley, que son grandes gigantes tecnológicos, miran hacia mercados europeos, pero no necesariamente miran a Canadá.
-¿Canadá es una buena oportunidad para los talentos del software?
-Yo creo que sería una muy buena oportunidad, y por ahí no necesariamente en términos de financiación; también para conectarnos con desarrollos en las academias, universidades.
Estuve estudiando un poco cómo ha venido desarrollando la Universidad Nacional del Centro sus diferentes carreras. A partir de la ingeniería abrieron otras carreras quizás más cortas y con salida laboral un poquito más rápida, y hay una potencialidad ahí de conectar diferentes centros académicos, de innovación, e investigación con los que tienen aquí.
En el ámbito gubernamental, tenemos un punto de partida que es que en 2018 se firmó un memorándum de entendimiento entre Canadá y la Argentina para la cooperación y el intercambio de información en inteligencia artificial. Ya tenemos por lo menos un instrumento para comenzar desde lo gubernamental, pero también hay un montón de otros actores que quiero seguir explorando.
Me parece que cooperación universitaria y académica es un ámbito que podemos explotar, sobre todo porque servicios basados en el conocimiento es el tercer complejo exportador de la Argentina. Tenemos seis unicornios, tenemos una creatividad en nuestro país que hay pocas en el mundo, tenemos gente formada y calificada, recursos humanos que los reconocen en todos lados, entonces me parece que es un ámbito a potenciar y que tenemos que prestarle mucha atención. Por supuesto, es un trabajo de hormiga, todos los días hay que salir a buscar y tener una oferta exportable, y eso sabemos que lo tenemos. Nosotros, como diplomáticos, una misión muy grande es ser puentes entre el recurso y la necesidad y tratar de hacer que se encuentren.
En épocas de no pandemia hay ámbitos específicos para eso, porque hay ferias, muestras, exposiciones. En esta época hay que hacer todo por canales digitales y se puede, tal vez hay que buscarlo un poco más. Es uno de los ámbitos donde tenemos que poner un foco importante ahí, seguir buscando las coincidencias y las potencialidades para nuestra gente en Argentina.
-Desde la embajada y con su vínculo con la ciudad, ¿imagina alguna acción específica que pueda involucrar a Tandil
-Me imagino acciones específicas con Tandil como polo tecnológico, lo vamos a hacer; como así también con otras regiones. Me encantaría promocionar Tandil, como tantos otros lugares de Argentina como destinos de turismo que son bellísimos. Acá el invierno es muy largo, crudo y con nevadas muy fuertes, y arranca por octubre y hasta marzo entrado no termina. Entonces, sobre todo la gente más grande, acostumbra a cortar ese invierno tan largo e irse a lugares más cálidos, con sol, y se van por bastante tiempo. Algunos se llegan a ir uno o dos meses. Me encantaría promocionar a Tandil como destino de turismo, que es una belleza, una maravilla. La vi tan linda en diciembre, que me dije qué pena la pandemia porque es perfecta, además tiene un desarrollo turístico muy importante. La contraestación nos sirve muchísimo.
Secretaria de Redacción de El Eco de Tandil. Licenciada en Comunicación Social orientación Periodismo (UNLP)