Mariana Enríquez, una autora para descubrir
Es la nueva directora de Letras del Fondo Nacional de las Artes y fue premiada con el Herralde de Novela 2019
Descubrí a Mariana Enríquez con Las cosas que perdimos en el fuego (2016). Me la recomendó una amiga hace algunos años. De lo mejor que leí, me dijo. Y tenía razón. La antología reúne doce relatos terribles y apasionantes. En sí, las historias no tienen punto en común, salvo por el hecho de que trascurren en Argentina y que el marco hiperrealista admite no obstante la aparición de lo fantástico. Esta quizás sea marca personal de la autora: crea para el lector un contexto familiar, que aun así le permite acceder a lo sobrenatural sin cuestionamientos. Y desborda tensión, siempre, hasta el final.
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A partir de ese libro empecé a seguir a Mariana Enríquez, que hace pocos días se convirtió en la nueva directora de Letras del Fondo Nacional de las Artes, organismo que se encarga de financiar y apoyar el desarrollo de artistas locales a través de becas, subsidios y concursos. Leí también Este es el mar (2017), una novela corta sobre jóvenes y fanatismo en el mundo de la música con guiños de Ciencia Ficción, y tengo pendiente su investigación sobre Silvina Ocampo, La hermana menor (2014). Sin dudas, es multiforme el mundo de Mariana Enríquez, esta periodista que nunca dejó de trabajar de lo suyo para escribir ficción y a quien Anagrama acaba en entregarle el 37° premio Herralde por la novela Nuestra parte de la noche (2019).
“Yo me aburro mucho de mí”, dice en las entrevistas, y como escritora apuesta a salir de lo obvio escribiendo diferentes géneros, probando. Su último intento fue contar una historia en 700 páginas, algo que nunca antes había hecho. Escribir en una novela larga es un camino diferente, nos dice, porque el escritor debe “entrar en ese mundo, ese ritmo, en esa obsesión”. De alguna manera, en esta novela Enríquez crea un sistema que la representa, como el ADN de su propia narrativa. Logra conectar todos aquellos temas que la obsesionan y darles una forma: la influencia de la literatura fantástica anglosajona -que también marcó a Bioy Casares, Silvina Ocampo…- el ocultismo, la magia, el terror. Y también lo que ya había conseguido en sus cuentos: enmarcar la trama en un momento específico de la historia de nuestro país y en varios escenarios, lo cual le permite profundizar en política, en las relaciones de poder, en los conceptos de clase, las culturas diferentes y las creencias populares.
Nuestra parte de la noche es la historia de Juan y su hijo Gaspar. Los une, además de la sangre, un secreto que el padre quiere esconder. Juan fue acogido desde niño por una orden esotérica, una secta que lo adoptó con el objetivo de valerse de sus habilidades de médium. Puede comunicarse con “La Oscuridad” incluso en contra de su voluntad y sabiendo que esta práctica lo debilita cada vez. Los miembros fundadores de la Orden están convencidos de que de ese médium obtendrán un beneficio, y hacen todo lo que esté a su alcance para lograrlo. Entonces Juan se cuestiona si esta es la vida que quiere para su hijo, que tiene sus mismos dones, y decide negarle lo que es. Aquí se advierte otro de los temas recurrentes de la novela: la herencia, lo que nuestros hijos heredan necesariamente de nosotros, y si es justo limitar su libertad por dónde o cómo tocó nacer. En este sentido se explora también, de fondo, la herencia política en el contexto postdictadura, cómo el pasado marca a los personajes y lo que tienen que vivir.
A Enríquez le interesan los vínculos de poder, las creencias populares paganas de la tradición oral, y las trae a los personajes y sus familias, el mundo aristocrático argentino, sus refinamientos y gustos, además de sus oscuridades. Las familias poderosas que eran dueñas de la tierra y de la gente, y que a la vez guardaban secretos que nadie conocía. Entrar en ese mundo es el regalo de esta novela, que se vuelve una lectura voraz. Y es increíble -como un viaje intenso- que esto suceda con una novela de 700 páginas, todas y cada de una de ellas tan viva como indispensable.
Nuestra parte de la noche está colmada de magia, preguntas sobre el deseo y sobre el poder, las obsesiones de una escritora que siempre busca ir más allá. En 2019 ganó uno de los premios más importantes de la literatura usando un pseudónimo, para no valerse de sus aciertos literarios anteriores, y se animó a probar un terreno desconocido con la novela larga que, dicho por ella misma, te gana o te deja afuera.
Esta es una invitación al mundo de Mariana Enríquez, una de las escritoras más relevantes de la literatura argentina contemporánea, que hoy también es reconocida por el Fondo Nacional de las Artes. Versatilidad genial de una autora que hay que conocer.