La Vidriera
El colmo de la audacia y la desvergüenza
Transcurría la madrugada del 11 de abril de 1938 con una tranquilidad absoluta, solo interrumpida por el ladrido de algún perro a la distancia. El Doctor Angel Argentino Olmos, prestigioso médico de Tandil, descansaba plácidamente en su domicilio de la calle San Martin 869, sin sospechar que la silueta de un hombre se desplazaba, a la luz de la luna, en una de las paredes del patio de su casa.
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