Madre e hijo recuperados de coronavirus llamaron a donar plasma y a superar el estigma de los contagios
Laura Bellini y su hijo Facundo Ferrari son pacientes recuperados de Covid-19. Fueron los casos 3 y 4 confirmados en la ciudad. Sufrieron la persecución y el estigma por haberse contagiado, pero quieren derribar todos los prejuicios para poder construir desde la empatía y la solidaridad. Facundo donó recientemente plasma para ayudar a otros infectados. "No hay que juzgar a las personas enfermas, hay que preguntarles qué necesitan para estar bien", sostuvieron.
Laura Verónica Belllini tiene 51 años y es la tercera paciente que dio positivo a Covid-19 en la ciudad. Ella y su hijo Facundo, de 21, padecieron la enfermedad y se recuperaron. Pero también transitaron un derrotero difícil, porque fueron víctimas de la ignorancia y la crueldad de una parte de la sociedad que estigmatiza a los infectados, que señala y juzga.
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Frente a esto, eligieron salir a hablar para transmitir un mensaje de empatía y para promover la donación de plasma, porque si algo se aprende en medio de las plagas es que puede haber en las personas más cosas dignas de admiración que de desprecio.
“Mi hijo es el caso 4 y yo soy el caso 3. Cuando estuvimos enfermos hubo una persecución muy fea a nivel redes. Se decía que yo había contagiado a mi hijo, iban al Hospital y pedían los nombres de los casos positivos, la pasé muy mal”, contó la mujer en comunicación exclusiva con El Eco de Tandil.
En abril, Laura experimentó varios síntomas asociados al coronavirus: fiebre, dolor de garganta, dolor de cabeza y pérdida de olfato, e inmediatamente dio aviso al Sistema de Salud. Como cumplía con los criterios para ser un caso sospechoso, inmediatamente la aislaron y le practicaron un hisopado. Luego de dar positivo, se analizó a los contactos estrechos, su marido y su hijo Facundo, quien también estaba infectado.
Tardó 26 días en recuperarse, periodo que pasó en su casa, confinada en una habitación porque los profesionales decidieron que era mejor controlarla en el domicilio.
El nexo epidemiológico
Tiempo después, cuando las autoridades sanitarias comenzaron a realizar trazabilidades y estudios serológicos, se estableció que la cuñada de su hijo, con antecedentes de viaje a la Ciudad de Buenos Aires en marzo, antes de que se decretara la cuarentena, tenía serología positiva, es decir, que tiene anticuerpos para el Covid-19 que sólo pudo haber desarrollado al estar en contacto con el virus.
De ahí se deduce que pasó a su hermana, novia de Facundo, y se produjo el contagio. Las dos chicas dieron negativo en su momento, pero sin embargo presentan serología positiva, por eso ellas también pudieron donar plasma pese a no ser casos confirmados.
“Como paciente recuperada quiero explicar que no hay que ser crueles. No persigan a la gente que se contagia. Los médicos no mienten, hacen su trabajo. En este caso no es que no nos cuidamos, fue por una persona que vino de CABA a principios de marzo, recién en abril tuve síntomas”, explicó.
“El problema más grave es que no hay plasma. Si siguen estigmatizando a los pacientes positivos, nadie va a querer donar y eso te salva”, manifestó.
El otro como amenaza
La ensayista estadounidense Susan Sontag escribió en 1978 su libro “La enfermedad y sus metáforas”, centrado en el cáncer y la tuberculosis, ampliado en 1988 con una segunda parte sobre el sida y sus metáforas. El texto sirve para entender cómo reaccionan las sociedades a las enfermedades y cómo desde el lenguaje se crea sentido común.
“La descripción no se limita a la evolución clínica de la enfermedad y su tratamiento, sino que la enfermedad se convierte en el enemigo con el que la sociedad entera debe alzarse en pie de guerra”, analiza Sontag.
Las metáforas con que se refieren las enfermedades, debido a que estas son siempre traumáticas para la vida de las personas, y más si son mortales, son construcciones lingüísticas que a menudo son sólo un subterfugio para no mirar los miedos de frente.
El estigma sólo sirve para acorralar a las personas afectadas, generando desconocimiento y pánico en la comunidad. Tanto es así que muchas personas no se animan a decir si registran algún síntoma, ni tampoco a donar plasma por temor a ser “escrachados”.
Luego de atravesar la experiencia de la enfermedad, Laura se puso al hombro la tarea de concientizar desde su lugar para que se respeten las pautas de cuidado con el objeto de minimizar los riesgos de propagación viral y también promueve la donación de plasma como forma de contribuir a mitigar los efectos del coronavirus en las personas.
Laura expone su caso, también, para evitar que otros pacientes sufran como ella, porque hizo carne eso de que siempre es mejor acompañar que sentenciar al otro. Según contó, hasta llegaron a echarla de un local por su condición de paciente recuperada. Su nombre se filtró y recibió agresiones varias, la información comenzó a tergiversarse.
“No quiero que quede en vano todo lo mal que la pasé y no quiero que otros pasen por lo mismo. No hay que juzgar a las personas enfermas, hay que preguntarles qué necesitan para estar bien. La forma de evitar que esto se expanda es también que se cumpla el aislamiento domiciliario, que los pacientes positivos estén bien, que se recuperen y puedan donar plasma”, detalló.
Los cuidados
Además, remarcó la importancia de respetar las pautas de cuidado como única herramienta para combatir los contagios. “Quiero que la gente de Tandil sepa que no es una gripecita, hay que usar bien el barbijo, respetar el distanciamiento. Como sociedad no entendemos que si se sigue haciendo lo mismo, va a haber más casos, y la misma gente que acusa no usa barbijo, por ejemplo, o subestima la enfermedad”, consideró.
El problema que ella detecta es que el miedo y la ignorancia van a terminar por devorarse todo, entonces se va a hacer muy difícil detectar los casos y conseguir donantes. “Mucha gente tiene miedo de donar, porque en vez de ser algo hermoso y verlo como la manera de ayudar a otra gente, la donación termina absorbiendo una carga negativa. Si empiezan a aparecer más casos y siguen arrinconando a la gente y la maltratan, vamos a estar complicados, nadie va a querer donar. Si como sociedad no comenzamos a funcionar empáticamente, se va a complicar”, reflexionó.
“Yo quiero seguir mi vida feliz, sin molestar a nadie y ayudar a los que pueda. No me puedo quejar de cómo me trataron los médicos. La doctora Bruggesser (médica infectóloga del Sistema de Salud) me llamaba dos veces al día para ver cómo estaba. Tardé mucho en recuperarme, quedé débil un tiempo pero es normal, ahora estoy bien”, compartió.
El testimonio de Facundo
Su hijo, Facundo Ferrari, la otra parte de esta historia, también conversó con este Diario y expuso su punto de vista con gran lucidez. Así, relató que allá por abril comenzó sintiendo un fuerte dolor de cabeza que al principio pensó que se trataba de una sinusitis, cuadro que quedó descartado cuando se confirmó que su madre tenía el virus y le practicaron el PCR, que dio positivo.
“Estuve casi un mes encerrado en mi habitación con mucho dolor de cabeza y después perdí el olfato. Le avisé a mis amigos más cercanos, a mi novia y su familia; todos me ayudaron y estaban a disposición por si necesitaba algo, si había que comprar algo o simplemente charlar. No recibí ningún insulto directamente, pero sé que hubo muchas agresiones y se dijeron muchas cosas que no era ciertas, como que yo me había ido de viaje y no había respetado la cuarentena”, contó.
“Me recuperé bien, estuve quince días más sin salir y luego traté de salir lo menos posible, porque tenía las defensas bajas”, agregó.
La donación
Tras la recuperación, Juan Carr, titular de Red Solidaria Argentina, se puso en contacto con Laura para ver si quería donar plasma. Como tenía las defensas bajas no pudo hacerlo, pero sí se sumó a la iniciativa Facundo, quien el pasado viernes concretó la donación en Mar del Plata. La médica Florencia Bruggesser le comentó sobre la posibilidad de aportar plasma y tras el llamado de Carr y del centro regional de Mar del Plata, viajó a hacer la donación.
En primera instancia, viajaron para hacerse los estudios de aptitud, porque se necesitan diversos requisitos para poder donar, y después regresaron a efectivizar el acto. “No lo hace mucha gente por miedo o por desconocimiento de cómo es. Yo dije que sí porque sabía que ayudaba a mucha gente y era un acto de bondad. Es toda una decisión, pero la satisfacción es enorme”, confío el joven.
Según su descripción, lo ubicaron en un sillón de donación y lo conectaron a una máquina que extrae la sangre, que por un proceso llamado aféresis la separa del plasma y seguidamente la devuelve al organismo.
En rigor, el procedimiento se realiza con un equipo de plasmaféresis que sólo extrae unos mililitros de plasma sin ningún otro componente, ni glóbulos rojos, ni glóbulos blancos, ni plaquetas. Estos componentes de la sangre se devuelven luego al paciente sin el plasma, el cual el organismo sustituye rápidamente. Para concretar esto se lleva a cabo una entrevista, un examen clínico y pruebas de laboratorio para asegurar la salud del donante y la del receptor anónimo. El tiempo de proceso es de alrededor de 60 minutos, se puede donar hasta 200 mililitros dos veces por semana, no más de 24 veces al año, y sirve para tratar hasta cinco pacientes.
“No me dolió nada, no me sentí incómodo, estuvo todo muy bien”, expresó Facundo.
Empatía, la ley primera
Por último, el joven se enfocó en la necesidad de informarse más para combatir con datos fidedignos el miedo que pueda aparecer ante el desconocimiento de cómo es la enfermedad, qué pasa con el virus y también qué sucede con la donación de plasma
“Hay que tener más empatía a nivel sociedad para no juzgar a los enfermos, no es lindo pasar por eso. Hay que informarse más. Es normal tener miedo porque es una enfermedad muy nueva. Por cómo lo viví, jamás podría opinar de nadie. La persona contagiada la pasa mal, también su familia. Lo que se puede hacer es cuidarse, respetar las normas de cuidado para cuidar también a los otros”, expresó.
“Empatía es que no salgan a querer ver quién tiene coronavirus y quién no o tratar mal a la persona que lo tenga, es ayudar para que nadie más se enferme”, cerró.