Sin controles de ingreso a la ciudad y con más libertades, la “nueva normalidad” ya llegó
Testigos de un hito histórico, los tandilenses vienen atravesando la pandemia con mucho dinamismo y acostumbramiento hacia algunas cuestiones. Esta podría decirse que fue una semana “clave” y lejos de aquellos días de toque de queda, hoy el relajamiento social es más notable. El repaso de las primeras horas de “Emergencia Sanitaria”, su desenlace a lo largo de estos ocho meses y eso que llegó para quedarse.
Desde que la pandemia de Covid-19 asomó en el mundo, en el país y en Tandil particularmente, se advirtió que se trataría de un proceso largo y mucho se ha hablado de que las sociedades deberían acostumbrarse a una “nueva normalidad” y contar con el poder de “reinventarse”.
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Esta semana se cumplió un año del primer caso registrado de coronavirus en China, el dato coincide con que después de varias idas y vueltas, de muchos meses de encierro y fuertes restricciones, la ciudad volvió a tener cierta flexibilidad, se levantaron los puestos de Control Sanitario en los ingresos, los taludes en caminos rurales y en pocos días llega la oficial apertura al turismo.
La realidad es que con las altas temperaturas se ve mucha gente sin barbijo, pocas colas en los supermercados que han tenido su avalancha ante el temor a la falta de alimentos allá por marzo, grupos de personas reunidos al aire libre y la mayoría de las actividades comerciales funcionando en sus nuevos horarios.
“Reinvención, nueva normalidad y protocolo”, son algunas de las palabras que más se han escuchado, escrito y explicado en los últimos tiempos.
Así, ese momento tan augurado al principio pareciera haber llegado, de hecho ya ni siquiera se especula con el sueño de que aparezca una vacuna para contrarrestar al virus, sino que hay varias en proceso para elegir. Sin embargo, como está ocurriendo en otras partes del mundo, no se descarta un rebrote de contagios también por aquí.
Cuando el alerta se encendió
El 14 de marzo, el Municipio decretó la “Emergencia Sanitaria” en Tandil, para ese entonces ya se venían tomando ciertas medidas preventivas por las alarmas que se iban encendiendo en distintas partes del país y claramente venían muchas más restricciones por delante.
Ese día en conferencia de prensa con el equipo que conformaría el Comité de Seguimiento del Covid-19 en Tandil, Lunghi creyó que con respecto a lo educativo aún no se habían tomado decisiones porque no se estaba en condiciones de aplicar las plataformas y la parte digital para que los chicos estén en sus casas continúen eficientemente el programa educativo.
“Eso va a llegar en poco tiempo”, había determinado y así fue, tanto que hasta el momento las clases presenciales son una de las pocas cosas que siguen sin volver.
También por esa fecha el vicepresidente del Sistema Integrado de Salud Público (SISP), Matías Tringler, había develado que había dos potenciales casos sospechosos, que si bien no cabían dentro de lo determinado por el protocolo completaron una ficha epidemiológica. Cabe decir que los síntomas que se tenían en cuenta eran muchos menos que el abanico que fue se expandiendo con el correr del año y de los estudios médicos.
Finalmente el primer caso confirmado de coronavirus en la ciudad se registró medio mes después, el 29 de marzo, a la vez que el primer fallecido fue el 24 de agosto y de ahí en adelante se experimentó una diversidad de situaciones, con avances y retrocesos indeseables.
Todo parece fluir
Después de ocho meses, la curva de contagios que atravesó una subida estrepitosa y sostenida, finalmente mostró un descenso y consigue mantener por estos días el amesetamiento soñado para llegar a temporada de verano con más tranquilidad.
Hoy nuevamente Tandil se posiciona, para el termómetro local, en Estadio Amarillo, aunque la Provincia todavía lo encuadra dentro de su sistema en la Fase 3. Este retorno del Rojo intenso que se había determinado para apaciguar la situación epidemiológica, ha devuelto a la ciudad una variedad de libertades tales que parecerían totales.
Muchos celebran haber retomado el ritmo de una franja horaria más extensa, hasta los restaurantes recobraron la posibilidad de funcionar con presencia en los locales e incluso los prestadores de servicios para eventos tienen asegurada su habilitación para reactivar en breve.
Por otro lado, las demandas de hoteles hacia el primer fin de semana lago de diciembre van subiendo, signando una temporada turística que genera grandes expectativas. Todo parece fluir.
Las familias, las que pudieron y como pudieron, se adaptaron a la educación virtual. Los tandilenses, como en la mayor parte del mundo, incorporaron el tapaboca y nariz a su uso cotidiano, la sanitación de manos constante y el distanciamiento, en cierto modo, volviéndolos parte de la normalidad actual, esa que anticipaban.
Sin embargo, hoy no todos estarían asumiendo esos compromisos y el relajamiento se vuelve cada vez más notable. Como si ese acostumbramiento a la pandemia fuera quitando aquel temor al contagio, o acaso los casi tres mil ciudadanos que están en el historial de los partes informativos tuvieran fuerte certeza de sus anticuerpos. Lo positivo podría ser que la primavera y el verano traigan consigo más reuniones al aire libre y no tantas en interiores y clandestinas.
Lo que pasó y lo que sigue igual
Tandil ha pasado, con cortocircuito con el Gobierno provincial de por medio, por diferentes Fases y Estadios, los horario comerciales, de esenciales y no esenciales, y de salidas recreativas sufrieron constantes adaptaciones. Hasta atravesó un período de toque de queda y de camiones fumigando las calles. Pero eso ya quedó atrás.
Sin embargo algunas cosas no cambiaron desde marzo. Los chicos en edad escolar continúan siguiendo sus clases de forma online, horas y horas frente a la computadora es otra de las realidad que trajo el coronavirus y, aunque se estima que en febrero podría volver la modalidad presencial, ya la pandemia ha demostrado que se trata del minuto a minuto.
Así como ellos, los artistas y actores culturales de estas tierras siguen pateando la incertidumbre de si volverán o no a tener ingresos en sus bolsillos que provenga del propio arte. Ellos siguen, como los alumnos, sin saber si tendrán al menos alguna nueva normalidad. Por lo pronto la temporada de verano vendría a darles una mano, pero el pedido de “Emergencia Cultural” que los mantuvo en lucha no es considerado.
Por otro lado y a diferencia de ellos, lejos de quedarse detenidos en el tiempo, los trabajadores de la salud y la seguridad han redoblado sus esfuerzos para sostener su esencialidad con toda la fuerza posible. Llevan y llevarán por un largo tiempo más jornadas eternas expuestos a la primera barrera de peligro al contagio y junto a eso el honor.
El kilómetro cero, de millones
Según la investigación de South China Morning Post, el primer caso de Covid-19 se detectó el 17 de noviembre, en una ciudad de China. Desde ahí la cifra fue en aumento.
Para el 15 de diciembre el total de personas contagiadas era de 27; para finales de 2019, el número de infectados era de 266 y el primero de enero del 2020 la cifra aumentó a 381. Pero no fue hasta el 11 de marzo del 2020 que la Organización Mundial de la Salud catalogó al virus como pandemia.
“La OMS ha evaluado este brote durante los últimos días y estamos profundamente preocupados, tanto por los niveles alarmantes de propagación y gravedad, como por los niveles alarmantes de inacción. Es por ello que hemos decidido decretar el estado de pandemia”, declaró en aquella ocasión Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS.
Así fueron los primeros del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, que continúa extendiéndose por el planeta y ya ha infectado a más de 57,9 millones de personas, mientras que la cifra global de decesos supera los 1,3 millones y la de los recuperados suma más de 37 millones de personas.