Ya pasó casi un mes
El día en el que nadie fue completamente feliz
Decían algunos que las PASO no definían ni servían para nada. Se esperaba, a la hora del recuento, gente contenta y gente triste, como siempre ocurre tras un escrutinio. En Tandil, sin embargo, ningún candidato se fue a dormir completamente feliz ese domingo.
¡Pasa tan rápido el tiempo! Ya hace casi un mes que se desarrollaron las PASO. Sirven para poco y nada, según algunos. Sobre todo cuando no hay dos listas en el mismo espacio. Pero alcanzan para medirse.
Recibí las noticias en tu email
Sin embargo, a nivel nacional y provincial, por primera vez tuvieron una importancia tal que ya hay quienes están poco menos que probándose los nuevos trajes de presidente y gobernador.
Tres fuera de carrera
En Tandil fueron siete las opciones. Cada una con distintas aspiraciones.
Como en la Fórmula 1, se sabe que los candidatos a ganar son los autos Ferrari, Mercedes y Red Bull, pero hay otros que también compiten. Y festejan cuando pasan los cortes clasificatorios, aún sabiendo que la victoria es casi una misión imposible.
De los siete candidatos, había por lo menos tres que suponían casi con certeza que no iban a lograr la base para llegar a octubre. Y así fue.
Pero aún pese a sospechar que los votos iban a ser escasos, seguramente en sus fueros íntimos siempre soñaban con algo más.
No debe haber sido un final de domingo feliz para Angel Bascougnet (Movimiento de Avanzada Socialista) que obtuvo 457 sufragios ni para Ricardo Huarte (Lealtad y Dignidad) que logró 416 y mucho menos para José Sinalli (Dignidad Popular) que apenas cosechó 94 votos.
La izquierda suma algo pero nunca alcanza
La izquierda en Tandil siempre tuvo, tiene y seguirá teniendo su caudal de votos que le permite “pasar las PASO”… para después no llegar a nada.
Hace unos años uno de los entonces candidatos dijo: “Nosotros somos fieles a los ideales. Sabemos que a lo sumo llenamos tres gimnasios como los de Independiente o de Unión, pero no podemos meter un concejal y obviamente ni soñamos con la intendencia”.
Esta vez le tocó el turno de candidatearse al abogado Roberto Caracoche, quien tampoco se habrá ido muy contento a descansar el domingo 11 de agosto . Cumplió con “los tres gimnasios”, porque obtuvo 1.700 votos, pero la aspiración de crecer se mantuvo trunca. Y las expectativas para octubre no parecen ser mejores.
El partido de Lavagna en medio de la polarización
La empresaria Andrea Almenta debe haber sido casi con total seguridad la que más sufrió el shock de las urnas.
Lavagna en su momento aparecía como el “tapado” de la política nacional. Muchos creían que podía llegar a dar el batacazo. Hasta que apareció Cristina con su magistral jugada e hizo jaque. Juntó al peronismo, polarizó las PASO y seguramente polarizará la elección del 27 de octubre.
A nivel nacional el ex ministro de Duhalde obtuvo un caudal de votos equivalente al 25 % de lo que sacó el oficialismo y un 17 % de los sufragios totales de la fórmula Fernández-Fernández.
En Tandil, Almenta estuvo incluso muy debajo de esos guarismos: un 14 % de lo que obtuvo Iparraguirre y solo un 9% de lo conseguido por el oficialismo.
Los 3.817 votos le permiten holgadamente competir en octubre, pero como se avizora el panorama, nada fácil le resultará romper la polarización y obtener los casi dos mil votos más necesarios para que acceda al Concejo su primer concejal.
Salvo que influya un factor que más adelante exponemos en esta misma nota.
A Nicolini lo habían entusiasmado demasiado
En su momento el invencible fue Zanatelli. Y desde 2003, Lunghi. Gana él y ganan sus candidatos.
Nunca nadie osó competirle desde entonces, hasta que Marcos Nicolini lo hizo este año.
Los más objetivos, los que saben tomar distancia y mirar el panorama abierto sabían – y se lo dijeron – que ésta era la ocasión para instalarse y demostrar que podía obtener la minoría.
Con el paso de las semanas, muchos de sus amigos y de quienes sin serlo decidieron acompañarlo en la brava patriada empezaron a envalentonarse – y a envalentonar al candidato – al punto de hacerle creer que lejos de ser una quijotada, quizás podía llegar al bicentenario de Tandil sentado en el sillón de Duffau.
Sin embargo, Lunghi terminó obteniendo el 75 % de votos más que él. Fueron 27.596 contra 15.701.
Obtuvo la minoría, sí. Hizo una buena elección, sí. Pero desde que abrieron la primera urna, el cansancio, la expectativa y – por qué no – la desilusión por lo que pudo haber sido y no fue, le borraron la sonrisa. Aún antes de su inmerecido accidentado paso por el comité de calle Mitre.
Iparraguirre solo sonrió para afuera
Después de mucho tiempo, el peronismo llegaba unido a una elección teniendo enfrente a un oficialismo fraccionado.
Quienes algo saben de política auguraban un triunfo de Iparraguirre y así resultó, pero por una mínima diferencia – 171 votos -.
Esa victoria que se esperaba por una cuestión de lógica, fue sin embargo muy escueta, y nada le debe haber gustado a Rogelio comprobar que miles de tandilenses eligieron las fórmulas Fernández-Fernández y Kicillof-Magario, pero no a él.
Concretamente, obtuvo en Tandil 3 mil votos menos que su candidato a gobernador y 4 mil menos que Fernández.
Lejos de la sonrisa que exhibió en todo momento tras la elección y que es habitual en él, al apoyar su cabeza en la almohada esa noche habrá terminado de comprobar que el aluvión de votos kirchneristas en la provincia y en el país no lo acompañó en su ciudad y ello pone un manto de dudas sobre los guarismos que pueda obtener dentro de un mes y medio. Los que votaron a Nicolini difícilmente se vayan con él pero… nunca se sabe hasta dónde llega el encono.
La cara de Lunghi no necesitaba palabras
Desde el 2003 hasta la fecha había ganado cuatro elecciones a intendente, cuatro de medio término y cuatro PASO.
Cada noche post elección se había visto a un Lunghi sonriente y tan exultante como uno puede imaginar a un hombre que de por sí nunca fue demasiado demostrativo.
Sin embargo, en estas PASO se vio a alguien feliz sólo a medias. Le habían mojado la oreja mucho más de lo que todos sus hombres cercanos imaginaban.
Ya no es lo mismo para él el hecho de tener que mezclar candidatos en una lista que siempre armaba con absoluta discreción. Y tampoco lo es para su gente tener que intercambiar ideas en una mesa de consenso que habrá uno a saber si tanto lo es en la realidad.
Es conciente de que su reelección está casi en el bolsillo, pero nadie puede asegurar que quienes votaron a Nicolini, en octubre se inclinen por Iparraguirre (muy difícil) o por Almenta (más probable).
Cambios en el gabinete habrá con seguridad. Varios se preguntan: ¿Los hará Lunghi a su exclusivo antojo como siempre? ¿Está bien que los haga?¿Debería consultar a la minoría?