Sin pistas ni certezas por la fecha de peritajes vitales, naufraga la pesquisa por el homicidio de la abuela
A poco más de un mes del crimen de la mujer en su casa de Pellegrini y Chacabuco, los investigadores reconocieron estar “empantanados” en un caso donde no se encuentran pistas. Las expectativas están dadas en los resultados periciales que se hagan en las prendas secuestradas, pero no hay certeza alguna sobre cuándo se harían. El recorte presupuestario en el único laboratorio atentan contra la pesquisa. El homicidio de Jorge Bustamante y el de Daniel Ávila aún aguaran por estudios similares para elevar las causas a juicio.
A poco más de un mes del hallazgo del cuerpo sin vida de la mujer en su casa de Chacabuco y Pellegrini, poco se avanzó en la investigación por el esclarecimiento de la muerte que es tomada como un homicidio.
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El expediente ha quedado inmerso en un delicado lugar donde no se logró avanzar prácticamente en nada, frente al escaso caudal probatorio con que se toparon los investigadores desde el inicio del caso.
A ello, se le suma un dato poco alentador. Como se informó en ediciones pasadas, la justicia penal afronta situaciones complejas que hacen a la falta presupuestaria para realizar peritajes clave, en este caso, a la hora de poder dar con algún elemento que aliente a una pista y, desde allí, encaminar la pesquisa.
A más datos, recién 29 del pasado mes desde la Asesoría Pericial de Azul se enviaron las prendas secuestradas en la casa del homicidio en pos de que en La Plata, donde funciona ahora el único laboratorio en todo el territorio bonaerense, realicen el cotejo científico en pos de determinar si se hallan rastros de ADN que permitan dar con un patrón genético más allá de la víctima y, a partir de allí, buscar al responsable del crimen.
Pero como se indicó, se trata del único laboratorio provincial por lo que no hay fecha ni plazo que permita dar alguna claridad a los investigadores de datos que serían más que relevantes para el expediente, habida cuenta que después de eso, no hay prácticamente nada (ni imagen de cámara de seguridad pública y/o privada, testimonio, u otro elemento) que alimente a contar con una expectativa sobre dilucidar sobre lo que ocurrió aquel 28 de febrero.
La muerte
Como se vino detallando, además de aguardar por los peritajes que permitan confirmar las causas del deceso (la hipótesis más firme es el estrangulamiento) ahora se espera por otros estudios más complejos que buscan dar respuesta al interrogante que alude a las circunstancias en que se habría cometido el asesinato, como así también el móvil, la causa de esa presunta acción violenta que terminó con la vida de Olga Sprovieri viuda de Urdampilleta (80).
Sin imágenes de trascendencia que permitan observar desde alguna cámara de seguridad el movimiento en adyacencias de la finca, sin testigos, con casi nula evidencia dentro de la casa, sin faltantes monetarios y elementos de valor (lo único que no se encontró aún es el celular de la víctima), la incertidumbre gana la iniciativa en una causa que, desde el inicio, los investigadores advirtieron como extremadamente compleja, precisamente por esa falta de prueba.
Por lo que se especula del primero parte del médico policial, la muerte dataría de unas ocho horas, lo que lleva a conjeturar que el deceso ocurrió en horas del mediodía. Horas previas a eso sí se pudo observar en una de las imágenes de cámaras de vecinos a la mujer en la puerta de la casa, como dicen que lo hacía habitualmente. No mucho más que eso.
La familia, en tanto, consternada por el fallecimiento, sigue guardado respetuoso silencio al aguardo de lo que establezca la policía como los agentes judiciales. Es que hasta las primeras horas de aquella noche de jueves todo tendía a pensar en una muerte por causas naturales, pero con el paso de las horas fueron anoticiados sobre elementos de convicción que llevaba a pensar en una muerte violenta.
Como se expuso oportunamente, los especialistas advirtieron sobre las marcas que se evidenciaban en el cuello de la mujer, compatible con una compresión con algún elemento que incluso podía llevar puesto la propia víctima (un pañuelo).
Primeramente hubo alguna duda sobre el faltante de un dinero que la mujer guardaría, empero con el correr de los minutos la propia familia lo encontró.
El mobiliario estaba donde siempre. No había ninguna escena adulterada. Tampoco la puerta de ingreso estaba forzada. Sí la puerta trasera que da al patio estaba sin llave, pero no más que eso.
Sobre la posibilidad de dar con alguna huella en la escena del crimen, no hay expectativa alguna. Ya se informó sobre el ingreso de todos los familiares y allegados a la casa una vez anoticiados de la muerte, aunque tampoco nada había sido removido por lo que es casi imposible que se tuviera algún rastro de interés para la causa.
Otros crímenes que aguardan resultados
Si bien el asesinato de la abuela resulta a estas alturas en la justicia penal y la Policía el suceso más delicado y urgente a resolver que, para suerte de éstos, no ha generado mayor repercusión social a la hora de demandar por el pronto esclarecimiento, también se convive con otros resonantes crímenes contemporáneos que si bien han avanzado en sus conclusiones preliminares con sus respectivos responsables penales, están demorados en su instrucción precisamente por las citadas falencias presupuestarias que hacen a la necesidad de resultados periciales.
Uno de los casos es el homicidio de Jorge Bustamante, por el cual si bien ante los ojos de la opinión pública resultaría ya esclarecido, aún se aguardan por peritajes que permitan concluir el expediente judicial y, a partir de allí elevar la causa a juicio para que sea el Tribunal el que disponga un debate en el cual se establecerán las eventuales condenas a los sindicados como autores del cruento asesinato.
Tal se precisó oportunamente en ediciones pasadas, el crimen de Jorge Bustamante fue cerrándose con positivas sensaciones para los investigadores, que más allá del ruido mediático y controvertidas versiones cruzadas, lograron recopilar prueba contundente en pos de endilgar las responsabilidades penales de los dos implicados en el resonante suceso delictivo, Nahuel Morales y Ángel Tami, quienes aguardan detenidos el tiempo del juicio.
Tanto Morales como Tami, confesaron su participación aunque se reprocharon roles distintos en el homicidio. Independientemente de las declaraciones interesadas de ambos detenidos, la pesquisa cuenta con un testigo “clave” que permitió arribar a las acusaciones.
Empero, si bien el caso parece más o menos claro al aguardo del juicio que determinaría las penas a sentenciarlos, aún aquel peritaje que cuenta con fecha de meses para su realización, ha demorado que los pasos burocráticos judiciales se agilicen.
El asesinato de Ávila
Lo propio está ocurriendo con otra sensible investigación criminal. Más precisamente con el expediente por el homicidio de Daniel Ávila por el cual se encuentra detenido Matías Fabre, sospechado de ser el autor material del asesinato ocurrido el 30 de octubre del año pasado a las 21 en su casa de calle Almafuerte 2672.
En esta imputación también para la fiscalía se cuenta con elementos más que suficientes para endilgarle el hecho, pero también resulta clave un peritaje de ADN que también aguarda por fecha de realización.
En efecto, en el primero de los allanamientos se secuestró un pantalón de jeans que se cree que Fabre usó el día del crimen, el cual se detectaron manchas de sangre humana, al decir del peritaje. En el segundo de los allanamientos a la misma casa, se encontró una remera que había sido lavada y ocultada en la primera diligencia, prenda a la cual también se le detectó manchas de sangre.
Acerca de los indicios de sospecha, en el expediente consta que la tarde de la muerte de Ávila, Matías Fabre vestía una remera color celeste y un pantalón babucha color gris, los que se encontraban limpios y sin roturas; y que horas posteriores al suceso criminal la babucha fue hallada en el domicilio de calle Rosales 727, en la que el sospechado durmió esa noche posterior al hecho, cortada y conteniendo dos manchas de sangre humana.
Con relación a la remera color celeste con inscripciones en color negro, que vestía el día del hecho fue hallada en la misma vivienda de calle Rosales con manchas hemáticas.
Indicios
El resto de la probanza, a criterio de la primera impresión de la defensa, tratan sobre indicios, a partir de testimonios que lo ubican en tiempo y espacio al acusado en las horas previas a la escena del crimen.
Consideración contraria mantiene la acusación, que de dichos testimonios logra hilvanar la hipótesis sobre los movimientos del ahora detenido, contando como antecedente que uno de los declarantes confió en que Fabre ya le había robado dinero a Ávila el sábado anterior al asesinato. Al decir de este testigo, el observó cuando el acusado le sustraía del cajón de la mesa de luz de la víctima dinero, del que el entorno sabía que el jubilado guardaba allí. Efectivamente, la plata de la jubilación tras el golpe fatal fue sustraída del mismo cajón (tenía unos 7 mil pesos).
Otro dato no menor para la pesquisa: se supo a Fabre se encontraba en un estado de ánimo “desesperado” en los días previos al encuentro con Ávila y compañía, siendo que necesitaba dinero para pagar una multa.
Otro indicio versa sobre el hecho probado de la existencia de una relación de varios meses, de trato frecuente y confianza entre Matías Fabre y la víctima, sumado a que el día del hecho -antes de su comisión-, el sindicado Fabre compartió vino y cigarrillos durante la hora de la siesta con la víctima y su cuidador – acompañante Claudio Nieves, sabiendo Matías Fabre que la víctima, esa mañana había cobrado la jubilación.