Oudoukian y su costumbre de someter al “Pato” Fillol
El “Turco” repasa sus tres goles al arquero campeón del mundo en 1978. Todos, fueron sobre la hora para evitar la derrota de Deportivo Armenio ante Racing. También venció a Pumpido, Islas y Comizzo.
Por Fernando Izquierdo, de esta Redacción
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Walter Javier Oudoukian ostenta el privilegio de haber batido por triplicado a Ubaldo Matildo Fillol, considerado por muchos el mejor arquero argentino de todos los tiempos.
Oudoukian, oriundo de Gonzales Chaves, es un tandilense por adopción puesto que llegó a esta ciudad con apenas cinco años.
Tras formarse en Gimnasia e Independiente, debutó en primera división con la camiseta rojinegra, siendo ése el punto de partida para una carrera a través de la cual transitaría la máxima categoría del país, llegando a codearse con grandes exponentes del fútbol nacional, y disfrutaría de una experiencia en el plano internacional.
Ciertamente, sus tres festejos ante el “Pato” constituyen una de las aristas más salientes de su itinerario deportivo. Y tienen la particularidad de que todos fueron sobre la hora y sirvieron para que su Deportivo Armenio rescate un empate ante Racing Club.
Pasaron más de treinta años de esos goles que Oudoukian aceptó repasar en compañía de El Eco de Tandil.
Por la primera rueda de la temporada 1987/88 (en ese entonces, se disputaba un certamen de dos ruedas, a treinta y ocho fechas), Deportivo Armenio visitaba el Cilindro el 29 de noviembre del ’87 y, cuando parecía quedarse con las manos vacías, llegó el latigazo salvador de Oudoukian:
“Ése fue el primero de los tres que le hice a Fillol. Fue con una volea de zurda, después de un centro que mandó Sigifredo. Racing venía de ganar la primera Supercopa, con ‘Coco’ Basile de técnico, era un equipazo. Fue el más emocionante, no lo podía creer. Después llegaron los otros, y es como que ya me había acostumbrado”.
El sol como aliado
El estadio de Platense solía ser utilizado por Armenio para sus presentaciones como local. En las postrimerías del campeonato, el 8 de mayo de 1988, Oudoukian volvió a ser verdugo de Fillol, esta vez mediante acción de pelota detenida:
“Ya perdíamos, el partido terminaba, fue de tiro libre. Apenas sancionaron la infracción, Sarmiento, nuestro arquero, me insistió para que vaya y le pegue al arco porque el sol molestaría mucho a Fillol. Sarmiento la tenía muy clara porque había atajado muchas veces en esa cancha, la de Platense. Para mí, era una locura patearle desde ahí al ‘Pato’. Pero le pegué y, dicho y hecho, la pelota pasó la barrera y Fillol hizo un gesto como el que uno hace cuando se lleva un susto grande. Yo solía encargarme de los tiros libres, en Armenio no había grandes pateadores”.
El último
Ya en el certamen ’88/’89, aquél en que las igualdades se destrababan mediante definición por penales, Armenio y Oudoukian volvieron a presentarse en Avellaneda, el 19 de marzo del ‘89.
La “Academia” se imponía por 2-1 y ya paladeaba los tres puntos. Pero, en tiempo de descuento, “Maciel me habilita y, si bien la pelota me iba a quedar para la zurda, mi pierna hábil, decidí sorprender a Fillol y patearle rápido de cachetada, con la derecha. Sé que si me acomodaba y le daba de zurda, me lo atajaba, él esperaba eso. Gané esa décima de segundo al pegarle de derecha y el ‘Pato’, cuando quiso reaccionar, estaba listo. Obviamente, el derechazo no era mi mejor virtud, pero en cierta manera manejaba el remate con esa pierna”.
Pese a ser el héroe con ese gol que propició la definición por penales, Oudoukian no fue designado para ejecutar en la definición desde los once metros, en la que Armenio terminó festejando: “No pateaba nunca penales. Había jugadores como Kuchen, Vega…a veces ejecutaba Maciel, ellos eran los encargados”.
-¿Hablaste con Fillol sobre tu racha con él?
-Nunca. Sí recuerdo que la revista El Gráfico hizo una mención en su contratapa, en la cual tituló El síndrome de Racing.
-¿Siendo hincha de Independiente era especial anotarle tan seguido a Racing?
-No, soy un hincha de Independiente atípico, me molesta más Boca que Racing. Además, cuando sos jugador, perdés un poco ese fanatismo. Fui fanático de Independiente de chico, después dejé de serlo. Hoy, me considero hincha del fútbol, me hago hincha del que juega bien.
-“Atendiste” a otros arqueros de renombre.
-Sí, a Islas le convertí una vez en cancha de Independiente, en un partido que se jugó de noche. Fue a la salida de un tiro libre, Villarreal corrió la pelota y yo pateé. A Comizzo le hice dos golazos en el Chateau Carreras (hoy, estadio Kempes) de Córdoba. El primero fue impresionante, desbordó Maciel, mandó el centro y yo saqué una volea infernal, la pelota pegó en el parante de atrás y volvió casi hasta la mitad de la cancha. En el segundo, yo sabía que Comizzo estaba adelantado, siempre jugaba así y más en esa situación porque ellos iban perdiendo y ya terminaba. Recibí en el círculo central, de espaldas al arco, la levanté y saqué una volea.
También le marqué uno a Pumpido, cuando él jugaba en Unión.
-Les convertiste a Fillol y Pumpido, los dos arqueros campeones del mundo con Argentina.
-Sí, son pequeñas alegrías. Uno vivía cosas que en ese momento no valoraba tanto. Pude jugar contra Bochini, que era mi ídolo. Me tocó enfrentar a Francescoli. También tener cerca a Borghi, él era un fenómeno, si hubiera tenido la cabeza de Maradona, hubiese logrado lo mismo. Cuando jugué en Temperley, hacíamos la pretemporada en el mismo lugar que Argentinos Juniors, las cosas que hacía Borghi eran admirables, nunca vi nada igual a él.
-Con Gatti también estuviste cerca.
-Muy cerca. Me perdí un gol imposible. Hice la mejor jugada de mi vida, lo dejé al “Loco” comiendo pasto y cuando quedé solo, pero solo eh, la tiré afuera. Al momento de definir me nublé, se me vino encima todo el estadio repleto, perdí de vista el arco e hice cualquier cosa. Después, del partido, vino a hacerme una nota el gordo García Blanco y me dijo “Oudoukian, si hacía ese gol lo vendían a Italia hoy mismo”. Ese día ganamos 1-0.
-El último partido de Gatti, nada menos.
-Exacto, ganamos con gol de Maciel. A partir de ahí, Pastoriza, que debutó ese día, lo sacó para darle lugar a Navarro Montoya. Ese día ganamos con gol de Maciel.
-¿Cómo llegaste a Armenio?
-Anduve bien en la recordada campaña de Grupo Universitario, en la que estuvimos cerca de ascender al Nacional B. En esa época, salía la revista Sólo Fútbol y, en ella, me ponían como figura casi siempre. Armenio me seguía de ahí, me lleva y tengo dos muy buenas temporadas en primera.
-¿Por qué no pudiste mantenerte en la categoría?
-Terminé quedando libre, porque jugaba por el veinte por ciento, esa cláusula de Agremiados, porque nunca me llamaron para arreglar un contrato. Armenio era un club muy atípico, los que ponían el dinero eran dos o tres armenios, uno de ellos el dueño de Puma. Pero ellos nunca aparecían, el que manejaba todo era Noray Nakis. Era todo muy raro…A mí me querían equipos como Boca y Estudiantes. También me surgió la posibilidad de irme al Málaga de España, que finalmente compró a un delantero de Banfield que andaba muy bien. Igualmente, pude jugar en el exterior, me fui a Chile y jugué en Cobresal.
-¿Y en Tandil?
-Pasé por varios equipos, además de Grupo. Estuve en Independiente, Gimnasia, Santamarina y Ferro. También fui parte de la histórica campaña de Racing de Gardey, dirigido por el “Conejo” Tarabini.
-¿Y en las inferiores?
-Gimnasia fue mi primer club, allí jugué desde el baby. Cuando tenía doce o trece años, jugaba en sexta e Independiente me compró. Fue la primera vez que en Tandil se compraba un jugador de inferiores. Por mi pase, Independiente le dio a Gimnasia tres jugadores y creo que algunas pelotas.
Por TV, en la calle
Aunque parezca insólito, siendo ya un jugador de primera división del fútbol argentino, Oudoukian no disponía en su hogar de un televisor.
Eso lo llevó a la curiosa situación de tener que ver desde la vereda y, a través de una vidriera, los goles que convertía horas antes:
“Vivía en Paraguay y Pueyrredón, cuando jugábamos de locales o en otra cancha que me quedara cerca, a la noche me iba hasta un local de Frávega que había sobre la avenida Pueyrredón y miraba Fútbol de Primera desde la vereda. Vivía con mi señora, recién nos habíamos casado, vivíamos en un departamento que me daba el club y no teníamos televisión”.