Una médica oftalmóloga fue agredida en el hospital de Ayacucho y regresó para atender a los pacientes que la esperaban
Una médica oftalmóloga que viaja dos veces por mes desde Tandil para prestar servicios en el hospital de Ayacucho fue agredida este viernes por la mañana por la madre de una menor que acudió por un problema de visión. Sin embargo, el mal momento vivido no le impidió continuar con sus tareas y tras radicar la denuncia regresó para cumplir con el compromiso hacia sus pacientes que aguardan por su presencia. “Volví por ellos”, admitió.
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Aún conmocionada por el episodio y movilizada por el respaldo que recibió de sus pares y de las autoridades del centro asistencial, Romina Alonso contó a El Eco de Tandil la traumática experiencia a la vez que confesó que la difusión del caso busca presentarse como un modo de generar conciencia frente al maltrato que padecen a diario los efectores de salud, en una modalidad cada vez más frecuente.
Entre otras derivaciones del episodio, la profesional lamentó la pasividad de quienes aguardaban, que siendo testigos del accionar que estaban tramando los autores de la agresión, decidieron no intervenir ni alertar a ninguna autoridad.
En el consultorio
Desde hace dos años, Romina Alonso se encuentra a cargo del servicio de oftalmología del hospital ayacuchense, donde asiste dos veces por mes para ver a sus pacientes. El viernes, en cumplimiento con la rutina laboral, ingresó al centro asistencial y a las 8.10 comenzó a abocarse a sus tareas ya que tenía una treintena de personas por atender.
Ese día citó a una niña de seis años que había pasado por su consultorio hacía unas semanas para continuar con el diagnóstico a partir de la sospecha de la existencia de un síndrome neurológico no detectado debidamente, además de la preocupación que le generó un presunto maltrato que notó de parte de su madre.
El viernes, tras sentirse movilizada por el caso, que incluso la llevó a evaluar las alternativas y el modo de abordarlo con la ayuda de las asistentes sociales, mientras cumplía con la atención fue interpelada por la madre de la nena con interrogantes sobre el turno.
“Comenzó a preguntarme cuándo iba a atender a su hija y por cuál número iba”, en referencia al sistema utilizado mediante planillas para responder la demanda, consulta que no pudo resolver. “Y ahí la pareja de la madre hizo un comentario hostil”, recordó.
Haciendo caso omiso, la profesional continuó con sus tareas “y cuando vuelvo a salir del consultorio para llamar a otro paciente, la madre me volvió a preguntar por qué no la atendía, que no tenía todo el tiempo del mundo para esperar y le dije que tenía que respetar un orden”.
Frente a esta circunstancia, la mamá de la menor se retiró y al regresar había perdido el turno. “Me preguntó si la había llamado, le dije que sí, y fue ahí que comenzó a increparme”, narró la médica.
Cuando convocó a la paciente que continuaba en la lista, una mamá con su beba, la mujer intercedió y, junto a su pareja, bloqueó la puerta de acceso al consultorio “y empezó a agredirme verbalmente”.
“Al trabajar en un hospital uno recibe insultos y a veces uno trata de manejar la situación dejando pasar el maltrato para sobrellevarlo”, explicó, pero confesó que “nunca me imaginé que esta persona se iba a poner cada vez más violenta”.
“No imaginé que me iba a pegar”
En una escalada de violencia, ingresó al consultorio, “me tiró el papelito del turno y me dijo que hasta que no atendiera a la nena no se iba a retirar, de muy mala manera”.
Fue entonces que, mientras “miraba la planilla de los turnos, me pegó un manotazo en la mejilla izquierda”, en una reacción que la descolocó y sorprendió. “No imaginé que me iba a pegar”, reveló Alonso.
Inmediatamente intercedió la abuela de la menor y retiró a la atacante, que continuó con los insultos, mientras su pareja -que la había acompañado a la consulta- la amenazó si radicaba la denuncia en la comisaría. “Le cerré la puerta y por inercia seguí trabajando”, contó.
Una vez que terminó la consulta de la paciente que seguía, la oftalmóloga se contactó con el director del centro asistencial público a quien le relató lo sucedido y recién allí, al recibir el respaldo, fue que liberó tensiones y pudo evaluar lo sucedido.
Pasividad frente a la reacción
A pesar del lamentable episodio, la doctora no pudo evitar sentir preocupación por la pasividad de las personas que coincidieron en el lugar donde ocurrió el hecho y detalló que “la mamá de la beba me comentó que ellos (los agresores) habían planeado en el pasillo que me iban a encerrar en el consultorio y me iban a pegar y nadie dijo ni dio aviso de nada”.
“Fue muy doloroso e impactante que la gente no reaccionara frente a una situación semejante y no se involucrara”, al menos en forma indirecta advirtiendo de alguna manera, por lo que consideró que “se podría haber evitado”.
Por la salud pública
“Quien atiende en un hospital es porque se formó en instituciones públicas y busca devolverle a la sociedad de ese modo”, expresó Alonso, que desde hace varios años tiene su oficina oftalmológica en el Hospital Municipal “Ramón Santamarina” y hace dos años se desempeña en Ayacucho, mientras mantiene su actividad privada en su consultorio.
Los diez años de experiencia ejerciendo la profesión en el sector público la hacen conocedora de las situaciones de impaciencia de algunas personas que en muchos casos se convierten en episodios de violencia.
Alonso dijo que aún no evaluó si continuará brindando servicios en el hospital de la localidad vecina pero aseguró que deberá primar la necesidad de preservarse física y emocionalmente.
Y para finalizar sostuvo que todo es muy reciente aún y que “no me permití suspender las actividades que tenía agendadas”.
“Seguí en el consultorio a la tarde para no fallarle a mis pacientes, tenía que operar hoy (por ayer) y lo hice. Soy muy profesional y cumplo con lo que tengo que cumplir”, cerró.
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