Los inquilinos de una quinta de Hudson al 2100 sufrieron el octavo robo en dos años
Una pareja que vive en la quinta ubicada en Hudson 2100, entre la Rural y el Campus, sufrió el fin de semana el octavo robo desde 2015. Si bien desde que enrejaron las aberturas los delincuentes ya no ingresan a la casa, se llevan todo lo que queda en el parque. El hecho más llamativo lo padecieron hace diez días, cuando les faltó una oveja de 60 kilos y el último fin de semana les sustrajeron un tubo de gas.
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Matías Rigueiro, estudiante de Veterinarias, había recurrido a este Diario en 2015, cuando le robaron de la quinta una bicicleta de competición. Tras hacer público el caso, el personal de la Comisaría Cuarta recuperó el rodado que utilizaba para entrenar de cara a una competencia. Sin embargo, con el correr de estos meses, le sustrajeron otras tres.
Las últimas dos se las robaron en diciembre del año pasado, horas antes de partir de vacaciones al sur, donde planeaban hacer el circuito de los Siete Lagos en bicicleta. Tras ese episodio, lograron proteger todas las aberturas con rejas y a partir de entonces, los ladrones comenzaron a llevarse lo que había en el patio, a pesar de los tres enormes Terranova y otros dos perros que imponen respeto desde la tranquera.
Con impunidad
En diálogo con El Eco de Tandil, Matías Rigueiro contó que el domingo 6 de agosto “salí y cuando volví, uno de los corderos estaba gritando y ahí me di cuenta de que no estaba la madre. La empecé a buscar, era de noche y pensé que había quedado tirada en algún lado, pero no estaba. Nunca apareció”.
Con el correr de las horas, detectó que también faltaban otras cosas que habían dejado en el patio, como un filtro de la pileta. “La casa tiene rejas, pero entran al parque, agarran cosas y se las llevan. No sé cómo se llevaron una oveja”, dijo aún sorprendido y agregó que en algunos tramos observó que bajaron el alambre para pasar, pero no está cortado.
Siete días después, su mujer observó que faltaba un tubo de gas de los grandes que estaba en el patio. “Tampoco sé cómo se lo llevaron”, lamentó.
Los tomaron
de punto
“Están esperando que nosotros nos vayamos para pasar y agarrar algo. Es así, porque nos vamos y falta una oveja; nos vamos y falta un tubo, y me pongo a pensar cómo una persona entra y se lleva un tubo que mide 1,70 metros o una oveja que pesa 60 kilos”, cuestionó el damnificado.
Por otra parte, señaló que “no es un campo de 200 hectáreas y tiene un alambrado de siete hilos. Hay un cerco vivo, hay alambre, es decir que hay que meterse adentro, sacar la oveja entre los árboles, cargarla en algo y llevársela”.
En la manzana tiene tres vecinos que habitan quintas ubicadas en grandes lotes. Enfrente tiene un descampado, donde comenzaron a construir dos viviendas. El estudiante indicó que, desde 2013, la zona “se ha venido poblando, pero nadie ve nada”.
En cuanto a las medidas de seguridad, enumeró que puso rejas en la casa y cuenta con cinco perros, tres de la raza Terranova. “Los habrán amenazado, les han pegado, o ya los conocen. La verdad es que no sé a esta altura”, dijo.
Y agregó que las ovejas las adoptaron para cortar el pasto y porque les gustaban, luego se reprodujeron y las tienen como mascotas. “Ayer (por el martes) se murió el hijo de la que se robaron, porque quedó guacho”, señaló.
“Estoy
resignado”
Matías Rigueiro lamentó que se sienten vigilados. “Nosotros salimos y cuando volvemos, tenemos que revisar todo porque sabemos que algo se van a llevar. No es que pasan, miran y entran; están esperando a que nosotros nos vayamos para poder entrar”, describió.
Se afincó en la quinta en 2013, cuando llegó de Miramar a estudiar Veterinarias y le falta un semestre para terminar la carrera. “Me quiero ir. Tandil nos encanta, me encantó siempre, es hermoso, pero no podemos salir ni al centro. La anteúltima vez que nos robaron fue el 24 de diciembre. Fuimos a comprar a la mañana, volvimos y estaba toda la casa destrozada. Ahí nos robaron dos bicicletas”, contó.
Y agregó que al día siguiente se fueron de vacaciones al sur, “cuando volvimos, se metieron y se llevaron otra bicicleta”.
Por ese motivo, dijo que son esclavos dedicados a cuidar la casa. “Si tengo que ir a algún lado, le tengo que pedir a alguien que venga. Si tenemos que viajar los fines de semana, alguien se tiene que quedar a dormir. Cuando nosotros estamos, no pasa nada. Nos habían ofrecido un botón antipánico, pero ¿de qué me sirve si me roban cuando yo no estoy? ¿Se lo dejo a los perros para que lo aprieten?”.
En ese sentido, explicó que “necesito que alguien pase y vea que se están llevando una oveja. Si alguien puede sacar una oveja por el alambrado y nadie lo ve, es porque no hay presencia policial. Si alguien se lleva un tubo amarillo de 1,70 metros es porque no hay nadie mirando. Es así, no hay mucha vuelta”.
Por otra parte, sostuvo que han mantenido contacto con la policía, “pero es lo mismo de siempre. Dicen que se sabe quiénes son. Vemos que pasan y miran, y algo están buscando”.
Al mismo tiempo, expresó que “estoy resignado, que hagan lo que quieran. En diciembre me voy, pero no está bueno que tenga que decir en diciembre me voy porque Tandil me encanta, la disfrutaba muchísimo, nos gustan las sierras. Ya estoy cansado”.
Falta de
iluminación
Por otra parte, informó que en la zona hay algunas luminarias que no prenden y otras que faltan. Incluso, abrieron una cuadra sobre Los Pinos y los responsables de una obra en construcción colocaron reflectores.
Sobre Hudson, desde Los Ombúes hacia la Ruta 226 hay varios artefactos del alumbrado público que no funcionan, lo que contribuye a la desprotección de los vecinos. Además falta parte del tendido para iluminar las calles de una zona que se ha vuelto insegura.
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