Un épico final
Luego de un viaje de más de dos décadas, en este 2017 una de las misiones espaciales más espectaculares de la historia tendrá un épico final. La protagonista es la sonda semiautomática Cassini-Huygens, un maravilloso instrumento de la ciencia moderna a cargo de la agencia espacial de EE.UU. (NASA), la europea (ESA) y la italiana (ASI). ¿Su objetivo? Visitar a Saturno, para muchos, el más hermoso de los planetas de nuestro sistema Solar.
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Sin duda alguna, la característica por excelencia de este planeta es su intrincado y complejo sistema de anillos. Si bien no es el único que los posee (también Júpiter, Urano y Neptuno se encuentran rodeados por este tipo de estructuras), los de Saturno son los más espectaculares. Fue el gran Galileo Galilei, allá por 1610, cuando apuntando su rudimentario telescopio a este gigante helado, observó lo que él consideró como “dos grandes orejas”. Los pocos aumentos de su instrumento no le permitían discernir que las dos cuasi-esferas hacia los costados del cuerpo central eran ni más ni menos que los anillos en cuestión.
En 1655, el astrónomo holandés Christiaan Huygens fue el primero en postular que lo que realmente había observado Galileo correspondía a un disco de materia. Vale mencionar que los anillos de Saturno son una enorme cantidad de pequeños objetos (hielo y rocas) que van de los pocos centímetros hasta la decena de metros los cuales giran en absoluta coordinación alrededor de la esfera del planeta gaseoso. Años más tarde a los descubrimientos de Galileo y Huygens, a Jean Dominique Cassini le correspondió el honor de descubrir, además de cuatro lunas saturninas, que los anillos se dividían básicamente en dos secciones principales, es decir, un sistema de anillos interno y uno externo, separados ambos por una fina banda oscura denominada “división de Cassini”. Hoy sabemos que además de esta última, existen otras divisiones, todas ellas ni más ni menos que zonas con muchísimo menos objetos que los existentes en los anillos propiamente dichos.
Saturno fue visitado por cuatro sondas espaciales. Las tres primeras, todas norteamericanas, fueron de sobrevuelo, es decir, llegaron al planeta y siguieron camino hacia otros sectores del sistema Solar (Pioneer 11, Voyager 1 y Voyager 2, desde 1979 a 1981). La cuarta de las misiones es la protagonista de la historia que hoy nos convoca. La misión Cassini-Huygens, en claro honor a los científicos que produjeron los primeros grandes descubrimientos sobre Saturno, despegó del Centro Espacial Kennedy, EE.UU., en octubre de 1997 para comenzar un recorrido que la depositaría en el señor de los anillos 7 años más tarde. A partir de su entrada en órbita, y por medio de una serie de giros (órbitas) muy complejas, comenzó la toma de datos tanto del planeta en particular como así mismo del impresionante conjunto de lunas que posee. Una de ellas, Titán, es quizás una de las dos lunas más interesantes no sólo de Saturno sino del sistema Solar en su conjunto.
Siendo otro de los grandes hallazgos de Huygens (la descubrió en aquel 1655), se trata de la única luna con una atmósfera significativa. De hecho, su presión atmosférica es mayor a la de la Tierra en una vez y media. Siendo algo mayor a nuestra propia Luna, gran parte de la misión estuvo concentrada en el desprendimiento de una parte de la nave Cassini con miras a un descenso controlado en la superficie de Titán. De allí el nombre de la misión Cassini-Huygens, ya que a pocos meses de su arribo a Saturno, más precisamente en la Navidad de 2005, la sonda Huygens se separó de su nave nodriza (Cassini) para descender en Titán tres semanas después. Su viaje a través de la atmósfera del satélite, desde que ingresó en las capas más altas hasta el preciso momento en que tocó suelo, duró aproximadamente dos horas y media. Debido a su considerable densidad (muy espesa), las primeras cicatrices de la superficie comenzaron a revelarse a los 70 km de altura, mostrando una geografía accidentada. Regiones de gran altura cubiertas de hielo se mezclaban con bajos inundables. De hecho, la zona donde aterrizó Huygens es un lecho de rocas de hielo. Con gran asombro comenzaban a dilucidarse lo que parecían ser canales, oscuros lagos, ríos y deltas. Esta espectacular luna nos regalaba sorpresa tras sorpresa para deleitarnos con todo el misterio que implica el reconocimiento de, literalmente, un nuevo mundo. Solo el hecho de ser el descenso controlado más alejado de la Tierra que se ha logrado, pone en su justa medida y con creces lo que se ha logrado en este proyecto.
Con el correr de la misión, fuimos comprendiendo un poquito más acerca de Titán, el mayor de los satélites naturales del sistema Solar y el segundo luego de Ganímedes (Júpiter). De todas maneras, y como siempre ocurre en ciencia, cada respuesta abrió la puerta a nuevas preguntas, lo cual representa el alimento básico de la investigación. Más aprendíamos, más desconocíamos.
Si bien la sonda Huygens fue la que “hizo pie” en Titán, Cassini tuvo la responsabilidad de obtener la gran cantidad de datos para la misión. Fuimos tomando conocimiento de la colosal cantidad de hidrocarburos que posee esta inquietante luna. Los hidrocarburos son básicamente compuestos orgánicos conformados por átomos de carbono e hidrógeno. Ejemplos de ellos son el metano, etano, propano y butano. No solo pudimos dilucidar que los ríos y lagos de Titán son principalmente de hidrocarburos sino que, además, y de manera algo similar a lo que ocurre en la Tierra con el ciclo del agua, Titán posee un ciclo del metano. En esta luna llueve metano. Y teniendo en cuenta la composición de los hidrocarburos, las preguntas acerca de la vida una vez más nos inquietan en gran manera.
Doce años después de aquel increíble descenso en otro mundo, el equipo del mítico Jet Propultion Laboratory del Instituto Tecnológico de California a cargo de la misión Cassini-Huygens nos regala un video animado con imágenes reales del descenso de Huygens sobre Titán. Este bellísimo video de dos minutos y medio pueden disfrutarlo en http://www.jpl.nasa.gov/video/details.php?id=1455 ç
El próximo 15 de septiembre, y a 20 años del inicio de su derrotero cósmico, la sonda Cassini culminará su extenso recorrido zambulléndose en Saturno. Mucho se ha especulado acerca de la mejor manera en que pudiese finalizar esta histórica misión. Debieron tenerse en cuenta numerosos factores. Cassini, al igual que las misiones enviadas a las zonas más alejadas del sistema Solar, posee fuentes de energía nuclear ya que a distancias tan lejanas del Sol, los paneles solares son completamente obsoletos. Teniendo en cuenta que tanto Titán como Encélado (otra luna de Saturno cubierta de hielo y con géiseres expulsando agua en estado líquido) son lugares plausibles de contener algún tipo de vida microorgánica, sería altamente peligrosa e imprudente la colisión de Cassini con los objetos que componen los anillos y que el material nuclear de la nave contamine estos mundos. Por ello se pensó en una compleja serie de maniobras orbitales a fin de que Cassini ingrese en la atmósfera del planeta y se incinere por completo. Será el fin físico de la nave, pero los datos que ha recogido y en particular, su legado, quedarán por siempre en un lugar privilegiado en la bitácora de nuestro incesante viaje a través del espacio y el tiempo en busca siempre, de nuevos mundos.
(*) Director de Gestión Planetario Ciudad de La Plata
Licenciado en economía de la Universidad de Buenos Aires y Doctor en Economía (Ph.D.) por la Universidad de Michigan (EE.UU.). Director del Instituto de Economía de la Unicen. Profesor full-time en la UTDT y director del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) - UTDT.
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