Un sueño de campeón se forja en Cerro Leones
Es el de Nelson Devesa, que el 23 de este mes peleará por el título sudamericano superwelter. Las ilusiones de un chico de barrio que se gana un lugar en el boxeo.
Aunque sus documentos lo identifiquen como Nelson Leonardo Devesa y el ambiente del box lo haya bautizado “El Leoncito”, para quienes lo conocen de chico siempre será “El Pela”. “Hasta los once o doce años me pelaban, por eso quedó el apodo”, cuenta el aspirante al título sudamericano de categoría superwelter, que se entrena a conciencia con miras al combate del sábado 23 de este mes, en la cordobesa Río Cuarto, frente al local Adrián Sasso.
Este Diario visitó Cerro Leones, el lugar de Devesa en el mundo, para conocer un poco más a una de las sensaciones del deporte local. El hijo de Fermín y Graciela, el hermano menor de Jonatan y Rocío. El vecino, el amigo, el joven humilde que no necesita levantar la voz. El que con 22 años, a puro sacrificio, se va ganando un lugar importante en el deporte de los puños, y que dentro de un par de semanas afrontará el reto más importante de su prometedora carrera.
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En cada voz de aliento y en cada vecino que lo saluda con un bocinazo va el mensaje para el deportista que, desde su terruño, busca proyectarse a lo grande.
-¿Es muy distinta la preparación para pelear a doce rounds?
-Cambia bastante, es todo más exigente. Venía haciéndolo a cuatro rounds y tuve dos a seis, pero una sola de ellas fue a las tarjetas. Ahora, hay que estar listos para una pelea larga. Por otro lado, dan muchas más ganas saber que habrá un título en juego.
-¿Esperabas tan pronto esta oportunidad?
-La verdad que no. Me habían dicho que iba a pelear alguna más a seis rounds, como mucho a ocho. Pero salió la chance y aceptamos. El rival también es joven, tiene doce peleas, así que puede ser pareja.
-¿Notás progresos en tu nivel?
-Sí, noto esa mejoría. Mi estilo es el mismo, pero siento que el gimnasio me va mejorando. Le pongo ganas para tratar de aprender y tener más recursos cada vez que subo al ring.
-¿Cómo es un día tuyo hoy, a un par de semanas de la pelea?
-Normalmente desayuno y salgo a correr. Después hago pesas en el gimnasio, con Julio Lester. Y a la tarde el entrenamiento con mi técnico Adrián Ferreiro, en Figueroa.
-¿Se complica conseguir sparrings?
-Generalmente tenemos que viajar para eso. Fui el martes pasado a Tres Arroyos para guantear con Lezcano, que fue rival mío en amateur, y con Issel. También allá me ayuda “Tito” Lemos y acá en Tandil Matías Rueda, pero él quedó lastimado en la mano en su última pelea. Ahora tenemos previsto ir a Mar del Plata para guantear con un zurdo, con características parecidas a mi rival del 23.
-¿Es una desventaja pelear contra un zurdo?
-Debo haber enfrentado a tres en total como amateur. Cambia un poco, pero es cuestión de adaptarse. Puede salir una linda pelea y voy con las mejores expectativas.
Al gimnasio
-¿De qué manera empezaste a boxear?
-Me metí al gimnasio por primera vez a los 12 años, en La Movediza, con Fernando Risso, porque necesitaba bajar de peso. A los 15 empecé a trabajar con Adrián Ferreiro en una fábrica, fui comprando las cosas para entrenarme en boxeo y desde entonces no paré.
-¿No habías empezado bien en amateur?
-Empaté la primera y perdí la segunda. Después, gané 42 y empaté una sola más. Pasa que arranqué en un peso mayor al mío, arriba de los 72 kilos, y los rivales eran más grandotes. El que me ganó fue Nicolás Tallarico, de Bellocq, cerca de Bolívar. Peleamos en ese pueblo y le iba ganando bien, pero faltando 15 segundos me puso una mano y me noqueó.
-¿Ahí decidiste bajar el peso?
-Ahí lo decidimos, porque no nos convenía seguir así, dábamos mucha ventaja. Preferí el sacrificio de bajar y no pelear con rivales tan grandes.
Su campaña amateur incluyó un título Bonaerense, otro de la Costa Atlántica y tres distinciones con el Movediza de bronce. Luego llegaron ocho victorias como profesional y la posibilidad del Sudamericano, ese sueño que tiene en vilo a Cerro Leones. Hasta el 23 a la noche, cuando puede hacerse realidad.