TENIS
María Irigoyen: “Estoy totalmente conforme con la carrera que hice”
La tandilense traza un balance, a un año y medio de su retiro. Un recorrido por sus inicios, sus consagraciones panamericanas y la experiencia en Copa Federación, donde fue rival de Serena Williams.
Por Fernando Izquierdo, de esta Redacción
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A los 31 años y aún con mucho “hilo en el carretel”, María Irigoyen optó, el año pasado, por ponerle punto final a su carrera en el tenis profesional.
Lo hizo satisfecha y sin titubeos, cerrando un ciclo que incluyó dos medallas de oro panamericanas, apariciones recurrentes en la formación argentina de Copa Federación y dos títulos WTA en la especialidad del doble, en la que llegó a ser la número 47 del ranking mundial confeccionado por ese organismo.
Hastiada por los viajes, llegó a detestar los aeropuertos. Ello y la necesidad de hallar otros horizontes, entre ellos formar una familia, la impulsaron a colgar definitivamente la raqueta.
Junto a El Eco de Tandil, “Mery” realizó un repaso vinculado a los episodios más salientes de su itinerario tenístico:
-¿Quedaste satisfecha con tu carrera o quedó algo en el tintero?
-Siempre digo que, en el single, llegué a mi mejor versión. En el doble, si hubiese conseguido una compañera para jugar de manera estable, podría haber obtenido mejores resultados. Pero la verdad es que el balance de mi carrera es muy positivo. Me fui súper conforme cuando decidí retirarme.
-Te retiraste relativamente joven.
-Sí. Sobre todo si tengo en cuenta que la mayoría de las doblistas se retiran cerca de los 40 años. Pero yo tenía otras prioridades, ya había disfrutado mucho mi carrera, quería dedicarme a otras cosas, como a formar mi familia. Creo que tomé la decisión en el momento justo.
-¿Fue una decisión largamente meditada o más bien repentina?
-Lo venía pensando desde un año antes, o incluso un poco más. Lo venía hablando con mi equipo, no es algo que haya decidido de un día para el otro. Fue un paso que no me costó dar, me despedí muy bien del tenis. Quedé cien por ciento conforme con mi decisión.
-¿Qué extrañás de tu ciclo en el tenis profesional?
-La adrenalina de los partidos. Esas sensaciones extremas, la alegría plena de un triunfo o la tristeza profunda por perder un partido que no debiste perder. También extraño viajar y conocer lugares. Y jugar los torneos de Grand Slam.
-¿Y de qué te liberaste?
-De los aeropuertos, que son lo que más odié en toda mi carrera. De estar lejos de mi familia y amigos, de no tener un lugar de pertenencia. Jugando sos una “ciudadana del mundo”, tu habitación es una valija y tu placard es un bolso.
-¿Avizorás un futuro con ligazón al tenis, como entrenadora o capitana del equipo de Copa Federación?
-Capitana de Argentina me encantaría, pero no es mi momento, hoy estoy abocada a mi familia. Como entrenadora no me veo, no porque no me guste, sino porque es algo que me demandaría viajar, el motivo por el que decidí retirarme. Igual, de algún modo sigo ligada al tenis porque soy la capitana de San Lorenzo en los Interclubes.
Inicios
-¿Cómo se produjeron tus primeros contactos con el tenis?
-A los 6 años. Mi papá tuvo un severo problema de salud y lo internaron. Me dijeron que, para despejarme, debía dedicarme a algún deporte, que elija a cuál. Con mi decisión de elegir el tenis tuvo que ver un primo mío, que jugaba. Estaba el furor de la escuela del club Independiente, y allí fue que comencé.
-La escuela de Raúl Pérez Roldán.
-Claro, también estaba Marcelo Gómez. Pero a quien más tuve fue a Oscar Rábago. Él fue quien más de cerca me siguió y más cosas me inculcó. En la preparación física, tenía a Andrés Castilla.
-¿Cómo fueron los primeros viajes y competencias?
-Viajaba con Oscar y mi mamá, quien me acompañaba a todos lados. Yo tenía ese entusiasmo que te caracteriza cuando sos chica, quería jugar todo el día al tenis. Me iba bien en los torneos y cada ves disfrutaba más la competencia. A los 13 ó 14 años, empecé a ganar los Regionales y lo fui tomando más en serio.
-¿Cómo fuiste ordenando tus estudios?
-Nunca los dejé de lado. Mis padres siempre fueron muy estrictos con eso, era algo que no se negociaba. No pude hacer entrenamientos en doble turno hasta que terminé el colegio. Completé mis estudios como cualquier adolescente, en tiempo y forma, en el Colegio Sagrada Familia. Recién a los 18, cuando me fui a vivir a Buenos Aires, empecé a entrenar en doble turno. La mayoría de las jugadoras arrancaban antes con eso. Pero el colegio me aportó un montón de cosas, herramientas muy útiles, vivencias muy lindas. No creo que haber respetado los tiempos haya sido un punto negativo.
-¿Por qué la escuela de tenis de Independiente es lo que es?
-Más allá de que Raúl (Pérez Roldán) se equivocó muchísimo como entrenador, a mí, y a quienes fueron parte de mi generación, se nos inculcó el valor del sacrificio. Eso distingue a los jugadores tandilenses, somos todos muy luchadores, no resignamos ningún partido hasta que está perdido.
-¿Cuál fue el momento puntual en el que percibiste que el tenis podía ser tu medio de vida y ya no un mero hobby?
-Cuando tenía 14 ó 15 años amaba estar en la cancha de tenis. No sé si sentí en ese momento que podía vivir de este deporte, pero tenía claro que por ahí pasaba mi deseo.
-¿Quiénes han sido tus referentes?
-De chica, “Gaby” Sabatini era mi ídola máxima. Ya de más grande, me enamoré del tenis de Roger Federer.
-¿Seguís el tenis actual?
-El de mujeres lo sigo pero sin ver demasiados partidos porque no los pasan. Veo algunos de hombres.
-¿A quién destacás además de a Federer?
-Me encanta ver a Juan Martín (Del Potro), no sólo porque es argentino y de Tandil, también su estilo me gusta mucho. Es notable la coordinación que logra teniendo ese físico, su derecha es tremenda, para mí cuando se invierte y la revienta es la más potente del circuito. Otros que me gustan son Fognini, Tsitsipas y Monfils, son jugadores que me entretienen. Entre las damas, me gusta mucho Simona Halep.
Con la celeste y blanca
-¿Qué ha significado en tu carrera representar al país disputando Copa Federación y Juegos Panamericanos?
-Mucho. De hecho, las mejores experiencias que tengo de mi carrera deportiva las viví representando a Argentina. Lo disfruté muchísimo a pesar de que tiene su lado duro, con la presión a la que te sometés y demás. Es una experiencia única, siempre que pude, jugué. Jamás dudé en ser parte del equipo de Copa Federación las veces que me han llamado. Lo mismo, con los Juegos Panamericanos. Jugar para el país fue hermoso y me dejó cosas increíbles, como enfrentar a las hermanas Williams en un fin de semana o ganar dos medallas de oro y una de bronce en Panamericanos.
-¿Qué te dejaron los enfrentamientos ante las Williams?
-Fue algo increíble, muy lindo. Fue en la serie contra Estados Unidos, en el Pilará (N. de R.: club de la localidad de Pilar que solía albergar series de Copa Federación). El sábado jugué contra Serena, la mejor de todos los tiempos, y el domingo ante Venus. Poder disputar esos partidos, en “mi casa”, sobre mi superficie, con mi gente, fue inolvidable.
-¿Con qué sensaciones encaraste el partido contra Serena?
-Como cualquier jugadora que entra a una cancha de tenis, entré a ganar. Obviamente, sentía mucha presión, no quería hacer un papelón. Sabía que, ante una rival como Serena, el resultado dependía cien por ciento de ella. Pero hice un gran partido, sobre todo en el primer set (Williams se impuso 7-5 y 6-0). Y disfruté muchísimo del marco, estuvo hermoso.
-¿En qué aspectos del juego te sentiste más desbordada?
-Claramente, su fuerte es la potencia. Es una bestialidad. Otra gran virtud de ese tipo de jugadoras, ganadoras de torneos de Grand Slam, es su capacidad para mantener el nivel durante dos o tres horas de juego. Tienen un alto grado de concentración.
-¿Y Venus?
-De ella me sorprendió su segundo saque, venía casi tan fuerte como el primero. Ambos venían a 160 ó 170 kilómetros por hora. Normalmente, entre las damas, el segundo es a 120 ó 130.
-¿Cómo canalizabas emocionalmente el hecho de representar a tu país? ¿Lo disfrutabas o eras presa del nerviosismo?
-Las dos cosas. He tenido partidos en los que disfruté mucho y pude jugar por encima de mi nivel medio. Y me ha pasado a la inversa. En Japón, perdí 6-0 y 6-0 (ante Misaki Doi). Ese día sentí la presión, era la 1 del país, jugábamos por el Grupo Mundial, en indoor y sobre una superficie en la que no me sentía para nada cómoda. Siempre el polvo de ladrillo es donde más cómoda me he sentido, o eventualmente en una superficie dura pero más lenta de la de aquel día en Japón. Realmente la pasé mal esa vez.
-¿Qué amistades te ha dejado el circuito?
-Con las argentinas es más fácil entablar una amistad porque compartís más cosas. Algunas de mis amigas son Betina Jozami, Nadia Podoroska, Catalina Pella y Paula Ormaechea.
-¿Por qué el tenis argentino no obtiene resultados en la rama femenina?
-Un punto muy importante tiene que ver con la superficie. El tenis femenino está liderado por Europa del este y Asia, sitios en los que se utilizan superficies muy rápidas, cuando las argentinas nos criamos jugando sobre polvo de ladrillo. Un hombre que está 100 del mundo puede jugar 20 ó 25 torneos sobre polvo en la temporada. La mujer, ocupando esa misma posición en el ranking, puede concurrir a 5 ó 6 porque es todo lo que le permite el calendario. Las mujeres argentinas tienen que jugar la mayoría del tiempo en superficies por las que empezaron a transitar a los 16 ó 17 años.
El tenis de la pandemia
-¿Qué ves del tenis profesional en plena pandemia?
-Considero que es muy injusto que se esté jugando. Hay lugares en los que no se permite viajar, algunos no pudieron siquiera entrenar y el circuito ya está activo. Se viene un Grand Slam sin la qualy…es más de lo mismo, proteger el negocio.
-¿Y respecto a la reactivación en los clubes?
-Me parece bien que se haya puesto en marcha nuevamente. Es ridículo que se haya demorado tanto tiempo la habilitación. Lo que dijo Ginés (González García, ministro de Salud de la Nación), que no se había presentado un protocolo, es mentira, la AAT lo presentó en abril. Me pareció una falta de respeto e información total.