TENIS
“El stress está por los permanentes hisopados”
Lo dice Juan Pablo Pagano, kinesiólogo que se desenvuelve en el circuito ATP. “Todo el tiempo estás temiendo que te dé positivo o falso positivo”, explicó. Detalles de su reciente gira internacional, en la que trabajó con “Machi” González y Schwartzman.
Juan Pablo Pagano nació en Carmen de Areco pero desde hace varios años se encuentra radicado en Tandil.
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Este licenciado en kinesiología y fisiatría se volcó al tenis de élite mundial acompañando al tandilense Juan “Pico” Mónaco en buena parte de su carrera.
Recientemente, realizó una gira por Norteamérica y Europa, en el regreso de la actividad del circuito ATP, acompañando a “Machi” González y trabajando también con Diego Schwartzman, el mejor tenista argentino de la actualidad.
“Pollo” brinda detalles de esa gira y los condicionamientos surgidos a partir de la pandemia del coronavirus:
-¿Cómo ha repercutido la pandemia en tu trabajo?
-Pensé que iba a ser mucho más difícil. Cuando, en agosto, arranqué en el US Open había mucha expectativa en torno al sistema de burbuja que iba a utilizar. Fue el único torneo que presentó una burbuja tan cerrada, tan estricta. Llegabas al aeropuerto, desde allí te llevaban hasta el hotel. Apenas dejabas el equipaje te trasladaban a una sala en la que realizaban los test y te ibas a tu habitación. La credencial para moverte dentro del hotel y el torneo no te la daban hasta tener la certeza de que fueras negativo.
-Debías permanecer encerrado hasta que llegue el resultado.
-Exacto. Y pasó que a algunos chicos les dio falso positivo y se tuvieron que quedar quince días encerrados. Guido Pella tuvo que hacerlo, porque a un contacto estrecho, su preparador físico, le había dado positivo. En ese sentido, había mucho nerviosísimo en el ambiente. Todos trataban de esquivar a quienes recién llegaban, hasta que pasen los primeros dos test. Una vez que superabas el segundo, te relajabas y toda la “comunidad” te invitaba a sentarte y compartir cosas.
-¿Qué sucedió con el torneo?
-Lo que hicieron muy bien los norteamericanos fue meter camillas y bicicletas, haciendo gimnasios al aire libre en los sectores habitualmente destinados a los stands comerciales de los sponsors.
A nosotros nos vino bárbaro, porque esta vez al vestuario sólo podía entrar el jugador, cuando antes lo hacía también parte de su equipo. Con esta medida que tomaron, dispusimos de muchos más espacios, este año estuvimos súper cómodos para trabajar, con muchas opciones en cuanto a lugares.
-El contexto del torneo cambió en general.
-Seguro. Antes estabas en el complejo y permanentemente escuchabas exclamaciones y te preguntabas qué estaría ocurriendo en cada cancha. Esta vez fue raro. En cuanto al juego, no hubo jueces de línea, estaba sólo el umpire. Y una máquina que emitía un sonido, un “¡no!, cuando la pelota picaba afuera. Era una computadora que marcaba el pique, por un lado estaba bueno porque no se prestaba a discusiones. Fue algo atípico incluso para los jugadores, que debieron adaptarse a un grito distinto al habitual, el de los jueces de línea. Lo raro es que a veces no distinguías entre un entrenamiento y un partido oficial, se escuchaba nítido el golpe de los tiros y demás.
-¿Con quién viajaste en esta gira?
-Con “Machi” González. También estuve trabajando con “Peque” Schwartzman, ellos jugaron juntos el doble en Roma.
-¿Cómo fue ese torneo?
-Cuando nos fuimos para Europa nos encontramos con algo distinto. En Estados Unidos era todo mucho más estricto, tenías que andar con la credencial para todos lados. Si alguien de seguridad veía que no la llevabas o que no tenías puesto el barbijo, te mandaban a buscarlos.
-¿Dónde más estuvieron?
-Con permiso de ATP, nos fuimos con “Machi” para Francia, a un Challenger. Allí, nos encontramos con mucha más libertad, no lo podíamos creer. En el hotel había mucha flexibilidad y el torneo se jugó con asistencia de público. En Roma también, pero sólo en las instancias finales. El hotel tenía huéspedes ajenos al torneo, no estaba bajo la modalidad de burbuja. Si bien sólo te permitían ir del hotel al torneo, era un poquito más relajado. No te exigían estar todo el tiempo con la credencial.
-¿Más allá de los cuidados lógicos, trabajar en estas condiciones se asemeja a lo normal?
-No es tan difícil. Lo complicado es convivir con el stress que tenés semana a semana ante la aparición de los falsos positivos, y por el hecho de que te hagan tres hisopados semanales. El temor del jugador es que no le dé positivo o falso positivo, que para el caso es lo mismo. A “Leo” Olguín, el entrenador de Schwartzman, le dio positivo, no tuvo un solo síntoma, y poco después le dio negativo. Se tuvo que quedar dos semanas aislado en Italia. Por ahí pasa el stress que sufren el jugador y su equipo de trabajo. Si cae uno, caen todos. Por otro lado, el tenista no tiene que asistir a compromisos sociales o con sus sponsors, y lo tenés más enfocado en su trabajo y más a tu disposición. Eso está bueno.