Un segundo más para 2016
Una de las curiosidades que nos presenta el calendario es la referida a los años bisiestos. Cada 4 años, los 365 días se transforman en 366. Es allí cuando febrero adquiere su famoso día 29. ¿El motivo? Ocurre que nuestro planeta Tierra no da exactamente una vuelta completa alrededor del Sol (el año) en 365 días, sino que lo hace en ese tiempo más unas 6 horas aproximadamente. Para ser más precisos, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,10 segundos. Por lo tanto, luego de 4 años se acumulan esas horas, minutos y segundos extras resultando en un día más a los 365 (el 29 de febrero).
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Ahora bien, esta no es la única instancia en la cual debemos modificar cada cierto período tanto las técnicas como los instrumentos con los cuales medimos el tiempo. Y la responsable de ello es, nuevamente, la Tierra. Bien sabemos que lo que llamamos “día” es una rotación completa de la Tierra sobre su propio eje respecto del Sol, lo cual ocurre cada 24 horas. Pero resulta que, en realidad, esas 24 horas no son tales ya que con el paso del tiempo la Tierra se va frenando, aunque lo haga de manera imperceptible para nuestras actividades cotidianas.
¿Por qué la velocidad de rotación terrestre disminuye con el tiempo? Hay diversos factores que afectan de manera directa a nuestro planeta en su movimiento. Las fuerzas de marea entre la Luna y la Tierra, y en menor medida con el Sol, las mareas oceánicas, como así también los movimientos en la corteza terrestre provocando una redistribución de masas, todos ellos son factores que influyen en un cambio de velocidad con la cual nuestro planeta gira sobre su propio eje imaginario. Y estos cambios siempre resultaron en una disminución en dicha velocidad, lo que se traduce en un desfasaje entre el tiempo civil, el cual medimos con nuestros relojes, y el tiempo con el cual regulamos de manera natural nuestras vidas (la salida y puesta del Sol). En otras palabras, nuestros relojes, los cuales no sufren retraso alguno, parecen adelantarse cada vez más al movimiento aparente que presenta el Sol en el cielo.
Por lo expuesto, es que debemos atrasar nuestros relojes. ¿Cuán grande es este efecto? Se trata de agregar tan solo un segundo al año, lo que se denomina “salto de segundo”. La primera vez que esto ocurrió fue en junio de 1972 y desde entonces, 26 saltos de segundo son los que se han efectuado. Los momentos en los que se realizan estos saltos ocurren en los meses de junio y diciembre, siendo justamente 1972 el único año en el que ocurrieron dos saltos de segundo.
Este sábado 31 de diciembre, y por decisión del Servicio Internacional de Rotación de la Tierra y Sistemas de Referencia, a 2016 le agregaremos un segundo más, lo cual ocurrirá a las 23`59`60 del Tiempo Universal Coordinado (UTC) o lo que usualmente denominamos Tiempo Medio en Greenwich (GMT). Esto equivale a las 20`59`60 de la Argentina. Por ende, exactamente a las 24 horas del 31 de diciembre, momento en que debería comenzar oficialmente 2017, nuestros relojes quedarán “congelados” por un segundo, para luego sí, recibir con todos nuestros deseos al nuevo año.
(*) Director de Gestión Planetario Ciudad de La Plata
Licenciado en economía de la Universidad de Buenos Aires y Doctor en Economía (Ph.D.) por la Universidad de Michigan (EE.UU.). Director del Instituto de Economía de la Unicen. Profesor full-time en la UTDT y director del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) - UTDT.
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