Nada personal
Nora Polich lleva más de 30 años en el Municipio, entró allá por el ´86 con apenas 18 años ocupando la categoría más baja del escalafón para trabajar en Desarrollo Social con el doctor Daniel Grasso. Pasó más tarde a ser la secretaria del bloque radical; luego concejal y hoy, mandato cumplido, continúa en la Muni y junto con otros radicales es parte del Ateneo del Tercer Siglo, una propuesta integrada por gente del radicalismo y del PRO y que en las próximas elecciones generales tendrá a Marcos Nicolini como candidato a Intendente.
Está colmada de vivencias y anécdotas, de recuerdos que le hacen bien al alma y de otros que a veces le sacan una lágrima. Afirma que con el Intendente Miguel Lunghi no tiene nada personal; por el contrario lo admira y respeta, conociéndolo desde hace casi treinta años. Insiste una y otra vez que cree en las alternancias, que hay gente que se acomoda para el lado que le conviene, que la grieta existe no por los políticos honestos sino por gente sin principios.
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-¿Qué recordás de tu ingreso a la Muni?
-Entré en diciembre del 86, el año anterior había terminado el secundario y comenzado a estudiar historia en la Universidad, pero no me adapté.
-¿Qué pasó?
-Venía del Colegio Sagrada Familia, estructurado, ordenado, limpito y no hubo un período de adaptación de la escuela a la universidad. Estudié un cuatrimestre y me di cuenta que no era lo que quería. Me hubiera gustado estudiar medicina, pero por varias razones entre ellas la económica no lo hice. En realidad tampoco sé si tenía la madurez suficiente. No lo viví como una frustración.
-Estudiando en el Colegio de Hermanas ¿no quisiste hacerse monja?
-Tal vez esperaba el llamado divino. Lo pensé cuando iba al primario, pero no me duró mucho la idea.
-Decías que había dejado de estudiar en la Universidad.
-Sí y estaba en casa barajando posibilidades, en realidad no sabía muy bien qué hacer. Mi papá que, siempre andaba con su bicicleta por la calle, se encontró con un amigo de la vida, el doctor Daniel Grasso. Este preguntó por la familia y papá le contó que yo había dejado la Universidad, que no estaba haciendo nada en ese momento. Grasso le dijo que fuera a la Municipalidad y me anotara, cosa que hice. Luego me llamaron, me hicieron una entrevista y empecé en la última categoría porque había una vacante. No tenía muchas expectativas porque mi punto focal era seguir estudiando. Todo me costó mucho, le he metido esfuerzo y ganas de aprender empezando desde abajo. Estuve a prueba y pasé todos los procesos pensando que un día el Municipio no sería mi destino. Por supuesto, estaba muy agradecida por tener ese trabajo de municipal ya que a veces -por distintas razones- ha sido el único dinero que ingresaba a la casa.
“Me fascinaba escuchar a los históricos radicales”
-¿Cuántos años tenías cuando asumió Raúl Alfonsín como presidente y aquí en la ciudad Américo Reynoso como Intendente?
-En el ´83 tenía quince años y en casa no se hablaba casi nada de política. Las chicas estábamos todas enfervorizadas, adolescentes ante un proceso nuevo del que no entendíamos nada; sin embargo, siempre le digo a Martina Verellén que fue por sus enseñanzas que aprendimos qué era el Congreso, por ejemplo, ya que teníamos instrucción cívica en tercero y quinto. Fue como un renacer y aunque yo admiraba a Alfonsín no podía votar. Eso sí fue frustraste. Y ahí me enteré que papá era afiliado radical. Con el tiempo también decidí hacerlo.
-¿Por qué?
-Lo sentí. Y tengo una anécdota al respecto: cuando me entrevistó el doctor Daniel Grasso le dije que si me iba a dar el trabajo por afiliarme, no lo hiciera. El parecía hosco pero era una persona encantadora y recuerdo que se sonrió. Habrá pensado: “parece tímida pero se hace la cocorita”. Entré en diciembre del ´86 cuando ya habíamos perdido y me afilié en el ´88. Fue más una necesidad personal teniendo en cuenta que ya en el radicalismo había una diáspora. La generación del ´83 -que había entrado muy revolucionaria, en el ´87 se había empezado a ir.
-¿Con quién te encontraste en el comité?
-Con Claudia Castro, si no recuerdo mal el presidente de la Juventud era Daniel Binando. De las caras que hoy vemos más allá de dónde estén, Juan Urruty, “Tati” Loustau, Nilda Fernández. Había poca gente en relación a lo que había sido. Tengo presente la imagen de las personas que iban al bar del comité como “Chelo” Tangorra, José Angelillo, Daniel Grasso, Ramón Fernández, Emilce Fernández la mamá de “Carlitos” (Fernández). Esa gente que era la más grande me fascinaba. Me sentaba a escucharlos, durante años lo hice como con “Cacho” Equiza o Juan Boltiansky, era un placer oírlos.
-¿Ahí te comenzó a interesar la cocina de la política?
-Soy intuitiva por naturaleza y me gusta aprender y escuchar. Era como tener la historia viva del radicalismo, aunque en ese momento no la dimensionara así. Se hablaba de cómo habían defendido el comité cuando estaba cerrado, historias personales de gente muy mayor que eran como los sabios de la tribu. Obviamente había diferencias que no entendía, líneas internas, me costó muchísimo tiempo visualizar quién estaba de un lado o del otro, porque cuando uno entra se mueve más por afinidad con las personas. A mí me gusta leer y siempre encontraba alguien que me recomendaba tal lectura. Iba a las sesiones del Concejo sin tener nada que ver porque trabajaba en Bienestar Social.
-¿Tenías a alguien como referente?
-Empecé a ir a fines de los ochenta y después en el ´93 terminé estando en el Concejo como secretaria de bloque que era algo impensado. Recuerdo a “Carlitos” Fernández, Roberto Mouillerón, Aníbal Tuculet, Beatriz Fernández… veía discusiones enfervorizadas, distintas posturas ideológicas y debates súper interesantes. Después de las sesiones se iban a comer todos juntos, cosa que ya no se hace.
-Eso me comentaba Beatriz cuando la entrevisté. Después fue como si las ideas los dividieran, en fin.
-Ella fue la primera mujer entre 19 hombres, siempre la admiré y la quiero entrañablemente, esgrimía sus argumentos sin dañar, era cálida, afectiva o aguerrida cuando tenía que serlo.
-No había grieta.
-Es que las grietas no existen en la política, se inventan cuando hay buenas y malas personas. Hay una diferencia ideológica, de postura pero entre seres humanos con grandeza lo que prima es el afecto y respeto. A mí cuando fui concejal me tocó estar con Beatriz y puedo no compartir lo que dice pero admiro su manera de ser, su nobleza.
El día en que me sentí ajena…
-¿Cómo siguió tu camino?
-Pasé el último año de Américo Reynoso. En esa época Daniel Grasso era el secretario de Desarrollo Social y Miguel Lunghi, director de Salud. Yo dependía de la subsecretaria Pura Cordonnier. Trabajé también en la época de Gino Pizzorno y luego con Julio Zanatelli.
-¿Cuántos años estuviste en Desarrollo Social?
-Siete, pero un día me llamó Jorge Renis que era presidente del bloque radical y me propuso ser la secretaria (del bloque), eso fue en septiembre del ´93. No me dejó ni pensarlo un día y acepté porque se iba a una persona y me ofrecía reemplazarla por tres meses. Necesitaba un cambio porque estaban medio tirantes las cosas en Desarrollo que ya estaba en el edificio de Chacabuco.
-Y se dieron las elecciones legislativas.
-Y entra “Carlitos” Fernández y descubro otro mundo: ¡había computadoras! En Desarrollo Social nos matábamos tecleando en las viejas máquinas de escribir. Ahora me quedaba por aprender el trabajo relacionado con el Concejo. Cuando entró me dijo “lea el reglamento interno y la Ley orgánica”. Era un mundo nuevo y sucedió que en una oportunidad necesitaba un informe del presupuesto. Yo no tenía idea de lo que me estaba hablando, se sentó y se puso a enseñarme. Yo con los números no me llevo bien. No dormí en toda la noche haciendo y rehaciendo las cuentas. En esa gestión nos refrendaron como secretarias del bloque a Delia Gauna y a mí.
-¿Seguís siendo amiga de Delia?
-Sí, podemos tener diferencias, pero lo que no entienden algunos es que no es algo personal…
-Después lo charlamos, háblame de tu rol en el bloque.
-Pasó mucho tiempo. Miguel (Lunghi) ganó por primera vez en 2003 y allí comencé a visualizar las líneas internas. Nadie me dijo nada pero los concejales que accedían eran todos de líneas distintas. Entonces me impuse personalmente no participar de ninguna interna. Nunca hubo un concejal que me dijera “no podés militar una línea”, pero me parecía injusto porque si bien en el bloque no había secretarios de un concejal trabajábamos en equipo. Nunca hice diferencia con nadie, trabajé con todos, nos respetamos y fuimos un equipo, lo que pasa es que el radicalismo venía perdiendo. En algún momento fuimos Carlitos Fernández, Hugo Escribano, Delia y yo en el bloque, reducidos a una mínima expresión y si ellos salían me llamaban diciendo “anduvimos por tal lado” y yo preparaba la gacetilla y la mandaba a los medios. Después se incorporó en el bloque Mary Equiza, la primera mujer.
-¿Y vos?
-Siempre militando. Y esto se traslada hasta hoy donde nos convertimos en alternativa porque entiendo que la política partidaria se hace en Mitre y la gestión de gobierno es otra cosa, se hace en Belgrano y cuando se radicaliza la gestión ahí es donde tenemos problemas. Yo seguí militando en el partido más allá de mi trabajo, podía no haberlo hecho ya que nadie me lo exigía, era la secretaria del bloque. En las campañas por supuesto que ayudábamos.
-¿De qué modo?
-En la campaña de Miguel en 1995 llevaba los padrones a los barrios embarrándome mis únicas botas, después de mi trabajo en el Concejo. El perdió en esa elección, ganando Zanatelli. Para 2003 hubo que tomar una decisión porque éramos pocos y fue que Delia, licencia mediante, fuera a trabajar al local, estaba al lado de Radio Tandil y yo me quedé en el Concejo. Se decidió así y eso en algún momento me provocó dolor, porque a mí en los locales no me veían pero estaba todo el día en el Concejo. Y cuando se ganaron las elecciones era fiscal como lo fui toda la vida. Dejé el sobre en el comité y me fui a la vuelta y estaban todos festejando. Me miraban, gente nueva que no me conocía y después fue parte de la gestión. Sí, estaban los históricos porque antes había sido la interna de Miguel y “Cacho” Equiza. Los nuevos me miraban como preguntándose “¿Y esta quién es? Recuerdo que me fui con tanto dolor de ahí porque ¡nos había costado tanto ganar y yo me sentía ajena!
-El sentimiento era tuyo.
-Obviamente, ajena por la decisión de no estar activamente a la vista. Estoy orgullosa de lo que hice porque me delegaron una tarea importantísima, pero no llegué a tener ese sentimiento: ¡Ganamos! Nunca dejé de militar en el transcurso de los años que se perdió. Hubo gente que se fue y volvió cuando ganamos, a mí me pasó que atravesé todos esos años de radicalismo perdedor de Tandil adentro, guardada Llegado el momento del triunfo quería disfrutarlo pero me vine a mi casa y al otro día fui a trabajar como lo hacen todos y empezamos otro camino, porque no era lo mismo el radicalismo como oposición en el Concejo que empezar a transitar algo a lo que no estábamos acostumbrados, ser oficialismo con nuevos actores incorporados y muchas ganas de aprender.
Siempre quedan metas por cumplir
-Y un día te llamaron Concejal…
-Nunca había estado en una lista, ni de relleno. A mí me gusta crear y si lo tengo que hacer no me siento molesta armando cosas para un hombre que está expuesto. No lo vi en mi futuro ni era a lo que quería llegar. Obviamente fue un orgullo porque para un militante llegar a ese lugar es magnífico y más cuando las has pasado todas, le metiste taco al escenario y lo laburaste y es como mucho más todavía porque costó y nadie te lo regaló. El 2011 fue un año difícil, falleció mi papá en abril y yo era un poco sus ojos. El estaba esperando entregarme la medalla por los 25 años de servicio y no pudo. El día anterior al Día del Padre me llaman para decirme que Miguel quería hablar conmigo. Me pareció extraño, fui y recuerdo que llegué, esperé y como nunca estuve en la cocina de las candidaturas no sabía cómo se manejaban las listas. Me reuní con Lunghi que me dijo que iba a estar en la lista como nueve, que no iba a entrar. Le agradecí y pensé que mi papá había metido la mano. Hasta 2013 no pasó nada, en noviembre de ese año tuve que hacer un reemplazo por un día No hablé en toda la sesión porque me parecía una falta de respeto por la banca de quien se había tomado la licencia. Después cubrí algunos reemplazos de un día o dos. En febrero de 2015 “Cacho” Müller se va al área de salud y le tocaba a una persona de Vela que se excusó. De modo que asumí en 2015 hasta la finalización del mandato en remplazo de “Cacho”. Fue un tiempo donde comencé a exponer ideas y me visualicé de otra manera, no como la eterna secretaria. En 2015 que seguía sin saber cómo se manejan las candidaturas me dijeron que me iban a poner en la lista que venía pero ya no novena sino como la primera candidata mujer. Estaba Juan Pablo (Frolik), Marcos (Nicolini) y yo. De repente te ves en el Olimpo, no sabés cómo llegaste; sí sabes qué el esfuerzo lo hiciste pero no hablé con nadie, quizá fue un proceso natural de modo que en diciembre de 2015 asumí mi cargo hasta el 2019.
Obviamente todo el bagaje de conocimiento y experiencia adquirida como secretaria del bloque fue fundamental al momento de mi desempeño como concejal, como punto de partida para abordar las tareas. Igual ello no alivianó el trabajo sino que le impuso un ritmo por el cual salvo mis horas de descanso todo mi tiempo era dedicado a mi labor, el estudio de los expedientes uno por uno de cada una de las comisiones. Participé del Foro de Seguridad además de reuniones vecinales y actos protocolares. Además del honor con que asumí me siento orgullosa de haber desempeñado mi labor con responsabilidad y dedicación. Claro, siempre quedan metas por cumplir aunque parezca mentira cuatro años a veces resultan pocos para todo lo que uno quiere emprender.
“Nunca fue intención de nuestros planteos
crear una crisis de gobernabilidad”
-¿Cómo y cuándo se fue dando la brecha entre la gestión Lunghi y el grupo de concejales que conformó El Ateneo?
-Cuando asumimos como concejales la conformación quedo de la siguiente manera: Marcos Nicolini, presidente del bloque; Juan Pablo Frolik, presidente del Concejo y Gabriel Bayerque, Matilde Vide, José Luis laboraní y yo más los que ya venían con mandato que eran Carolina Gutiérrez, Adolfo Loreal, Araceli De Vanna, Matías Meli. Hay que tener en cuenta que además de ser concejales oficialistas a nivel local, pasamos a conformar el oficialismo a nivel provincial y nacional. En la tarea diaria y aunque venimos de diferentes historias comenzamos a confluir en pensamientos y posturas 7 de los 10 concejales que conformábamos el bloque, teniendo diferencias en matices sobre algunas cuestiones elevadas desde el Ejecutivo local, igual aclaro que votamos cada una de las iniciativas elevadas. Nunca fue intención de nuestros planteos crear ninguna crisis de gobernabilidad ni de dejar de facilitar las herramientas necesarias para el gobierno del Intendente. Solamente se hicieron planteos propositivos en cada tema que considerábamos que correspondía, como así también marcábamos errores que implicaban condiciones desventajosas o negativas para la gestión de gobierno. Siempre fuimos conscientes de los costos que implica el planteo de disidencias pero créeme que siempre fueron para mejorar nunca para destruir. Muchos pueden haberlo entendido otros no tanto y quizás vieron fantasmas de posicionamientos personales que eran ajenos a los planteos en el Concejo.
El conformarnos como espacio interno en nuestra sede partidaria surgió con el tiempo y el liderazgo natural de Marcos nos encolumnó en lo que conocen como el Ateneo Tandil del Tercer Siglo, con la premisa de comenzar a generar políticas publicas desde y con los vecinos de la ciudad. Corresponde también contextualizar que también surge ante la necesidad de adaptación e incorporación de vecinos que adhirieron a las decisiones de la Convención Partidaria de Gualeguaychu y la Conformación de la Coalición Cambiemos confluyendo en intereses e inquietudes comunes.
Pero también siempre dije que tengo muy claro que en el Municipio fuimos parte de la gestión de Gobierno, nuestras disidencias partidarias se dirimen en la calle Mitre. A veces se cae en el error de mezclar conceptualmente y como siempre dije nunca estuve de acuerdo ni con municipalizar el partido ni radicalizar la gestión.
Esta pertenencia como radicales en Cambiemos y teniendo en cuenta que no todos asumieron la coalición más que desde lo orgánico, por ser una decisión del partido a nivel nacional, nos llevó a ser más de una vez injustamente encasillados.
Fue la primera vez que concejales oficialistas debían defender posturas de un gobierno nacional o provincial que no tenía un candidato natural radical pero que sí formaba parte del armado nacional como coalición. Debo reconocer que personalmente y por mi años de permanencia en la militancia siempre fui nostálgica del radicalismo como fuerza superadora, pero con el tiempo acepté que las coyunturas a nivel mundial para afrontar los desafíos que los países requieren con la seriedad que merecen ser encarados van confluyendo en la conformación de coaliciones que se asienten en las coincidencias y no en las disidencias para el beneficio de todos. Obviamente provenimos con los demás partidos que la conforman de historias distintas, de caminos y posicionamientos también diferentes pero si compartimos como punto de partido nuestro profundo convencimiento de los postulados de la República, los valores y la plena vigencia del estado de derecho con el respeto a las Instituciones.
Así fuimos avanzando en nuestro incipiente Ateneo promoviendo acciones, charlas, conformando comisiones de trabajo y con el tiempo transformados en una opción para los vecinos en la cual plasmamos esos mismos fundamentos democráticos. Nuestra presentación como opción nunca tuvo que ver con razones personales pero si creemos profundamente en la alternancia como valor, en poder decir a los propios lo mismo de los que se dice a los ajenos. No podemos criticar a un Gildo Insfran como ejemplo perpetuado en el cargo cuando a nivel local -y reitero fuera Miguel u otro- el limite lo dio la ley de no renovación de candidaturas luego de dos mandatos, siendo que ya veníamos de 16 años de gobierno municipal. Y en ese convencimiento de darle la posibilidad a los vecinos de elegir una opción es que logramos 15.701 voluntades que entendieron ese mensaje y así asumió Juana Echezarreta como nuestra representante. Luego de ello trabajamos para la general para que el ganador como corresponde acceda porque también somos respetuosos de las decisiones democráticas y eso es lo que la gente eligió para los próximos cuatro años.
Las del estribo
-¿Qué diferencias ves entre Marcos Nicolini y Rogelio Iparraguirre? Ambos son profesionales y provienen de familias tradicionales de la ciudad.
-Son dirigentes partidarios jóvenes y cuadros políticos con una proyección a futuro. Hasta allí las coincidencias que creo es lo que los define. No he trabajado con Rogelio más que compartir comisiones o el recinto de sesiones por lo que no quiero ser atrevida en hacer aseveraciones acerca de su desempeño. Sí lo he hecho con Marcos desde la actuación partidaria hasta los cuatro años como concejal y estoy orgullosa de acompañarlo en la conformación del Ateneo y por ello sí puedo afirmar que es una persona altamente responsable, serio para encarar sus decisiones, piensa mucho antes de actuar. Sabe escuchar y asume los consensos y las mayorías aun cuando quizás su primera decisión no era a la que se arribó. Y creo que a lo largo de su trayectoria política ha adquirido seguridad para encarar responsabilidades mayores.
-Finalmente ¿cómo vivís la pandemia y la cuarentena y cómo crees que la está manejando el ejecutivo?
La vivo con la misma incertidumbre de cualquier vecino. Terminada mi tarea como concejal asumí nuevamente mi cargo de planta municipal dentro de la Secretaria de Desarrollo Humano y Hábitat por lo cual cumplo funciones como administrativa en la residencia de adultos mayores Fernando Adderly tarea que encaré con la misma responsabilidad que hago en cualquier desafío a asumir.
En cuanto a cómo lo está manejando el Ejecutivo, en el área en la que me desempeño me consta que las autoridades de la Secretaría, Alejandra Marcieri, Pablo Civallieri y en mi caso Lucía González a cargo de la dirección de Adultos Mayores han potenciado su accionar en un contexto complejo para llegar a cubrir la demanda creciente de la población.
Personalmente me cuido mucho, cuido a los míos y leo el parte todas las noches como lo hace cualquier vecino.