Iparraguirre señaló que el presupuesto participativo servirá para contrarrestar la desintegración social
El concejal Rogelio Iparraguirre dio detalles del proyecto de ordenanza para la implementación del presupuesto participativo en toda la ciudad y destacó que este tipo de herramientas contribuye a mitigar el proceso de desintegración social que experimenta Tandil. Además, cuestionó que “con todo aquello que entraña participación ciudadana, el Intendente tiene una relación, por lo menos, remanida”.
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El proyecto tomó estado legislativo en septiembre y ahora aguarda el debate en las comisiones de Interpretación y Asuntos Legales y Economía, aunque también podría pasar por Desarrollo Social. El expediente todavía no se trató y seguramente bajará para contar con opiniones de distintas áreas del Gobierno. “Para nosotros es importantísima la opinión del Ejecutivo y además, que venga el Ejecutivo al Concejo Deliberante, aceitar esa práctica democrática”, dijo el candidato por Unidad Ciudadana en relación a la consideración de la iniciativa por parte del oficialismo.
Por otro lado, adelantó que “no esperamos que sea tratado ni aprobado en un mes. Está pensando para que cuando estemos celebrando el Bicentenario, ya la totalidad de la ciudad esté discutiendo su presupuesto participativo y en esa instancia alcanzará al 8,6 por ciento de la masa presupuestaria de la administración central”.
Sumado a esto, definió que “los presupuestos participativos como herramientas de participación social y comunitaria tienen que ver, entre otras cosas, con una corriente mundial donde la clase política, los gobernantes, como no son ningunos genios sino ciudadanos con mayores responsabilidades que los demás, no pueden por sí solos tomar la totalidad de las decisiones que afectan la vida de los demás. Hay que habilitar mecanismos de participación al conjunto de la sociedad -además de ir a votar cada dos años- para que las políticas públicas también tengan más aciertos”.
“No hay una
ordenanza”
Iparraguirre explicó que su espacio político encontró al menos tres razones para elaborar el proyecto del presupuesto participativo para Tandil, que demandó un gran trabajo. La primera fue que la gestión del intendente Miguel Lunghi, durante los primeros 6 ó 7 años, habló de la herramienta y “mandó no sé cuantas veces a Julio Elichiribehety y a Marcos Nicolini, a Porto Alegre, Brasil, a estudiar lo que para la región es la experiencia más importante, un faro, y al día de hoy, ni siquiera María Ignacia y Gardey tienen presupuesto participativo. No hay una ordenanza”.
El concejal por el PJ-FPV remarcó que para su la aplicación en las dos localidades rurales no hay un reglamento, con los tiempos, los posibles destinos de los recursos ni la forma de votar las propuestas o los tiempos. “El año pasado, a fin de año, recién estaban votando el presupuesto participativo cuando el proyecto de presupuesto de cálculos y recursos del ejercicio siguiente ya estaba elaborado. Entonces, era una pantomima y sobre todo por la cantidad de recursos que destinan, que es absolutamente antojadiza y depende del humor del Intendente cada año. No hay un coeficiente, un proporcional, algo atado a un criterio o variable que diga que a Vela y Gardey les corresponde tanto”.
La participación
Iparraguirre consignó, como segundo disparador del proyecto, que desde que ingresó al Concejo, en diciembre de 2013, han elaborado una serie de proyectos de ordenanza que “entrañan participación ciudadana” y recordó que la primera que presentó fue para la conformación de una comisión de control, administración y gestión del Fondo de Financiamiento Educativo y luego hubo otras como la unidad de asesoramiento del Sistema Integrado de Salud para que médicos, enfermeros, trabajadores no profesionales y las asociaciones civiles tengan participación en las decisiones que se toman, entre otros.
“Estamos profundamente convencidos de que estamos en Argentina, al igual que en otros lugares del mundo, en un tránsito entre una etapa de consolidación del sistema democrático a otra de democratización de la sociedad, es decir, empezar a socializar los medios de decisión”, dijo.
En cuanto a la desmotivación de la comunidad, consideró que depende de la temática. “Hay uno de los ejes participativos que nosotros planteamos en el que vemos mucho entusiasmo, que es la separación en origen de los residuos, que se hace con dos patas: una es la fuerte participación social, que entraña compromiso y responsabilidad, y otra el Estado, que tiene que tener un sistema que pueda metabolizar la separación en origen y de recolección diferenciada. En ese sentido, vemos que hay una fuerte corriente participativa. En otros campos, puede ser que no”, admitió, y agregó que es responsabilidad de los gobernantes incentivarla.
Confió en el interés de los vecinos a la hora de fijar las prioridades para su barrio o la zona en la que viven o trabajan, porque “la gente en el siglo XXI tiene cada vez más conciencia de las problemáticas concretas y los estados, en este caso el municipal, no siempre las prioridades que genera van atadas a las necesidades concretas de los vecinos. Entonces, el proyecto que presentamos dispone de un porcentaje no menor de la masa presupuestaria de la administración central para que sean los vecinos, con su voz y voto, los que dicen qué es lo que se debe hacer. Obviamente que no deciden sobre la totalidad de la masa presupuestaria porque no tendrían sentido los gobiernos”.
Gradual
En relación a la iniciativa, indicó que prevé una implementación progresiva, en cinco años, a partir de la división de la ciudad en las 15 zonas que estableció la actual gestión y agrupándolas de a tres. Entonces, en función de una serie de variables territoriales como geográficas, de densidad poblacional, infraestructura en servicios y sociocomunitarias, se realiza la asignación presupuestaria.
“A medida que nos acercamos a las manzanas del centro, la proporción presupuestaria en que esos vecinos van a tener voz y voto para decidir qué es lo que quieren hacer es menor en lo que hace a la cantidad de habitantes y el resto de las variables, que los vecinos de Cerro Leones o de La Unión”, marcó como ejemplo.
Tandil, “un
cristal roto”
Como una tercera razón para impulsar el presupuesto participativo, mencionó “el problema más grave que tenemos los tandilenses, que todavía no ha emergido en toda su dimensión pero en los años por venir vamos a terminar tomado nota y espero que no sea tarde, que es la disgregación social, la desintegración”.
Describió que “Tandil se parece cada día más a un cristal roto, donde son varias las porciones de ciudad que cada vez tienen menos relación entre sí. Está probado en todo el mundo que las ciudades que han entrado en procesos de este tipo terminan teniendo problemas nuevos o el incremento de los problemas clásicos, como la violencia, el delito, cosas que termina pagando el conjunto de los tandilenses”.
En ese sentido, sostuvo que “generar instrumentos como el presupuesto participativo implica compromiso, construir lazos en comunidad, que pone a los vecinos en una situación donde tienen que salir del ámbito privado de la casa y tomar un rol, mover el cuerpo junto con otros para discutir, conocerse, tomar conocimiento de qué es lo que piensa el de al lado, tomar decisiones y cargar con esas responsabilidades”.
Desde su postura, “en Tandil debemos generar políticas públicas que impliquen fortalecer a la comunidad, los lazos de integración social para revertir ese círculo vicioso nocivo en el que estamos los tandilenses de desintegración social. El presupuesto participativo es tal vez la mejor herramienta en ese sentido”.
En relación a las causas de la desintegración social, consignó “un crecimiento desordenado que no ha tenido al Estado acompañando para que el acceso a las oportunidades sea lo más equitativo posible”.
Como ejemplo, contó que la generación que hoy ronda los 40 años creció con amigos de escuelas públicas y privadas, de padres profesionales, trabajadores, empleados. “Hoy eso no pasa. Hoy hay fragmentos de la ciudad que no tienen relación con otros, donde habitan una serie de vecinos, sus amigos, sus parientes; donde se radican sus instituciones educativas, deportivas, sus espacios de ocio y de consumo, y están distanciados con barreras invisibles de otros lugares”, graficó.
Una cuestión “del
tipo generacional”
Al realizar un diagnóstico sobre las demoras del oficialismo para implementar el presupuesto participativo en toda la ciudad, el concejal Rogelio Iparraguirre evaluó que “cuando un gobierno lleva 14 años, como el de Lunghi, lo que a uno le permite es encontrar constantes y una de las constantes que veo es que con todo aquello que entraña participación ciudadana el Intendente tiene una relación, por lo menos, remanida”.
Y estimó que “tal vez tenga que ver con cuestiones del tipo generacional -lo digo con el mayor de los respetos y admiro su capacidad de gestión-, no es lo mismo cómo se ve la gestión de un estado local en el siglo XXI que a mediados del siglo XX, donde la participación no existía, era solo el voto”.
Para cerrar, agregó que Lunghi “nunca se abrió a escuchar este tipo de proyectos” y evaluó que “en cuanto a la participación, su gestión tiene un problema”.
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