Festejo por el cumpleaños de Troncoso en el San José
Ayer fue uno de esos días en que pareciera que el invierno se resiste a su inevitable destino del adiós, al menos por unas estaciones. Frío, ráfagas importantes de viento y mucha lluvia que duró toda la jornada, hacía que diera más para quedarse en casa que para andar por la calle. Sin embargo, tanto en la mañana en el Salón Blanco donde el cura Raúl Troncoso recibiera las llaves de la Ciudad, como al mediodía en el gimnasio del Colegio San José la gente no dudó en decir presente. Para ser parte del homenaje. Para estar en el cumpleaños del cura del pueblo.
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El almuerzo se hizo a la canasta y no faltaron sobre el escenario los testimonios riquísimos en afecto y anécdotas de diferentes personas que lo conocen desde que llegó, a finales de la década del ochenta a la que sería la ciudad que quiere con todo el corazón. Baste recordar que hace un tiempito atrás, cuando dejó de ser el párroco de Santísimo corrió el rumor de que dejaría Tandil. Y la especie inquietó a los vecinos, los portales se hacían eco de una cuasi despedida. Pero fue este Diario, El Eco de Tandil, que se llegó hasta la Iglesia Matriz donde el mismo Troncoso en persona se encargó de negar el rumor. No solo se quedaba en la ciudad, sino que al no temer tantas responsabilidades parroquiales, aprovecharía para hacer más tarea pastoral por los barrios. Que es lo que le gusta, andar entre la gente, escucharla, tratar de solucionarle el problema, darle su bendición.
Es que este religioso que en sus comienzos sacerdotales en Tandil supo tener una gran melena, tal es así que algunos fieles, con afecto, le llamaban “el cura melenudo”, supo ganarse el corazón de los tandilenses desde un primer momento ya que sus palabras no quedaban allí sino que se convertían en hechos concretos. Y nunca paró. A veces la salud no le jugaba a favor, pero se levantaba una y otra vez porque la gente lo necesitaba. Y lo sigue necesitando. No sabemos quién le habrá puesto el apodo de “el cura del pueblo”, pero suena a cariñosa amistad, a cercanía.
Ayer, en el día más desapacible de este recién estrenado septiembre, su familia llegó a Tandil, lo mismo que monseñor Emilio Bianchi di Cárcano, la gente de Cáritas, del San José, de otras parroquias y otros tantos amigos que le cantaron el feliz cumpleaños al sacerdote.
¡Felicidades Raúl!
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