UN VALOR PREPONDERANTE PARA EL FÚTBOL DE LA REGIÓN
Murió Daniel González, el gran goleador que vino de Ayacucho
Ferro lo trajo en 1977 y fue dos veces campeón con el tricolor. Hizo buena parte de su carrera en Tandil, donde se radicó y formó su familia.
En la jornada de ayer, se produjo el fallecimiento de Daniel González, recordado delantero del fútbol tandilense desde fines de la década del ’70 y hasta bien entrados los ’80.
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“Tortita”, como lo conocen en Ayacucho, donde nació en 1956, fue incorporado por Ferrocarril Sud en 1977, cuando el equipo de la Estación no era campeón desde el ‘58.
González llegaba precedido de notables antecedentes en la vecina localidad, donde había descollado en Sarmiento, con siete campeonatos ganados de forma consecutiva y sobresalientes actuaciones en el seleccionado local, donde debutó en 1972 anotándole cuatro goles a Rauch para una victoria 6-2.
En esos tiempos fue varias veces rival de los seleccionados tandilenses y Ferro dio el paso para contratarlo, a partir de la llegada de Aldo Villar a la dirección técnica.
En el tricolor, el ayacuchense respondió a las expectativas y fue parte del campeón del ’77. Aquel de la formación base con Burtovoy; Pollak, Beneitez, Curuchet y Lavayén; Perandones, el “Negro” Vicente y Arriaga; Lorea, González y Aldo Varales.
En esa campaña, González aportó 9 goles en el Clasificatorio y 3 en el Mayor. Dos de ellos fueron a Independiente, para un triunfo por 4-2 que selló la coronación de Ferro en el estadio San Martín.
Al año siguiente, el club de la Estación volvió a gritar campeón y Daniel se hizo presente en la red 8 veces en el Clasificatorio y 3 en el cuadrangular Mayor. Otra vez el rojinegro fue el principal rival, segundo en ambos tramos de la temporada.
En esos tiempos, a Ferro no le fue bien en el Regional de Clubes Campeones, aunque González hizo su aporte de 4 tantos en igual cantidad de partidos del torneo ‘77/’78. Fue autor del primer gol del tricolor en la historia de esas competencias, al anotarle a Alumni de Azul, en una serie que los tandilenses superaron con una derrota 1-2 y un triunfo 4-1. En la ronda siguiente, Quilmes de Mar del Plata fue el verdugo por anotar más goles como visitante, tras dos empates 1-1 y 2-2.
En la siguiente edición del Regional, González le anotó dos veces a Cemento Armado de Azul, que superó la etapa con un triunfo 2-1 y una igualdad 2-2.
Fueron tiempos en los que participó de la selección tandilense, integrando el subcampeón en el campeonato Argentino de 1978, en San Juan. En ese mismo año, jugó el partido inaugural del estadio mundialista marplatense (hoy José María Minella), que terminó 2-2 entre los representativos de ambas ciudades.
Luego, Azul Athletic lo incorporó y también fue campeón en esa Liga, donde también defendió los colores de Atlético Tapalqué.
Su vuelta a Tandil fue para jugar en Racing de Gardey, en 1982. Formó parte del campeón invicto de 1983, con Aníbal Tarabini como entrenador y una formación que solían integrar “Tato” Medina; “Tati” Erviti, Gamalero, Chazarreta y Canessa; Marcelo Russich, Fava y Gerardo Villar; Mariano Manga, González y el “Conejo” Tarabini, que durante la competencia incorporó a su sobrino Daniel.
Con la casaca albiceleste, Daniel marcó 20 goles en dos temporadas y luego participó en la Alianza que Racing formó con Excursionistas.
Un regreso a Ayacucho, para lograr el título con Defensores en 1984, precedió a su llegada al recién creado Grupo Universitario, donde logró el ascenso desde Primera B en el ’85 y jugó un partido en el campeón de la A del ’86, antes de sumarse a Independiente para cerrar su carrera.
En esa trayectoria, González sobresalió por su habilidad para resolver en los metros finales. Rápido de movimientos, sabía ubicarse en el lugar justo para lastimar a la defensa adversaria.
Familia deportiva
Daniel formó su familia con Mirta Paleo y de esa unión nacieron cinco hijos: Lucas, Mariano, Claudio, Pablo y Daniela.
Fue durante muchos años empleado del Banco de la Provincia de Buenos Aires y creó el café Mariano’s, donde coincidió con varios de los innumerables amigos que le dejaron los años de fútbol.
Permanente seguidor de las carreras de sus hijos, entre ellas las de Mariano y Pablo como futbolistas profesionales, mantuvo un estrecho vínculo con el deporte. Hoy, todo ese ambiente llora su partida.