La peor sequía argentina de los últimos tiempos arrasa con los cultivos y el ganado
El río Paraná a la altura de Rosario bajó la cota a la mitad y se ubicó en 1,20 metros, por lo que las actividades náuticas de muchos aficionados quedaron para el futuro en este verano. Caminos polvorientos y rutas que se resquebrajan a lo largo y ancho del territorio del país, recorrido en parte por el Rally Dakar mostraron los efectos del fenómeno.
El actual episodio de La Niña (enfriamento de las aguas del Pacífico ecuatorial) comenzó en el otoño de 2008, el más seco de los últimos 70 años cuando se inició la campaña de trigo, explicó a Noticias Argentinas, la especialista en teledetección Stella Carballo. Integrante del equipo del Instituto de Clima y Suelo del Inta Castelar, la experta está decidida a no alarmar pero sin embargo admitió que a mediados de año podrá comprobarse si La Niña se va o se renueva por tercera vez.
En el camino quedó una cosecha de trigo que hoy sólo es de 8.3 millones de toneladas: “Cuando se sembró, el suelo prácticamente no tenía reservas”. Algunos especialistas consultados recomiendan “definir estrategias de prevención, para mitigar y manejar el desastre” ambiental. Un concepto para tomar en cuenta es que la sequía constituye uno de los desastres naturales que mayor impacto económico tiene y afecta a millones de personas, aún cuando no se perciba de inmediato. La renovación de La Niña agotó reservas hídricas no sólo en Argentina, sino también en Paraguay, Uruguay y Brasil.
Los especialistas coinciden en que no se puede determinar cuándo finalizará un período seco pero se sabe que “tiene un efecto directo y significativo sobre la producción alimenticia y la economía en general”. Los agro-meteorólogos en la Argentina sostienen que la sequía del 89 fue de idéntica gravedad a esta, pero la actual ya se prolongó en dos campañas agrícolas y habrá grandes pérdidas en maíz.
“La región norte de Buenos Aires está atravesando una de las sequías más intensas de las últimas décadas”, afirmó esta semana el técnico del Inta Pergamino, Gustavo Ferraris. La sequía puede definirse como una reducción temporal, notable del agua y la humedad disponibles, por debajo de la cantidad normal o esperada para un período dado.
En este sentido, el cultivo de soja requiere evapotranspirar entre 450 y 550 mm de agua durante su ciclo, lluvia que deberá regar a las 15.8 millones de hectáreas sembradas actualmente. Otro dato curioso del fenómeno es que ya no se trata de una sequía agrícola sino que también es hidrólogica y meteorológica.
No sólo han mermardo los recursos acuáticos en el nivel de los ríos, lagos y aguas subterráneas sino que varios molinos en distintas provincias dejaron de extraer agua porque bajó la napa. Un informe colombiano determina algunos efectos de la sequía:
-Reducción en los ingresos de los productores, en las oportunidades de empleo relacionadas con el campo.
-Caída generalizada de la demanda en toda la economía.
-Mayor morosidad de pagos en el sector rural y aledaño: se rompe la cadena de pagos en comercios, bancos locales y consumo.
-Menor recaudación fiscal por caída de las exportaciones agrícolas.
-Migración de población rural a las ciudades.
-Mayor conflicto por el acceso a las fuentes de agua potable.
-Incremento de la tensión social. Las acciones políticas y de macroeconomía así como la implementación de ayuda y programas ganaderos, como es la conservación de forrajes, son algunas de las prácticas que se recomiendan en un plan para mitigar los efectos de la sequía.
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