Carta de lectores
Policlínico Ferroviario
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Señor Director:
Hace unos dos meses leí en el diario que en Buenos Aires se promovió la expropiación de un bar centenario ubicado frente al Congreso Nacional. Parece que los asistentes y empleados al Congreso son habitué a dicho bar. Estoy de acuerdo en preservar lugares y edificios que por distintas razones se traten de preservar par el conjunto de la sociedad.
En nuestro Tandil soñado, a raíz de una lamentable tragedia ocurrida hace poco tiempo en las cavas de la excantera Cerro Leones, según nota periodística, el Ejecutivo instruyó al responsable del Departamento Legales para que inicie, rápidamente, los trámites que permitan expropiar dicho predio, con lo cual estoy de acuerdo.
En junio del año próximo pasado fuimos atendidos por el señor Intendente, a nuestra solicitud, para que analizara la posibilidad de expropiar el Policlínico Ferroviario. Los motivos responde a las siguientes motivaciones: 1) Dadas las dificultades que se producen en el Hospital R. Santamarina por faltas de camas para internación, sería de mucha utilidad para cubrir ese déficit y reorientar el dinero que se gasta en internaciones en otro centro de salud. 2) También puede destinarse a geriátrico. 3) Hoy tenemos muchas dependencias municipales desempeñándose en distintos lugares de Tandil y, creo, pagándose alquileres variados.
Algunas podrían funcionar allí y aprovechar en el futuro el espacio que circunda el Policlínico que ocupa toda la manzana, ubicada en un lugar privilegiado. 4) La estructura de lo edificado en 1953 está preparada para soportar dos pisos encima. 5) Desarrollo de cualquier otro proyecto futuro.
El señor Intendente manifestó que no podía derivar semejante inversión. Ante nuestra insistencia llamó al responsable del área Legal para que nos asesore sobre la expropiación, dado que se lo ofreceríamos al Pami, cosa que hicimos posteriormente y nunca nos contestó. Tampoco nos llamó quien nos asesoraría de la Municipalidad, a pesar de que nos hicimos presentes en tres oportunidades.
En la década del ’90 se procedió a la venta fuera de lo que establece la ley, creada expresamente para todos los centros de salud ferroviarios (que son muchos). El Consejo de Administración del Instituto de Servicios Sociales para Ferroviarios y los gremios mayoritarios podían disponer de las propiedades “siempre que no lo fuera a título oneroso”. Resultaron compradores un grupo de médicos local (50 por ciento) y un señor de apellido María de Buenos Aires (50 por ciento), aparentemente representando a otra persona, con el objetivo de restaurarlo para que funcione un centro de salud. Por razones desconocidas la sociedad llegó a un juicio por división de condominio, donde el señor Marín, en remate público, adquirió el total de la propiedad. Hoy se habla de demolerla para construir un complejo habitacional o simplemente dividirlo en 38 parcelas.
Recientemente nos enteramos que el Ejecutivo Municipal tiene un proyecto para construir las comodidades necesarias paras trasladar la totalidad de las dependencias que funcionan en el palacio municipal, con todo el personal e incluyendo al Concejo Deliberante, al predio donde otrora funcionaba el excorralón municipal ubicado en la avenida Santamarina al 400, suponemos con una inversión millonaria.
Nos preguntamos si en la actual situación cabe plantear semejante inversión, donde la economía obliga a replantear profundamente el orden de las prioridades. También nos preguntamos: ¿qué destino le darán al palacio municipal? Espero que no sea museo o archivo.
La única finalidad de la presente es que Tandil no pierda la posibilidad de contar con una propiedad que en pocos años será de imperiosa necesidad.
Jorge Barillaro
En Argentina la vida no tiene valor y menos en una cancha
Señor Director:
Me detuve ante a foto que publicaron los medios en donde se ve cuando unas bestias arrojan al hincha de Belgrano de Córdoba desde una tribuna.
Miraba al resto de la hinchada, quienes observaban indiferentes, insensibles, lo que sucedía, como si alguien estuviera arrojando un papel, no un ser humano.
En la Argentina, la vida no tiene valor, es tan desechable como u cigarrillo consumido. No es que vayamos al abismo, estamos allí. Ya no hay gobierno ni educación que nos saque de esta tragedia. Observamos como algo cotidiano, simple, vulgar, la muerte de nuestro prójimo, como esos espectadores que miraban inconmovibles la suerte del hincha arrojado.
¿Qué nos ha pasado? ¿En qué momento abrió la puerta fatal? ¿Qué nos hizo así? Manejamos tecnología de última, estamos rodeados de confort, en una tarjeta de plástico se encuentra guardado nuestro dinero, hablamos con un amigo desde cualquier lugar, consultamos Google si tenemos dudas, y más. ¿Esto nos hizo mejores? Hannah Arendt, la filósofa alemana, propuso el concepto de “mal radical” que lo asocia con el “mal absoluto”, mencionando también a Kant, quien planteó la tendencia del ser humano de provocar daño y hacer oídos sordos a los imperativos morales. Volviendo a Arendt, debemos preguntarnos ¿hemos llegado a banalizar el mal? ¡Dios nos ampare!
Jorge Alonso
DNI 4.008.141
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